Capítulo 40

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Narra Eva:

El piso era increíble, con un gran ventanal en el techo del comedor, que le daba un montón de luz. Al ser un ático, no se escuchaban los ruidos de la calle y me sentía tranquila y segura.

El comercial nos había bajado 90 euros del precio del alquiler. Si ya nos salía a cuenta sin esa rebaja, ahora íbamos a poder vivir aún más tranquilos

Estaba sin amoblar. Hugo eso lo veía como un pequeño problema, pero le convencí de que de esa manera, íbamos a poder decorarlo a nuestro gusto, y convertirlo en nuestro hogar de una manera más intensa. Él accedió, siempre lo hacía cuando se lo pedía con carita de niña buena.

Nos dieron las llaves el día siguiente, y fuimos directos a Ikea para comprar todo lo que necesitábamos. Tampoco era mucha cosa, ya que la cama se la iba a llevar él del otro piso porque era suya, y los electrodomésticos de la cocina nos los dejó finalmente el propietario.

Íbamos a instalarnos ese mismo fin de semana, el viernes para ser exactos. Ya les habíamos dicho a nuestros respectivos compis de piso las intenciones que teníamos desde hacía tiempo, así ellos también podrían reorganizarse.

Eva: Amor, ¿te apetece invitar a nuestros amigos en cuanto nos hayamos instalado y hacer una fiesta de inauguración?

Hugo: ¡Si! Qué buena idea, así les enseñamos cómo nos ha quedado todo. Pero con una condición.

Eva: ¿Cuál?

Hugo: Nada de alcohol. No quiero que nuestro nidito se quede hecho una mierda por favor.

Eva: No puedo estar más de acuerdo contigo.


Esa semana estuvimos muy ocupados. Entre los estudios, el trabajo, los ensayos y la mudanza, se nos iban los días de las manos. Estábamos los dos muy cansados, pero siempre que nos costaba seguir, nos animábamos el uno al otro a continuar, recordando lo que hacíamos era un proyecto para nosotros y que lo deseábamos mucho.

Colgamos cuadros en el salón y en la habitación, colocamos unas lámparas en el comedor, y compramos un sofá enorme. Para nosotros, los domingos de sofá y película eran sagrados, así que era importante que fuera cómodo y grande.

El viernes por la mañana, en cuanto lo vi acabado, las lágrimas no podían parar de salir de mis ojos. Eran lágrimas de emoción por ver lo que habíamos conseguido juntos, lo que estábamos a punto de empezar, lo que se nos venía encima. Y yo, no podía ser más feliz de haberle elegido a él. Nos complementábamos y nos entendíamos a la perfección, solo bastaba una mirada. Nunca antes había tenido esa conexión con alguien, ese amor tan desinteresado y sano, esa sensación de sentir que rozaba el cielo solo con solo saber que lo tenía a mi lado.

Hugo: ¿Por qué lloras mi niña? - soltó preocupado.

Eva: Porque esto es el principio de toda una vida juntos - me abrazó muy fuerte y dejó un beso en mis labios.

Hugo: Pero eso es algo bonito, no es para llorar...

Eva: Me emociono, porque tengo al mejor compañero de vida.

Hugo: Te quiero - una lágrima cayó por su mejilla. - Anda mira, has provocado que hasta el duro de Hugo se emocione - dijo soltando una sonrisa sincera.

Eva: Tú no eres duro, - acaricé su mejilla secando la lágrima - pero será nuestro secreto. Que el resto del mundo te vea así, yo conozco al verdadero Hugo. Y... le quiero con toda mi alma.


Nos fundimos en un abrazo, empezamos a besarnos y se calentó el ambiente. Acabamos en la habitación, estrenando nuestra cama. Otra primera vez con él, allí, en nuestro nidito de amor.

Preparamos todo lo necesario para la inauguración del piso. Nuestros amigos iban a llegar sobre las ocho de la tarde así que nos dio tiempo de hacerlo todo.

Sam y Flavio fueron los primeros en llegar. Les seguían Mai y Bruno, y después llegaron los demás.

Estaban alucinados con lo bonito que nos había quedado todo, y no me extrañaba, porque la verdad es que Hugo y yo teníamos muy buen gusto. En otra vida, podríamos ser diseñadores de interiores.

Sam: Amiga, estoy muy feliz por vosotros. Al fin mi hermano se ha sentado la cabeza con alguien, y qué suerte que haya sido contigo. Os merecéis ser felices.

Eva: Ay Sam, no me digas esto que estoy extremadamente sensible, no sé por qué, y me pondré a llorar - nos fundimos en un abrazo.

Sam: Pues tengo la teoría de que hay una cosita que provoca la sensibilidad máxima en una mujer...

Eva: Ilumíname con tus teorías, a ver.

Sam: ¿Tienes la regla?

Eva: No, tiene que bajarme en una semana.

Sam: Uf, peor me lo pones. Bebito a bordo, hormonas revolucionadas.


Abrí los ojos ante sus palabras. Hugo me había dicho que hacía días que no utilizábamos métodos anticonceptivos, pero estaba tan cachonda que no le hice caso. De todas formas, no iba a preocuparme, porque aún no tenía ningún retraso, así que todo iba según lo previsto.

Eva: Deja de decir tonterías, Sam. ¿Qué pasa que quieres ser tita ya?

Sam: Me encantaría.

Eva: Pues lo siento - solté a carcajadas -. De momento no hay bebé a la vista. Pero algún día lo habrá, y ten claro que tu serás su madrina.


Normalmente esas conversaciones las teníamos borrachas, y al día siguiente hacíamos como si no nos acordáramos. Pero hoy estábamos más que conscientes las dos, y hablando de hijos. ¿Qué nos estaba pasando? Igual ambas estábamos ovulando y por eso teníamos las hormonas alteradas. Aún así, la imagen de mi hija en mis brazos vino a mi cabeza y no pude evitar sonreír. Era apurado, demasiado pronto y Hugo y yo éramos jóvenes, pero tenía claro que mi instinto maternal estaba más presente que nunca.

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Eva sensible y con el instinto maternal por las nubes... ¿Se viene bebito? ¿Qué opináis? Os leo!!!!


Por cierto, gracias a todxs lxs que me animaron a seguir. Puede que darle al "like" parezca una tontería, pero realmente ver que a los demás os gusta lo que escribo, me ayuda a motivarme y a dar lo mejor de mí :)

Siempre nos quedará MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora