9. El reencuentro

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Al siguiente día, fuiste de nuevo al domicilio de Aizawa. Él te recibió y entraste a su casa aún con los hombros encogidos y la vista en el piso.

"¿Estás lista para tu primer día? Te estaré observando para ver si tienes lo necesario para quedarte oficialmente, mis gatos son muy importantes para mí."

"OSSU! (entendido)" le respondiste.

Te encargaste - o por lo menos lo intentaste- de hacer todo lo que Aizawa te había pedido: aspirar pelo, cepillar a los michis, darles comida a la hora establecida, jugar con ellos -sí con los 10-, limpiar sus areneros -había demasiada caca con 10 gatos-. Todo esto mientras Aizawa te observaba fijamente, riéndose de vez en cuando de tu torpeza natural; fue un poco incómodo para tí pues te ponía nerviosa que un hombre guapo te viera tanto.

Al final del día todos los gatitos se habían convertido en tus amigos pero tu estabas más que exhausta. Te sentaste un momento cuando escuchaste "meow", era Morfeo.

"Hola pequeño Morfeo, ¿qué pasó?"

"Meoow"

"Oh no me digas, ¿quieres más cariñitos?"

"Meeow".

Después de tu diálogo con el michi escuchaste un ruido, volteaste en esa dirección y viste que Aizawa estaba viéndote; se veía muy rojo "¿estás bien?" le preguntaste.

Aizawa recapacitó y se volteó, "eeh, sí; estoy bien, tu ehh, hiciste un buen trabajo, te espero aquí mañana; puedes irte". Aizawa se fue y te dejó sola; decidiste entonces salir. Él actuó un poco raro pero no te alarmaste.

Saliste de la casa; era ya un poco tarde y estaba oscureciendo rápidamente.

Llegaste a tu hogar, estabas asegurando tu bicicleta cuando de pronto sentiste que unas manos te jalaron al callejón que estaba detrás tuyo; no había gente a esa hora; se cayeron tus lentes en el proceso. Te asustaste muchísimo y aparte no podías ver muy bien.

Sin pensarlo dos veces, intentaste zafarte y gritar pero una mano te tapó la boca. No ibas a dejar que te hicieran daño así que sacaste tu "fua" interior (sacar el poder) y mordiste la mano.

"Demonios niñita sí que tienes agallas, me gusta."

Sentiste cómo se te erizó la piel al escuchar esa voz.

No lo podías ver porque aún te restringían sus brazos pero sabías perfectamente quién era. Tenías mucho miedo pues habías escuchado que este tipo era sumamente peligroso. Dabi acercó su cabeza a tu cuello e inhalo

"Hueles a gatito asustado," te dijo "no vas a poder escapar de mí por segunda vez, ¿sabes?"

Quisiste gritar pero él hizo un chasquido con sus dedos. Una brillante y amenazante flama azul salió de su dedo índice, "creo que entiendes que sucederá si gritas, o huyes, ¿verdad? eres por lo menos un poco inteligente quiero pensar".

Tus ojos empezaron a llorar; Dabi seguía detrás tuyo restringiéndote con los brazos. Se acercó a tu oreja y susurró:

"Ahora quiero que me expliques qué hacías en la casa de ese bastardo."

¿En qué momento me poseyó el Eros? +18 (Aizawa, Dabi y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora