52. Juguemos

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"Así que por favor explícame. ¿Cómo embrujaste a esos dos?"

Usualmente bromeabas y usabas el sarcasmo en situaciones así pero todo era diferente esta vez.

Voy a morir aquí pensaste. Te preguntaste por qué con ese hombre no pudiste sacar las agallas igual que con la bola de cerdos afuera del bar. Sin embargo, lograste comprenderlo el momento en que notaste su verdadera naturaleza: estas personas en verdad causaban terror. Eran del tipo de personas que con el fin de apagar su ira aniquilaban a su presa y a todo su medio ambiente.

"Shigaraki, eres un cínico, viejo. Dinos si necesitas ayuda." dijo alguien desconocido.

Shigaraki era su nombre. Qué aterrador.

Shigaraki no contestó, solamente te veía esperando que empezaras a hablar. Daba miedo. Consideraste una vez más ponerte tu saco de pícara pero en verdad te sentías como perro con la cola entre las piernas. 

Le contaste, con la voz quebrada, una versión muy corta y sin detalles de "la historia"  para que te dejaran ir. Su expresión seria nunca cambió. No hubo movimiento alguno en su rostro.

¿Qué estará pensando? pensaste

"Qué aburrido...llévensela." dijo sacudiendo una de sus manos. "Esa historia necesita un poco de...picante." continuó, sonriendo apenas en la última oración.

Los hombres que te habían llevado ahí te arrastraron a un cuarto oscuro dentro de lo que parecía un edificio viejo. Tomaron tus brazos y los contuvieron en algo que se sentía frío; metal. Cuando terminaron, se fueron.

La posición era bastante incómoda. No podías ver, por lo que el olor a humedad se hacía más evidente.

Te dejaron ahí por horas según tu criterio.

Estabas encadenada a la pared por las muñecas. Tus brazos dolían demasiado y tus piernas exigían descanso. Sin embargo, si tus piernas se rendían, tus brazos se jalaban y dolían demasiado. Con tan solo tenerte ahí por horas sin descanso era una tortura en sí.

Pensabas que tu vida se había resuelto; que no había necesidad de mantener la guardia alta. Pero te equivocaste y ahora pagabas las consecuencias.

Escuchaste que la puerta de tu "habitación" se abrió.

Volteaste a ver a una chica linda en chongos que parecía estar en bachillerato, viendo su uniforme.  Por un momento, pensaste que quizás la chica podría ayudarte. Sin embargo, notaste que en cuanto te vio, su cara se transformó. Sus pupilas se dilataron y su sonrisa se extendió. Parecía una muñeca endemoniada.

"Así que tu eres ella hmmm" dijo acercándose mucho a ti. "Hmmmm eres linda, sí muy linda jijiji" dijo sonrojándose. "Vamos, ¿juega conmigo sí?" te preguntó en una voz muy adorable. Sin embargo, su apariencia y la energía que radiaba eran cosas muy diferentes. Era como si pudieras ver su aura cínica y sangrienta.

"No creo que pueda jugar estando atada así no crees?" dijiste con poca esperanza.

Ella inclinó su cabeza en confusión. "Pero si te dejo libre vas a resistirte mucho al juego jijij, verás tengo mi juguete justo aquí" dijo en lo que apuntaba a su mochila.

"Me voy a divertir mucho utilizandote jiji, voy a tomar tu sangre..." te dijo acercándose de nuevo. 

¿Sangre dijo? pensaste

Sacó de su bolsillo un cuchillo plegable y te hizo una herida en la pierna. Fue tan rápido que no notaste el dolor hasta que sentiste caliente la pierna.

"¡Agh!" gritaste de dolor.

Tu sangre salía de la herida. Te dolía bastante y te daba miedo esta chica extraña. Parecía no tener límites ni remordimiento en lo que le hacía a los demás.

"Ah qué bonita te ves sangrando ahh" dijo aún más sonrojada.

Vieja loca pensaste.

Agarró su mochila y sacó algo que parecía ser una manguera, de la cual salió una aguja. ¿Había dicho que su mochila era su juguete?

"Voy a succionar tu sangre jiji, ¡¡¡va a ser genial!!" dijo e inmediatamente después clavó la aguja en tu herida y entonces ésta empezó a succionar tu sangre.

¡Eso no es una mochila! pensaste mientras te robaba tu sangre y sentías como poco a poco disminuía tu fuerza.

"Hmm, ya es suficiente." dijo sonriendo.

"Fue divertido, pero ya no te necesito jiji, que te vaya muy bien con Tomura jiji <3" se fue energéticamente dejándote sola en ese lugar una vez más y con una herida en la pierna.

¿En qué momento me poseyó el Eros? +18 (Aizawa, Dabi y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora