46. Nueva rutina

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"En verdad se ha puesto verdaderamente frío este invierno" escuchaste una voz. Volteaste a ver a tu vecina de "oficina" quien ha sido muy amigable desde que empezaste a trabajar en esa empresa. Tu oficina era en verdad un cubículo minúsculo con poca decoración pero había que ser positivos. Le sonreíste a tu compañera, "Es verdad, cómo desearía que volviera un poco del calor del verano."

Tu compañera arqueó una ceja, "Con que eso quieres eh..." dijo con un tono burlón.

Sabías a qué se refería pero no estabas de humor como para caer en sus provocaciones así que sólo te reíste y pretendiste estar bien como siempre. Habías llegado a una nueva ciudad y no tenías nada, por ende tuviste que arreglártelas sola y empezaste a trabajar.

Asimismo, entraste de nuevo a la escuela donde, por fortuna, habían revalidado las materias que ya habías cursado. Trabajando y estudiando a la vez, tu mente estaba ocupada al 100%, que era exactamente lo que estabas buscando. Estabas a punto de terminar tu carrera. Quizás con tu título tendrías un mejor trabajo que no te diera un sueldo miserable.

Tu vida ahora era normal. Estabas llevando el camino que la mayoría tomaba. Pensaste que eso te ayudaría pero después de 1 año de haber huido de Musutafu, aún cargabas con el peso del pasado.

Todos los días te levantabas, ibas a la escuela, salías y entrabas a trabajar hasta la noche. En todos tus descansos aprovechabas para hacer tarea, la cuál usualmente terminabas antes de llegar a tu pequeño apartamento. No tenías tiempo para pensar en otra cosa que no fuera escuela o trabajo. Eso es, mientras no fueran vacaciones en la escuela.

Experimentaste algo similar al síndrome de abstinencia de las drogas cuando no pudiste sublimar (cambiar por otra cosa) la energía sexual a tareas y proyectos escolares. Tener sexo asombroso todos los días te había vuelto dependiente a éste. Recordaste que en el verano de vacaciones ligabas a tantos hombres como pudieras y los llevabas a la cama como si fueran desechables. Te ganaste una reputación con tu amiga de trabajo y bromeaba sobre el tema.

Querías olvidar a esos hombres del pasado pero incluso sin estar ahí no te dejaban en paz.

La primera razón era que te habían dejado una marca literal en el antebrazo izquierdo; un corazón quemado que ya había cicatrizado. La segunda era que ninguno de tus ligues te satisfacían como lo hicieron esos dos. La tercera era que no podías olvidarlos, aunque no dijeras sus nombres: en tus sueños, en tus ideas y en tus encuentros sexuales siempre estaban presentes y eso hacía que los odiaras aún más.

"¿Vas a venir?" escuchaste y saliste de tu nube de pensamiento. Era tu compañera. Ya era hora de irse. Te habían invitado a salir a comer.

"No gracias, tengo que llegar a hacer tarea." -una mentira-

"Oh, son las finales ¿eh? ¡Entonces mucha suerte!" te dijo alegremente sacudiendo rápidamente sus manos diciendo adiós. Le sonreíste y proseguiste a guardar tus pertenencias e ir a casa.

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Llegaste a tu apartamento y te pusiste tus pijamas favoritas: eran de Pikachu. Te acostaste en tu cómoda cama y te quedaste profundamente dormida y, como era de esperarse, ellos ya te esperaban en el reino de los sueños.

Alto, delgado y quemado estaba Dabi.

Musculoso, desvelado y despeinado estaba Aizawa.

Ambos te veían con ojos feroces. Entonces, empezaste a caer y ellos se hacían más y más grandes y tú más pequeña. Te despertaste.

"Ugh, una pesadilla." dijiste pestañeando y volviste a cerrar los ojos para conciliar el sueño de nuevo.

¿En qué momento me poseyó el Eros? +18 (Aizawa, Dabi y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora