Capítulo 36

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Narra Eva:

El domingo me fui a casa con mal cuerpo. Realmente era normal que Hugo quisiera tiempo para él. Últimamente estábamos durmiendo juntos todas las noches, casi compartiendo piso. Y era necesario también echarnos de menos. Aunque me apetecía pasar tiempo con él, y creo que él sentía lo mismo.

Pero ese día estaba diferente, como ausente. No lo entendía ya que le habían dado una buena noticia. Pero hice lo que pensé que era mejor, le dejé su espacio y no le escribí.

Él tampoco me escribió a mí, y me dolió ya que se había dado cuenta de que me había ido mal del parque. Pero lo dicho, necesitábamos echarnos de menos.

Al día siguiente tampoco le envié el mensaje de buenos días, ni él a mi. Dolió, dolió mucho. Ambos teníamos clase, pero me sentía mal. No quería ninguna situación tensa con él, y creía que era lo que estaba pasando.

Al llegar a casa al mediodía, le escribí para desearle suerte con lo de Sony. Consideraba que aunque estuviera medio molesta, él merecía mi apoyo. Y seguro que lo agradecería.

Pero me salió el tiro por la culata. Ese mensaje que yo pensé que volvería a unirnos y apaciguaría las aguas, se volvió en mi contra. Hugo lo leyó y no me respondió.

Me hundí. No sabía qué le estaba pasando por la cabeza para apartarme de su vida y de ese posible nuevo proyecto tan importante que podía venirse. Me quedé encerrada en casa todo el día, no tenía ganas de hacer nada. Era increíble cómo una persona podía influir tanto en mi estado de ánimo. Y eso me asustaba mucho, porque sentía que no podía vivir sin él. Y tenía que hacerme valer.

Todos valemos por nosotros mismos, no necesitamos a nadie, pero sí que es bonito tener a ese alguien a tu lado. Y más de la manera que estábamos Hugo y yo antes del domingo, haciéndonos tanto bien y respetándonos tanto.

Igual estaba exagerando con lo ocurrido, pero tenía que bajarme la regla y estaba muy sensible, así que todo me lo tomaba como algo personal. Tenía la esperanza de que Hugo me llamase al salir de Sony, pero eso tampoco ocurrió. No tuve noticias de él en todo el lunes.

Eso podía significar que la reunión había ido mal, que él quería acabar lo que tenía conmigo, o que simplemente teníamos que volver a definir en qué punto estábamos.

Dudé en escribirle de nuevo para preguntarle qué tal había ido con Sony, pero finalmente no lo hice. Él no se había ni molestado en responderme el mensaje, así que, con todo mi dolor, bloqueé el móvil y esperé su mensaje que no llegó.

Lo único que tenía claro es que estaba mal, estaba triste. No podía evitarlo. No quería perder a mi niño rubito de ojos verdes que me volvía loca, y aunque intentara convencerme de que él a mí tampoco quería perderme, sus acciones no decían lo mismo esos últimos dos días.

Por la noche llamé a Sam. Ella no estaba en casa y tampoco sabía nada de Hugo. Me puse a llorar con ella, le expliqué cómo me sentía.

Sam: Cariño... no pienses que mi hermano quiere alejarte de su vida, porque nunca jamás lo había visto tan enamorado y tan feliz como desde que está contigo. Así que por favor, quítate esta idea de la cabeza.

Eva: Ya lo sé Sam, si todo iba bien. Pero yo que sé... estoy muy triste, estoy preocupada, necesito saber algo de él. Aunque me envíe un mensaje para decirme "hola", pero así sabría que le sigo importando y que sigue vivo.

Sam: Claro que le importas Eva, no lo dudes ni un segundo. La gente no deja de importante de la noche a la mañana. Ahora estás sensible y por eso piensas esto. Pero basta de autodestruirte mi niña, que tú vales mucho.

Eva: ¿Y si me deja?

Sam: No te va a dejar, pero si te deja, voy a estar a tu lado y vamos a superarlo juntas. Porque en esta vida lo único que no tiene solución es la muerte.

Eva: Ya lo sé. No dependo de él, pero me gusta la relación que tenemos y no quiero imaginarme vivir sin eso.

Sam: Es que no tienes que imaginártelo, creo que estás yendo demasiado lejos con estos pensamientos. Así que basta ya. Ahora mismo te vas a poner una de estas pelis raras que te gustan a ti y te vas a comer una tarrina entera de helado. Y mañana será otro día.

Eva: Gracias por siempre estar a mi lado, por animarme y por confiar en mí incluso cuando yo no lo hago.

Sam: Buenas noches cariño, nos vemos mañana en la universidad. Descansa por favor, que lo necesitas. Te quiero mucho.


Y así lo hice. Seguí los consejos de mi amiga. Me relajé un poco y me quedé dormida bastante rápido. Estaba agotada de haber estado llorando todo el día.

Sonó el despertador para ir a la universidad. Seguía sin noticias de Hugo. Ahora ya sí me estaba empezando a cabrear. Le había pedido que me informara sobre la reunión porque sabía que era importante para él, y nada. Ni un maldito mensaje.

Definitivamente, la tristeza se convirtió en enfado, y así me fui a clase. Sam seguía intentando calmarme, pero yo estaba en bucle y no podía parar. Me daba cuenta de lo tóxica que estaba siendo conmigo misma, así que a la hora del descanso decidí parar. Lo primero era mi felicidad, mis ganas de vivir la vida y el optimismo que me caracterizaba.

Seguía enfadada, pero mi preocupación principal ya no era esa. Estaba centrada en las indicaciones que me daba Ivan, porque eso sí iba a ser importante para mi futuro, y ya que decidieron confiar en mí, no podía defraudarles.

Cuando salí de clase, me fui directa a mi piso. Tenía un hambre de locos, ya que la noche anterior solo había comido tres cucharaditas de helado.

Al abrir la puerta, me encontré algo que no esperaba, y no sabía si me estaba haciendo ilusión o si tenía ganas de pegarle.

Allí estaba Hugo, me había preparado la comida y tenía carita de pena. Se lo merecía, me había hecho sufrir durante las últimas horas, así que no le iban a bastar unos cuantos besos para solucionarlo.

Pero ay... qué carita tenía, era para comérselo entero. "No, Eva, estás enfadada, recuérdalo" me dije a mí misma antes de mediar palabra.

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¿Le perdonaríais así tan fácil? ¿Creéis que Eva se lo pondrá difícil?

Yo la verdad que con la carita de Hugo... no me resistiría hahahaha ¿y vosotrxs?

Siempre nos quedará MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora