Narra Hugo
Menuda bienvenida, querido Madrid. Intentaba estar contento y de buen humor pero mi ex novia no estaba poniéndome las cosas fáciles. ¿Tan difícil es de entender que alguien ya no quiera estar más contigo? Parecía que para ella sí.
Había una fiesta en mi piso, lo sabía porque Mai y Sam lo habían organizado para conocer a más gente, pero de lo último que tenía ganas en ese momento era de quedarme y socializar. Acababa de discutir con mi ex novia, y quería estar solo, así que decidí bajar a la discoteca más cercana y pedir una copa, no necesitaba que nadie me acompañase.
De repente vi entrar a un grupito de personas, y me di cuenta que eran mi hermana y sus amigos. Estupendo, yo aquí solo, borracho y encima le había hablado fatal a Sam sin que lo mereciera.
Vi acercarse a mi hermana con cara de pocos amigos.
Sam: ¡Hugo! ¿Se puede saber en qué momento se te pasa por la cabeza irte así cuando la fiesta la han organizado para nosotros?
Pero yo no le hacía caso, ni la contestaba ya que me había quedado embelesado de esa morena con ojos azules, que me miraba tímidamente sin saber qué decir.
Eva: Sam, ¿qué quieres tomar? Voy a ir pidiendo mientras hablas con él - Le dijo la morena a mi hermana.
Sam: Para mi un gintonic, cargadito por favor, que veo que tendré que aguantar a éste rallado toda la noche.
Hugo: Oye basta, que no eres mi niñera. ¿Puedes pedirme otro para mí, por favor? - Le dije guiñandole el ojo.
Eva: Si, ¿cargadito también? - Me dijo con voz intimidante. Yo solo asentí.
Sam me estaba pegando la chapa diciéndome que tenía que ser agradable y simpático, que acabábamos de llegar y nos habían integrado en un grupo muy bonito y que no podía cagarla ya el primer día. En realidad, sé que tenía razón, pero Aurora tenía el poder de ponerme de los nervios con una sola palabra, y eso es lo que había conseguido aquella noche.
Pero decidí hacerle caso a Sam ya que la morena que se estaba aproximando con los cubatas me había llamado la atención y me apetecía conocerla. Y bueno, ya si eso a los demás también, pero primero a ella.
Se acercó a mí y me entregó la copa que le había pedido. Iba preciosa, con unos pantalones de traje anchos, un top plateado, el pelo suelto y un maquillaje muy discreto, haciendo que resaltaran sus ojazos que me habían vuelto loco. Y qué decir de su boca maquillada con ese rojo tan potente.
Eva: Toma, aquí tienes lo que has pedido
Hugo: Gracias preciosa, perdona mi actitud de antes. - Me disculpé. - ¿Cómo te llamas?
Eva: A buenas horas preguntas tú eh. - Respondió con una sonrisa que no supe comprender.
Hugo: Ya, bueno. Cuando he bajado las escaleras no estaba en mi mejor momento, pero espero poder estar a tiempo de arreglarlo.
Eva: Me llamo Eva, y soy la compañera de piso de Flavio y Bruno, el novio de Mai.
Hugo: Algo me dice que vamos a coincidir más de lo que pensamos entonces. - Dije con una sonrisa pícara.
Eva: Quién sabe. Quizás sí, quizás no. - Replicó sonriendo. Y yo me perdí en sus labios rojos, tenía muchas ganas de besarlos.
Hugo: ¿Me acompañas fuera? Parece que aquí sobramos un poco, están todos bailando muy acarameladitos...
Eva: ¿Sam y Flavio? Dios, es que lo sabía... por el nerviosismo de Flavio al verla en vuestra casa, y por la miraditas que se llevan echando toda la noche.
Hugo: Entonces, ¿me acompañas? - Ella asintió, cogí su mano y salimos.
Me encendí un cigarro y vi que Eva ponía una cara rara. Me dijo que no le gustaba ver cómo la gente se jodía sus pulmones y ella no podía hacer nada al respecto. La sonreí, y tiré el cigarro casi entero al suelo. La verdad es que no salí para fumar, sino para estar solo con ella a solas y poder hablar más tranquilos.
Hugo: ¿Cuánto hace que vives en Madrid?
Eva: Me acabo de mudar, llegué ayer.
Hugo: ¿Y este cambio a qué se debe?
Eva: ¿Esto es un interrogatorio ahora? - Dijo con un tono vacilante-. He venido porque estudio interpretación y considero que mi futuro laboral puede ser más satisfactorio en Madrid que en mi pequeño pueblo de Galicia. ¿Y tú, cuánto hace que llegaste?
Hugo: Pues justamente ayer también, y ya me puse nervioso solo de pisar la ciudad. No había taxis disponibles y tuvimos que robárselo a alguien que lo había pedido.
Vi que Eva ponía una cara rara. Esperaba no haberla cagado, no creo que se asuste al saber que los taxis de Madrid están muy solicitados, al final hay otras opciones de movilidad. Le propuse volver a entrar para bailar y seguir disfrutando con nuestros amigos. Eso sí, sin quitarle ojo, y bailando pegados. Esta chica provocaba en mí cosas que ni yo era capaz de entender, y parecía sentirse cómoda bailando conmigo.
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Siempre nos quedará Madrid
Novela JuvenilDos caminos que se cruzan en una estación de tren de Madrid. Eva y Hugo se mudan a Madrid para estudiar. Desde su primer encuentro y un seguido de coincidencias de la vida, sus vidas les llevan a conocerse más a fondo. Eva conoce al Hugo despreocupa...