Capítulo 34

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Narra Eva:

Me desperté y noté que estaba sola en la cama. Recordaba haberme dormido abrazada a Hugo, pero no estaba a mi lado. Me incorporé un poco y vi la ventana abierta. Seguramente había salido a fumar, así que me acerqué al balcón y ahí estaba él, sin camiseta y fumando mirando al horizonte.

Eva: Te parecerá bonito dejarme sola en la cama... - le dije mientras acariciaba su torso desnudo.

Hugo: No podía dormir pequeña. - se giró para mirarme y me di cuenta de que tenía los ojos rojos. ¿Por qué había estado llorando?

Eva: ¿Qué ronda por esta cabecita? Tienes los ojos rojos, ¿has estado llorando?

Hugo: Yo no lloro nunca - soltó escondiendo su cara en mi cuello.

Eva: Ya claro. Venga amor, que soy yo, puedes contármelo.

Hugo: No es nada grave, es que ya sabes que la música me recuerda a mi padre, y hoy me he sentido más cerca de él que nunca. Y le echo de menos, mucho, muchísimo. Ojalá hubiera podido estar ahí hoy cantando conmigo.


El Hugo sincero y vulnerable era uno de mis Hugos favoritos. Después de esa confesión, no pude más que abrazarlo y mostrarle que yo iba a estar siempre a su lado. Las palabras no salían de mi boca, creo que con hechos se demuestran más las cosas.

Me lo llevé dentro de nuevo. Él se sentó en la cama cabizbajo y yo no podía parar de mirarle.

Eva: No quiero que después de lo que has hecho hoy estés así de triste. Es una mierda que tu padre no esté para verlo, pero estoy segura de que te ha visto desde dónde esté. Y es más, estoy segura que te sigue viendo, y que lo último que quiere ver es que después de que su hijo se haya ganado el cariño de todo el público de un local, ahora está triste. Él está feliz ahí arriba viéndote triunfar y sabiendo que todo lo que sabes te lo enseñó él. Así que alégrame esta cariña por favor.


Me miró sonriendo y negando. No me respondió, solo se lanzó a mis labios para decirme con sus actos lo que con su voz no podía.

Empezó a acariciarme la cintura mientras besaba mi cuello. Yo cerré los ojos y me dejé llevar por el placer que me daba. Sus labios empezaron a descender, haciendo un lento recorrido por mis pechos, mi barriga y llegando hasta mi intimidad.

Hundió su lengua ahí, haciéndome ver las estrellas. No podía parar de gemir. Profundizó más y llegué al orgasmo. Hugo me miraba orgulloso, le encantaba saber el placer que me generaba.

Me puse a horcajadas encima de él, cogí su miembro y lo introduje en mí. Mis movimientos eran lentos, suaves, llenos de sentimiento. No quería una noche de sexo salvaje, porque lo que él más necesitaba en ese momento era cariño y sentimiento.

Y así fue como, sin parar de mirarnos y disfrutarnos, llegamos conjuntamente al clímax. Me enamoraba aún más cuando lo hacíamos de esa manera, ya que sentía ese amor tan sano que nos teníamos el uno al otro.

Entrelacé mis manos con las suyas y nos tumbamos, frente a frente. Me dio un beso en la frente y no pude evitar sonreír ante esa acción tan cariñosa.

Hugo: Eres lo mejor que me ha pasado. Gracias por lo que me has dicho antes y gracias por demostrarme que siempre vas a estar. Te quiero muchísimo.

Eva: Gracias a ti hacerme sentir la mujer más feliz del mundo a tu lado. Yo también te quiero, es recíproco.


Después de esas palabras y un tierno beso en los labios, me abrazó por la cintura y caímos rendidos en un sueño profundo.

No sabía qué hora era, pero el móvil de Hugo sonó y me despertó. Abrí un ojo y vi como se iba al balcón para responder la llamada. Me fijé en el reloj y eran las 9 de la mañana. ¿Quién llama un domingo a las 9?

Eva: Buenos días bebé. ¿Quién era? - le pregunté mientras entraba.

Hugo: Nadie, no te preocupes, todo va bien. - respondió no muy convencido.


Quería saber qué había pasado en esa llamada, pero tenía que darle su espacio así que no iba a atosigarle más con el tema. Lo dejé pasar.

Me levanté y preparé el desayuno para los dos. Lo llevé hasta la cama y desayunamos juntos entre las sábanas. Seguidamente, entramos a la ducha para despejarnos y empezar el día.

Hugo: Cariño... - soltó en mi oído.

Eva: Dime.

Hugo: La llamada... de esta mañana...

Eva: No necesito que me lo cuentes si no estás preparado.

Hugo: Era un representante de Sony. - abrí los ojos y me giré para mirarle.

Eva: ¿Sony? ¿Sony Music? - dije sorprendida.

Hugo: Estuvo ayer en el bar, y me ha dicho que vaya mañana por la tarde a hacer una prueba. Les gustó cómo cantaba y cree que tengo futuro.

Eva: Es que tienes futuro, no me cansaré de repetírtelo, eres increíble. Te lo mereces mucho.


Ese domingo hicimos un picnik en el parque con nuestros amigos. Hugo no quiso decirles nada respecto a lo de Sony, porque tenía miedo de que las cosas no fueran como él esperaba. Yo no tenía ninguna duda de que todo iría genial. Él tiene mucho talento, y si a eso le sumas que Sony le llamó, sólo podía significar una cosa. De todas formas, no me entrometí, ya decidiría él cuándo contarlo.

Pasamos la tarde ahí, todos juntos, contándonos anécdotas divertidas de nuestras vidas antes de conocernos, y el tiempo se pasó muy rápido. Era hora de volver a casa, y le dije a Hugo que si iba a venir a dormir conmigo pero él negó.

Hugo: Creo que esta noche necesito estar solo para pensar en todo. No te preocupes, todo está bien pequeña.

Eva: Vale... pues mañana cuando salgas de la prueba me dices. - solté con voz triste, y él lo notó pero no hizo nada para remediarlo.


Me fui a casa con mal cuerpo. No me gustaba que Hugo pusiera distancia entre nosotros cuando algo le preocupaba. Era cierto que últimamente dormíamos casi siempre juntos y no nos despegábamos, y no está mal querer espacio de vez en cuando. Yo era su novia, quería estar en las buenas y, sobretodo, en las malas. Siempre, el uno para el otro. Pero ese día, él no quiso.

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¿Problemas en el paraíso?

¿Por qué Hugo no quiso dormir con Eva esa noche?

Siempre nos quedará MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora