Capítulo Veinticinco: Libre albedrío (+)Azhar.
Pasé años de mi vida siendo torturada de maneras atroces, tanto física, psicológica y emocionalmente, creo que lo más rudo era que todo ese daño venía de parte de mis padres, dos profesionales peligrosos obsesionados con la ciencia y la evolución humana.
Mis padres, los científicos Beckett, fueron todo lo que tuve al crecer, no tenían familiares o al menos que yo recuerde que fuesen cercanos, no me dejaban tener amigos y nunca fui a la escuela, me educaban en casa cuando no estaban jugando con mi cuerpo.
Ellos eran parte de la sociedad, de grandes fiestas de personas prestigiosas o eso decía cuando me daban un descanso y me presentaban cómo su dulce niñita, la niña de sus ojos, pero ni siquiera en esos eventos se me permitía hablar demasiado y a veces me llevaban a habitaciones ocultas y papá diría "ven, Azhar, déjame que le muestre a nuestros amigos cómo estás ayudando a la ciencia" entonces habría dolor o habrían lagunas cuando no pudiese recordar lo que hubiese sucedido.
Solitaria, así fue mi infancia junto al dolor incluso cuando estaba en casa y me sentaba en la mesa del comedor con mis padres o en el sofá, siempre me sentí sola...Nunca pertenecí, nunca fue aceptada, no era una persona, creo que fui un objeto.
No soy capaz de recordar cuándo comenzó todo ni siquiera puedo recordarlo completamente y lo agradezco, porque el eco de los dolores desgarradores, habitaciones blancas y la desesperación me atacan en pesadillas distantes y últimamente en recuerdos indeseados. Desconozco mucho de mi pasado, pero lo que ha salido a relucir ahora es real, sé que no es producto de mi imaginación.
Eso sucedió: maté a mis padres.
Y pese al impacto que eso trae consigo, me abruma más el hecho angustiante de no saborear un sentimiento de culpa, de no aborrecerme por el acto atroz que cometí en asesinatos sangrientos llenos de ira y resentimiento.
No siento dolor ni arrepentimiento. Saber que no volverán casi diría que me trae paz y es desconcertante porque esa no es la manera en la que tendría que reaccionar alguien al enterarse que ha cometido asesinato.
Sus cuerpos que antes imaginé frente a mí desaparecen, ya no me veo las manos cubiertas de sangre y ahora además de recordar gráficamente el cómo les arrebaté la vida, también recuerdo los días posteriores, no con precisión los años de daño que me infligieron, pero sí los días antes de que acabara con ellos.
Visualizo la manera en la que le dieron electricidad, inyectaron, abrieron y torturaron a mi cuerpo, el frío, la soledad, la sensación de creer que el dolor sería infinito y que un día moriría en sus manos incluso cuando quería vivir.
Oh, qué irónico es que la Azhar de esa habitación con diecisiete años pensara en vivir y huyera de la muerte mientras que la actual de jacta asegurando que no le importaría un día amanecer muerta. Entonces ¿Cuál de esas Azhar soy?
¿Realmente quién soy?
Me siento desorientada e incluso perdida, siempre creyendo que tengo el control de una vida que antes ni siquiera era mía. Aquí estaba, siendo una estúpida arrogante hablando de descontrol y vivir cómo si no hubiese un mañana cuando tal vez solo soy una trastornada asesina, el resultado de unos padres que nunca debieron tener una hija.
¿Sigo siendo la rata de un laboratorio?
¿Soy una farsa?
¿Su creación?
¡Dios! Esas dos malditas personas me quitaron todo. Me quitaron mi niñez, mis esperanzas, todo y todavía me siguen quitando porque por su culpa bloqueé el pasado, por su culpa desconozco muchas cosas de mí y por su culpa mi presente también se tambalea.
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El Rostro de una Mentira
Mystery / ThrillerEn un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personalidades, pero es en la ciudad de Sydney donde cuatro personalidades colisionan en una gran mentira y es esta ciudad la que se encuentra siendo...