Capítulo Trece: Rara Vs. Normal

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Capítulo Trece: Rara Vs. Normal

Azhar.


— ¿Quién era el chico que se iba cuando llegué? —pregunta África dando una calada al porro antes de pasármelo.

Los ojos enrojecidos de Rebecca se encuentran con los míos cómo si esperara que la delatara o repentinamente me convirtiera en una chismosa gritando que anda arrastrándose por los lados sucios saliendo con un traficante de mala muerte que ni siquiera vende droga buena. Pero al ver que no hablo, ella finalmente responde:

—Es Levy —Sorbe su nariz de la manera en la que lo hace cada vez que mete polvo blanco en ella—. Es un ligue pasajero.

¿Pasajero? Se ha enrollado con él por poco más de un mes y medio, incluso antes de aquella fiesta en Mosman. Sin embargo, no opino mientras doy una calada larga al porro y retengo lo más que puedo el humo en mi garganta en busca de un mayor efecto. Siento la familiar piquiña y ardor cuando lo dejo salir por la nariz y los ojos se me humedecen. Mi cuerpo se siente relajado.

No soy una adicta a los porros y sé que eso es lo que un adicto diría, pero estoy siendo honesta. Fumo ocasionalmente en las fiestas o en ocasiones cómo estas en la que me apetece compartir porros con mis amigos.

Pasándoselo a Albert noto que África parece interrogar a Rebecca sobre su "ligue". Ésta última omite que su Levy es un proveedor, que tenía droga mala que la puso en una mala posición en aquella fiesta, tampoco dice que llevan más que una semana enrollándose y que le está vendiendo tanta droga que ella lo está consumiendo más de lo habitual cómo si no pudiera soportar la vida lo suficiente sin un poco de polvo en su nariz. Todo lo que hago es verla, quisiera que mis ojos le gritaran "habla", pero en este pequeño grupo pese a que la amistad es real y no nos juzgamos entre nosotros, todavía nos guardamos secretos.

— ¿Qué hay de ti, África? ¿Estás masticando a algún corazón? —Le pregunta queriendo dejar ir el tema de Levy.

—Nada serio, pero estoy quedando con un sueco. Solo sexo.

—Siempre es solo sexo —Se burla Albert devolviéndole el porro—. ¿Cuánto tiempo?

—Dos semanas, hace una Azhar lo conoció —Ella sonríe hacia mí con picardía—. Se sentó en su cara.

Albert de inmediato está riendo y yo le arrojo un beso antes de encogerme de hombros hacia Rebecca, ella me da una larga mirada como si fuese un secreto que aquí todos más de una vez se han prestado a los fetiches de África sobre ser vista y mimada.

— ¿Estás celosa de que no fuiste tú? —Molesto a Rebecca y ella me muestra la lengua antes de reír—. Él era bueno, sabía que te estaba gustando más que lo acostumbrado, África.

—Por ahora está bien —Se encoge de hombros—. Es el sobrino del Cónsul de Suecia, tiene un lado dominante en la cama que no suele gustarme, pero con él me excita por el momento. Acker, ese es el nombre del habilidoso pelirrojo.

—Te comes una polla política, tienes clase —Se ríe Rebecca—. Te gustan los de élite, a mí por el contrario me desarman los tipos del mundo bajo. Esos que te follan con desesperación, cómo si en tu cuerpo se encontrara la felicidad  y estabilidad que tanto desean conseguir —Se lame los labios obteniendo un efecto que me resulta exageradamente dramático—. Mi placer culposo.

—Por favor, no te excites en este momento —pide Albert acostándose sobre el césped—. Yo solo tengo una petición para follar: que hayan pollas. Mientras tenga una, estoy a bordo. No discrimino, me va todo.

No digo lo que me va porque parece que no tengo un gusto en particular. Una vez conocí a un chico gordo con unos ojos bellísimos y una voz de locutor que me puso muchísimo, cuando me invitó a almorzar, acepté y cuando lo invité a follar, aceptó. ¿Y sabes qué? Fue un polvo maravilloso, él tenía tanta confianza y conocimiento sobre el sexo que por poco me desarma. Fue cosa de una vez, pero me encantó. Esto deja en claro que siempre he sido más del momento, no tengo un placer culposo o al menos no lo tenía antes.

El Rostro de una MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora