Capítulo veintisiete: La liberación de Shaina. (Parte I)
Shaina.
El apartamento es aproximadamente de las mismas dimensiones del de dónde vivo, pero se ve más cálido, tal vez se deba a que en sus paredes se encuentra infinidades de dibujos cómo los que hace de mí y también con diferentes estilos a blanco y negro o en colores. Es arte y parece que está comprometido en llenar las paredes, aún queda espacio.
Paseo mi mirada con ansias de percibirlo todo porque esto puede decir mucho de él, es otra manera de conocerlo y decido que me gusta.
Me gusta incluso si en la mesita frente al sofá algo viejo hay cajas de comida china y en dicho sofá hay manchones de comida, me gusta aun con el hecho de que las cerámicas de su piso se encuentran agrietadas. Es cálido y hogareño, me hace sentir segura.
Hace media hora pasó por mí, no hizo preguntas sobre por qué lo llamé, pero si me preguntó por qué me acordé de él siendo que hace tanto lo dejé plantado o eso cree él, porque la realidad es que hui cuando vi a mi padre.
No respondí a su pregunta y aunque por el gesto de su rostro supe que eso le incomodaba, se dedicó a poner música y llenar el silencio. Fue un viaje raro, no tan ligero y entusiasta cómo los otros. No le dije a dónde debía llevarme, él tampoco me preguntó y luego estábamos en estos edificios de ciudad Liverpool, subiendo en un ascensor, abriendo una puerta y su voz murmurando un "esta es mi cueva, traviesa."
Me acerco a una de las paredes viendo la manera en la que reflejó a la perfección una escena de un chico de cabello azul viendo al cielo que se ilumina con una lluvia de estrellas en tanto atrás todo parece escombros y su ropa está raída con cortes y sangre, pienso en un superviviente. Desplazo la mirada a un dibujo un tanto más romántico y sin darme cuenta comienzo a navegar en tanto arte cómo alcanzo a mirar. Intento absorberlo todo, su talento es tan amplio que difícilmente alcanzaré a apreciarlo en su totalidad.
Qué bien se debe sentir eso, saber que eres bueno en algo, no es un sentimiento con lo que pueda identificarme.
—Con tus dibujos sabía que tenías talento más cuando me dijiste que eres mangaka, pero no esperaba que tanto. Esto es asombroso...
También recuerdo que eludió hablar de ello, cosa que también hace en este momento no reconociendo mis palabras.
Cuando giro, lo encuentro sentado en su viejo sofá, viéndome con intensidad. Creo que Anders ha sido demasiado paciente conmigo, hablo poco y siempre me guardo muchas cosas, lo llamo cuando se me antoja y mayormente me cierro o huyo sin dar explicaciones.
Es curioso que no pierda el interés, francamente no lo entiendo y me gustaría mucho hacerlo, me es difícil creer, pero quiero tanto hacerlo.
—¿Por qué sigues aguantándome? —Me escucho preguntar.
—No puedo creer que en serio me hagas esa pregunta, parece obvio.
—En ese caso, supongo que me pierdo la obviedad de mi pregunta —respondo y enarca una ceja ante el tono en mi voz—. Respóndeme.
—No lo pides, lo exige —Hace un mohín con sus labios antes de mordisquearse el inferior—. Me gusta.
—Respóndeme.
—Ven aquí, Shaina —Me pide.
No me mueve, solo lo veo.
—Ven aquí y te lo diré, Shaina.
La manera en la que mi nombre suena en su voz denota la seriedad del momento, pero también se siente cómo un regalo teniendo en cuenta que pocas veces lo entona.
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El Rostro de una Mentira
Mystery / ThrillerEn un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personalidades, pero es en la ciudad de Sydney donde cuatro personalidades colisionan en una gran mentira y es esta ciudad la que se encuentra siendo...