Narra Eva
Estábamos a domingo, el fin de semana se había pasado volando, no quería volver a la rutina, si hubiese podido parar el tiempo lo hubiese hecho, quería seguir pasando las 24 horas con Hugo, el estar con él me hacía evadirme de todo. Estaba pensativa recordando todos los momentos que habíamos pasado y él se dió cuenta.
Hugo: ¿Qué ronda por esa cabecita mi niña?
Eva: Estaba recordando lo feliz que me haces, no quiero que se acabe este finde. - dije apenada con la mirada en el suelo.
Hugo: Eyy bebé mírame a los ojos, no te me pongas así, este va a ser el primer finde de muchos que vamos a pasar juntos, tú y yo solos.
No se como lo hacía pero siempre tenía las palabras adecuadas para calmarme, le abracé fuertemente, en sus brazos me sentía protegida y segura.
Nos trajeron el desayuno a la habitación y cuando acabamos de comer, quería pegarme una ducha rápida. Le dije a Hugo que me iba duchar y me hizo un puchero, diciéndome que quería entrar conmigo. Yo también quería que entrase, pero fingí que no para ver qué hacía.
Puse música relajante para evadirme un poco, y con los ojos cerrados bailaba lento. Mientras el agua y el jabón caían por mi cuerpo, noté unas manos abrazándome por la cintura. Sabía que no podría resistirse y entraría. Y lo mejor de todo es que no me dí ni cuenta de que la puerta se había abierto, lo que me hizo estremecer y sonreír.
Pasamos más rato de lo que esperaba duchándonos juntos, acariciándonos, besándonos y demostrándonos mútuamente lo felices que éramos de estar viviendo todo aquello.
Llegó la hora de volver a casa, dejamos la tarjeta de la habitación en recepción y nos montamos en el coche. En el trayecto había un silencio pero no era para nada incómodo. Me puso la mano en mi muslo y siguió conduciendo hasta llegar a mi casa.
Hugo estacionó enfrente de mi portal, me cogió la cara y me dió un beso de despedida. No quería separarme de él pero era lo que tocaba.
Subí las escaleras y cuando entré por la puerta encontré a mis cuatro amigos sentados en el salón.
Sam: Pero mirad quién ha llegado y qué carita nos trae - vino corriendo con Mai hacia a mí gritando las dos emocionadas- ¿Qué tal con mi hermano?
Flavio: ¿Con Hugo? ¿Qué pasa con Hugo? - me miró extrañado.
Bruno: Evita, ¿tienes algo que contarnos? - preguntó con una sonrisa vacilona.
Ante las insistencias de mis amigos tuve que contarles todo, desde la primera vez que quedamos hasta el magnífico finde que habíamos pasado juntos, mientras lo contaba no se me quitaba esta sonrisa de tonta.
Todos vinieron a abrazarme, diciéndome que se alegraban por nosotros y que así podíamos quedar los seis para hacer cosas de pareja, aunque no sé si eso se iba a realizar, ya que a nosotros esas cosas no nos gustaba, sino que nos gustaba más vivir el momento.
Estaba por meterme en la cama,cogí el móvil para ponerlo en modo avión y de repente me llegó un mensaje.
Hugo: Ya te echo de menos bebé.
Eva: Yo también, la cama es muy grande si tú no estás a mi lado.
Hugo: Bueno mi niña, muy pronto vamos a volver a dormir juntitos, sólo quería desearte buenas noches.
Eva: Buenas noches Hu, descansa. Te quiero.
Hugo: Yo también te quiero pequeña.
Leí el último mensaje con una sonrisa, era la primera vez que nos decíamos te quiero, aunque hubiese sido escrito por mí, era muy especial y me emocionaba. Poco a poco fui cerrando los ojos y me quedé dormida pensando en el rubio que había llegado a mi vida para descolocármela.
ESTÁS LEYENDO
Siempre nos quedará Madrid
Teen FictionDos caminos que se cruzan en una estación de tren de Madrid. Eva y Hugo se mudan a Madrid para estudiar. Desde su primer encuentro y un seguido de coincidencias de la vida, sus vidas les llevan a conocerse más a fondo. Eva conoce al Hugo despreocupa...