Capítulo Veintiuno: alucinación vs realidad

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Capítulo veintiuno: alucinación vs realidad.

Shaina.


Cierro la puerta, verificando que el cartel de "cerrado" se encuentre visible y luego rio encontrándome con la espalda de Anders que se ha detenido viendo alrededor. Claramente tiene ya registrado cómo luce la librería, lo que me hace cuestionarme qué podría estar pensando en este momento, eso casi anula otro tipo de pensamiento:

Yo, Shaina Hawk, temerosa de la vida y defectuosa, me encuentro a altas horas de la noche en una librería cerrada con un hombre que me gusta y del que sé muy poco, pero a quien dejé que me tocara.

Mi mirada vaga desde su cabello castaño claro alborotado, deslizándose por sus hombros anchos, la espalda amplia que se reduce en su cintura de una manera atractiva; el pantalón negro que viste pese a no ser tan ajustado, de igual manera le moldea el trasero de una forma que me recuerda a las descripciones de protagonistas en libros de romance. Sin planearlo me muerdo el labio inferior y cuando mis ojos hacen el recorrido de regreso, me paralizo porque gira y al llegar a su rostro ya se encuentra esperándome con una sonrisa.

—Me gusta mucho cuando te pones traviesa.

Por alguna razón eso me hace sonreír antes de avanzar, pasando de él e yendo la mostrador en donde ya cerré la caja, porque puedo desear portarme mal, pero las responsabilidades del trabajo nunca las dejo atrás.

— ¿Estamos solos? —pregunta no muy lejos de mí.

—Sí, la librería ya cerró —Y dándome cuenta de cuán vulnerable me pone tal declaración, giro para agregar algo más—, sin embargo, quiero que sepas que una amiga sabe que estoy contigo.

Es una mentira, nadie sabe que me encuentro a solas con él y de hecho desactivé las cámaras de seguridad, algo que es una absoluta estupidez, pero que me hizo reír de forma baja imaginando lo enojada que se pondría mamá si lo supiera.

Pero volviendo a Ander, todo lo que hace es darme una sonrisa pequeña mientras acorta la distancia entre nosotros. Siento el borde del mostrador contra mi espalda y luego su cuerpo está casi presionado contra el mío en el momento en el que su rostro se inclina hacia mí.

— ¿Me dices eso porque estás asustada? —susurra.

—No me das miedo —Me sorprendo al escuchar mi voz decirlo.

Y me sorprende todavía más que sea una declaración muy genuina. Él no me da miedo.

Tengo miedo de mí, de mi mente, de la niña que estoy viendo, del control de mi madre, de los peligros de afuera y de la falta de control en mi vida, pero ¿Anders? Solo lo englobo junto al miedo cuando pienso en la idea de que esto, lo que sea que pase, no sea real.

¿Qué sucede si estoy alucinando? ¿Si todo está en mi mente? ¿Si él no existe o es solo algún hombre que vi y que se quedó lo suficiente en mi mente cómo para recrear escenas que se sienten muy reales? Eso me aterra porque suena loco y soñador, pero tratándose de mí, podría ser una absoluta realidad.

Pero mi mente no puede estar tan mal ¿Cierto? Él tiene que ser real porque no soy la única que lo ha visto. Pablo lo vio e incluso ese amigo de Azhar que vino aquella vez no pudo apartar la vista de él.

— ¿Eres real?

Demasiado tarde me doy cuenta de que he dicho las palabras en voz alta y de inmediato siento la sangre agruparse en mi rostro, pero él no se burla, en todo caso me toma una mano y la aplana contra el lado izquierdo de su pecho haciéndome sentir los latidos de su corazón, no están acelerados, son calmados y de alguna manera me ayudan a estabilizar mi propia respiración.

El Rostro de una MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora