Capítulo treinta y cinco: De cuando Odette le sonrío a André.
Odette
Tres años y medios atrás.
No puedo evitar seguir sus movimientos con mi mirada y no es la primera vez que lo hago. Él es alto y aunque trae una bata de laboratorio puedo decir que su cuerpo tiene músculos de una manera en la que me resulta curioso.
Es diferente a Denzel, pero eso no es malo, eso es muy bueno.
También sé que es nuevo o el último en unirse a todo este circo de control, experimentos y malicia.
No me habla, pero como las otras dos veces en la que me han dejado con él para que haga estudios y sus cosas científicas, tararea una canción en austro bávaro que, por alguna razón, comprendo. Tiene sentido mi dominio del alemán cuando me han movido constantemente a dicho país y desde que tengo uso de razón se me habla en ese idioma o el inglés, pero me sorprende incluso saber que lo que habla es austro bávaro, porque aunque sé que nací en Austria no recuerdo que alguien se haya interesado en enseñarme un idioma tan antiguo.
Hace mucho dejé de intentar entender por qué olvido cosas, por qué me lastiman, por qué soy una muñeca que se enciende y apaga, que es lo bueno y lo malo, por qué despierto muchas veces en donde sea que quede este lugar, otras en casa y otras desconozco siquiera en donde estoy de pie. Ya ni siquiera diferencio demasiado cuando estoy en Alemania, Austria o Australia.
Ya no presto atención a lo que dicen de mí, los dejo hacer y deshacer, pero tengo tan arraigado el sentirme como una especie de suprema que no me permito menospreciarme, aunque la hipnosis supone que debo moldearme a otro tipo de persona, creí escuchar a Nadine, la inútil civil que me ve como a su hija porque "me cuida," decir que me están "domando" como a un animal.
La voz del hombre de la bata blanca incrementa y arqueo una ceja mientras apoyo la barbilla de mi mano. No estoy atada porque nunca lucho, para ellos soy obediente, pero la verdad es que he aprendido a fingir darle lo que quieren para tener mayor movilidad y acostumbrarlos a una sensación de poder que no tienen.
Si esto es una cadena alimenticia, yo estoy por encima de ellos, pero les gusta engañarse con creerme su mascota, lo que es ofensivo, pero en este lugar ronda muchísimo la estupidez.
Su último proyecto es el querer adormecerme y está bien, porque eso es parte del proceso de salir de esto y de conocer mis límites. La hipnosis y el electroshock son bastante desagradables, por no decir que este último es doloroso, en algún momento podrían fundirme el cerebro o tal vez serán tan tontos como para ir por una lobotomía.
Estoy acostumbrada con el dolor porque crecí con el, también estoy acostumbrada a suprimir mis capacidades, a obtener y sacar tanta información como puedo, a manipular y adaptarme a ser lo que quieren para conseguir mis deseos y dar un paso más cerca de la libertad.
Eso es algo que número dos nunca entendió. Azhar lloraba, gritaba y a veces deletreaba en austro bávaro un nombre que yo entendía bien: Niklas. Murmuraba sobre que él mataría y vendría por ella. Las pocas veces que estuvimos juntas siempre tenía el rostro cubierto por una máscara de hierro o una venda y cuando le decía que parara con su escándalo, lo hacía como si le diera consuelo tener compañía, pero supongo que ellos lo notaron porque pocas veces nos dejaron estar juntas incluso si ella siempre estuvo atada. He escuchado que antes de ser Azhar se llamaba Sunny, cuando era una niña.
Y luego está número cuatro: Atlas. Él al igual que yo, nunca gritaba o se quejaba, pero su mirada helada siempre los intimidaba, también eran más crueles a la hora de experimentar, una vez pensé que sacarían sus ojos debido a las muestras que tomaban y él no gritó, pero entonces esa frialdad y serenidad les permitió darle cuerdas más largas, por lo que podía sentarme a su lado, tocarle la piel pálida y simplemente permanecer en silencio uno al lado del otro. Sin embargo, su falta de pasión y cooperación era lo que estaba condenándolo a ser eliminado y él me parecía tan genial que tuve que dejarlo ir. había una oportunidad para huir, era él o yo, tenía que ser él.
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El Rostro de una Mentira
Mystery / ThrillerEn un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personalidades, pero es en la ciudad de Sydney donde cuatro personalidades colisionan en una gran mentira y es esta ciudad la que se encuentra siendo...