Capítulo Cuarenta y tres: No uno ni dos, son tres
Odette
Siento la mirada de André sobre mí mientras miro mi atuendo para la fiesta de esta noche.
Una fiesta muy especial.
Sonrío ante la expectativa en tanto siento el nudo de mi toalla aflojarse un poco, pero no presto atención mientras mis dedos tocan la tela ligera del pantalón que usaré.
—Estoy deseando que caiga la noche —confieso y André suspira.
Volteo, encontrándolo con el cabello despeinado, sentado en lo que siempre llamo su súper silla y de espalda a su gran escritorio con múltiples pantallas.
Le gusta más las ciencias de la medicina y creación de fármacos que la tecnología, pero es increíble en ambas y eso me parece un rasgo bastante atractivo porque además de tener un rostro innegablemente atractivo en el que me encanta sentarme y al que me gusta besar, tiene una inteligencia aún más destacable.
Puedo contar con él para mis planes, me respalda e incluso llena los vacíos o elabora estrategias, está mejorando mi droga porque se propone conseguir que logré vivir sin ingerirla tan seguido, no teme a matar y no teme que yo siempre quiera hacerlo.
André es perfecto para mí.
—No tienes que preocuparte, estaremos bien —digo en un tono demasiado plano porque no soy buena consolando y ya tenemos bastante claro que la empatía hasta el momento parece ser algo de lo que carezco.
—No estoy preocupado por ti, Traviesa, sé que podrás cuidarte, sabes hacerlo, sin embargo, eso no implica que no me sienta inquieto de que te expongas.
—Sabemos que debía suceder, es el gran comienzo.
—Mi cabeza está en juego —Me recuerda.
—No rodará. Les dijiste a esos hermanos locos que todo saldría bien esta noche y lo hará.
Apoya los brazos a un lado de la silla y parece pensarse las palabras antes de volver a hablar.
—Estoy acostumbrado a actuar solo o junto a Jay por lo que sé la veracidad de los resultados, pero esta vez es diferente.
—Atlas lo hará bien —Muy a mi pesar admito las siguientes palabras—: en acción, él puede ser incluso mejor que yo, está mejor preparado.
—No es quién me preocupa.
Es Azhar, no tiene que decirlo en voz alta y tiene sentido que lo haga, pero trato de ser práctica en que ella lo hará bastante bien. Tiene suficiente ira reprimida para alentarla a hacer una matanza y los suficientes recuerdos para hacerlo sin errores.
—Es emocional, pero eso es lo que la impulsa a sacar lo mejor de sí misma.
—Pero está ese detalle especifico que ambos sabemos, podría generar un error y Azhar tiene que llegar a Austria o seré hombre muerto.
—No enviudaré antes de casarme.
—¿Vamos a casarnos? —pregunta arqueando la ceja y dándome la pequeña sonrisa que buscaba.
Camino hacia él y caigo sobre mis rodillas deslizando mis manos por sus muslos mientras me mira desde arriba.
—Me casaré con el único hombre por el que me pongo de rodillas —aseguro enganchando mis dedos en el elástico de su chándal y bajándolo, encontrándolo semi duro.
—No te tildaba por legal ni religiosa.
—Hacerte legalmente mío vale la pena y sobre lo religioso, no pisaría una iglesia —Envuelvo mi mano a su alrededor sintiéndolo crecer a lo largo y en grosor.
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El Rostro de una Mentira
Misteri / ThrillerEn un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personalidades, pero es en la ciudad de Sydney donde cuatro personalidades colisionan en una gran mentira y es esta ciudad la que se encuentra siendo...