Capítulo 4

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Narra Hugo

Cuando Sam dijo que se iba, me pareció el momento perfecto para proponerle a Eva que se quedase un rato más conmigo. No sabía qué me estaba pasando con esa chica, pero el sábado me perdí en sus ojos y no me volví a encontrar.

Por su nerviosismo, creo que a ella le pasaba algo parecido, pero no iba a quedarme con las dudas, evidentemente iba a aprovechar la tarde para preguntárselo de alguna manera.

Hugo: Voy a preparar zumo de naranja, ¿te apetece?

Eva: ¡Me encanta el zumo de naranja recién exprimido!

Hugo: Pues marchando.


Después de preparar los zumos, nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar de temas no muy importantes. Estábamos a poca distancia y su mirada azul clavada en mí, me ponía nervioso.

Hugo: ¿Puedo preguntarte algo? - Dije casi temblando.

Eva: Dime, claro. - Y me miró con nerviosismo.

Hugo: ¿Qué te pasa?

Eva: ¿Cómo? ¿Qué me va a pasar? Nada, estoy bien. - Respondió sorprendida por la pregunta.

Hugo: No me refiero a eso. - Dije tragando saliva. - Me refiero a qué te pasa conmigo. Cuando te he propuesto quedarte y estar solos te has puesto roja.

Eva: A ver, no. Es que no me lo esperaba simplemente. Pero no sé por qué no iba a quedarme. Me lo paso bien contigo. - Soltó con voz temblante.

Hugo: ¿El sábado lo pasaste bien conmigo? - Me atreví a decirle.

Eva: ¿A qué te refieres? No estoy entendiendo esta conversación. - Me miró tímida con una leve sonrisa.

Hugo: Ven, levántate. - Cogí su mano y la levanté. Y mientras sonaba reggaeton de fondo, la acerqué a mí y me puse a bailar igual que el sábado. - A esto me refiero.

Eva: Hugo, yo... - estaba realmente nerviosa - ¿Y tú?¿Disfrutaste bailando como lo estamos haciendo?

Hugo: Voy a intentar responderte de la forma más explícita posible. - Me acerqué a sus labios y notaba su respiración acelerada, igual que la mía. La besé, no puede reprimirme.


Al principio fue un beso corto y tímido, pero poco a poco introduje mi lengua para profundizar. Ella respondía a mis actos y nuestras lenguas encajaban a la perfección. De golpe se paró, subió la mirada hacia mis ojos, sonrió, y me besó de la misma forma apasionada.

Nos tumbamos en el sofá, la situación se nos estaba yendo de las manos, y queríamos más. No podríamos parar la pasión que se había creado en ese momento.

Bajé mis manos a su cintura, la miré y le di un beso en el cuello. Ella acariciaba mi pelo mientras suspiraba efusivamente.

Verdaderamente los dos teníamos ganas de más. Eva atacó mi cuello y yo podía notar mi erección.

La cogí en brazos, haciéndole notar lo que provocaba en mí, y cuando estábamos por subir las escaleras, justo detrás de nosotros se abrió la puerta.

Era Maialen, y cuando vió el panorama abrió los ojos de par en par, y volvió a cerrar la puerta. Bajé a Eva, nos acomodamos los dos como si no hubiese pasado nada y le abrí la puerta a Maialen.

En cuanto abrí, se nos quedó mirando, se estaba descojonando. Nosotros dos estábamos ardiendo y con las caras rojas. Eva me miró, me dió un beso en la mejilla, sonrió a Maialen y se fue corriendo.

Mai: La próxima vez avisa que tienes a una chica aquí - Me decía divertida y sin parar de reir.

Hugo: Lo siento mucho, no te esperaba tan temprano, siempre llegas más tarde.

Mai: Ya, es que me he saltado la última hora.

Hugo: Y tenía que ser hoy. - le repliqué a regañadientes - Mira que eres inoportuna eh...

Mai: Si hijo mío, lo siento. Pero bueno ahora mismo me vas a contar todo. ¿Cómo habéis llegado a este punto?

Hugo: Mai no sé, me gusta muchísimo, desde el sábado no me la quito de la cabeza. No sabía si a ella le pasaba lo mismo y necesitaba saberlo. Y ahora no sé si únicamente ha sido un rollo, o si le pasa lo mismo que a mi.

Mai: Pregúntaselo. Organiza algo y lo hablas con ella.

Hugo: ¿Y si me dice que no? - Solté preocupado.

Mai: Entonces ya tendrás la respuesta ranita, pero por el besito que te ha dado antes de salir escopetada, me da a mí que no te dirá que no.

Hugo: Bueno... voy a pensar cómo puedo apañármelas. De momento no le digas nada a nadie por favor. No quiero incomodarla ni que la gente se entere.

Mai: No te preocupes, no voy a decir nada. ¡Qué guay, va a ser nuestro primer secreto! - Me dijo y se acercó a abrazarme ya que me vio nervioso e inquieto.

Siempre nos quedará MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora