Capítulo veintiocho: Víctima

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Capítulo veintiocho: Víctima.

Azhar.


La conozco.

Sé quién es.

Y ella está muriendo, pero antes de eso, está sufriendo.

Estoy sentada en el césped, lo puedo sentir debajo de mis manos y saboreo la sangre, pero frente a mí, él está abrazándola, no a la chica que conozco, pero sí a la otra, a la letal... La asesina de hoy.

La asesina está de espaldas y asiente mientras él la abraza y creo que después la besa.

La víctima llora, implora, se arrodilla y suplica en tanto sus dedos ensangrentados sin uñas atraen mi atención, tiene tanta sangre: en su boca en donde faltan dientes, en la esquina de uno de sus ojos, a un lado de su cabeza en donde falta una oreja, también en su pecho en donde solo lleva un sujetador y en donde le hicieron un corte en forma de equis.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta un hombre desconocido.

Es rubio y se agacha frente a mí sonriendo, algo en mí lo desprecia y quiere asesinarlo, porque ha hecho cosas, me ha hecho cosas. El rubio despreciable estira una mano con la que me toca la esquina de labio en donde sangro.

Me golpeó, fuerte y también me tocó.

Él es del pasado, cuando asesiné a mis padres, él vino por mí junto a Atlas.

Atlas me traicionó antes ¿Lo hará de nuevo?

—Te hice una pregunta, Azhar ¿O te llamo número dos?

—Te va a matar —susurro y me lamo la sangre del labio antes de sonreírle—, te hará sangrar y también me dejará hacerte sangrar.

—¿Quién? —pregunta con burla, deslizando la mano por mi rodilla hasta la cara interna de mi muslo, sus dedos rozándome de manera peligrosa.

—N —deletreo en austro bávaro, un idioma que no sé cómo conozco—. I. K. L. A. S.

»Te matará, te hará sangrar y yo también lo haré.

No atrapa el nombre, pero no le gustan mis palabras porque me golpea haciéndome caer de costado en el césped, lo que hace que vea el momento exacto en el que ella, la letal, se acerca a su víctima, le da el beso de la muerte y la empuja.

Grita.

Grita.

Cae.

Chapoteos y chapoteos, gritos de dolor y angustia porque los cocodrilos la devoran.

Y entonces Annie se queda en silencio.

Annie ahora está muerta.

Y yo veo al vacío mientras el rubio despreciable me golpea y habla sobre planes de los que no quiero ser parte.

***

Me veo frente al espejo y yo...Me asusto, cosa que antes me negaba a sentir.

Hace mucho tiempo me prometí a mí misma que no volvería a sentir miedo, hui de esa emoción en el momento en el que mis padres dejaron de respirar, pero supongo que todos tenemos debilidades o puntos que no son tan fuertes que a veces acaban con nuestras fachadas y creo que me estoy acercando a mi límite.

Tengo moratones en los brazos y mi labio inferior se encuentra roto al igual que la esquina junto a una inflamación cómo si hubiese sido golpeada, duele un montón, pero lo que en realidad me hizo acurrucarme en la esquina de la ducha fue ver moretones en el interior de mis muslos, marcas de dedos que me generaron náuseas y me hicieron vomitar en plena ducha al pensar cualquier manera en la que esas marcas pudieron haber llegado ahí.

El Rostro de una MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora