Capítulo Dos: Gracias por tu compra.
Shaina.
¿Por qué mis bragas de rayas están guindando del pomo de la puerta de mi habitación? Las tomo con rapidez y corro a la pizarra para ver si alguna de mis compañeras de piso me dejó un mensaje al respecto y en efecto hay un mensaje sobre llamar a un plomero junto a un "conseguí tus bragas en mi ropa."
Saco mi teléfono y le marco a Azhar, un teléfono sobre el mesón vibra y me doy cuenta que es el suyo, suspiro y lo meto en un cajón del estante de la sala y le dejo escrito la ubicación del aparato en la pizarra. Como siempre, no hay ninguna nota de Priscila ¿Por qué nunca participa con nosotras?
El apartamento se encuentra vacío y eso me gusta. Nunca coincido con mis compañeras de piso, básicamente se siente cómo vivir sola y eso me gusta, porque soy muy mala para socializar y mi terapeuta ha llegado a decir que padezco algo de ser asocial además de mis molestos ataques de ansiedad.
A veces creo que soy el sueño de algún psicólogo: alguien tímido, con complejos de inferioridad, miedo de verse en un espejo y autoestima cuestionable.
Entro en mi habitación y me acuesto en mi cama, veo hacia el techo y hago mi ejercicio de cada día.
—Me gusta mi serenidad, mi amor por la lectura, mi paciencia, que soy trabajadora, me gusta...Mi cabeza. Lo amorosa que soy, la manera en la que puedo ser una gran amiga... ¿Qué más? Vamos, Shaina, solo tres cosas buenas más. Tú puedes.
¿Por qué tiene que ser tan difícil conseguir diez cosas que me gusten de mí? ¿Por qué me asusta admitir que encuentro aspectos rescatables en mí? Casi siento la burbuja de la ansiedad comenzar a emerger y no quiero que lo haga.
Tomo profundas respiraciones y me digo que está bien tomarme mi tiempo, que no me acelere y lo piense bien.
—Me gusta mi capacidad de dar segundas oportunidades, que no me rindo. Y por último, amo la manera en la que sigo luchando por vivir incluso si a veces quisiera rendirme...—Termino con un susurro.
Sonrío, lo hice. Logré hacer el conteo diario de diez cosas que me gusten de mí. Alzo mi pulgar y respiro hondo. Mi teléfono suena y veo que se trata de mamá.
—Mamá —respondo.
Hay unos segundos de silencio, siempre existen cuando me llama cómo si ella esperara que no responda – mamá es muy paranoica – y luego suspira. Desde que tengo uso de razón todas nuestras llamadas comienzan de esa forma. Ella siempre espera lo peor, cree que todo va a hacerme daño y que todos quieren lastimarme.
—Shaina... ¿Ya estás en el apartamento?
—Acabo de llegar, debo lavar mi ropa e iré más tarde a la librería. Cómo siempre no están ninguna de mis compañeras de piso, pero al menos Azhar dejó pruebas de que estuvo aquí.
»Dile a tío Shane que necesitamos un plomero que revise las tuberías del fregador. Por cierto, ¿Has hablado con Priscila? Mamá, ella nunca deja una nota o algo que nos haga saber que estuvo aquí, solo cuando escuchamos la música en su habitación.
—Priscila vino ayer a reunirse conmigo, estabas en el trabajo, no la viste. Ella prefiere evitarlas, no es una chica muy sociable, cariño.
—Entiendo, me alegra saber que al menos es real y respira —Rio y mamá lo hace conmigo—. Mamá, hay algo que me gustaría que hicieras por mí.
— ¿Qué sería eso, cariño?
—Sun Hee quiere venir al apartamento y que celebremos mis veintitrés años aquí, no es una fiesta —Aclaro rápidamente—. Es más cómo nosotras dos comiendo pizza y viendo películas, podrían intentar invitar a Priscila y Azhar, de esa manera compartiríamos juntas...
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El Rostro de una Mentira
Mystery / ThrillerEn un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personalidades, pero es en la ciudad de Sydney donde cuatro personalidades colisionan en una gran mentira y es esta ciudad la que se encuentra siendo...