Capítulo 50

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Narra Eva:

Después de dos días malos, el sol volvió a brillar de la mejor manera posible. Cuando Hugo llegó al hotel y me dijo todo eso, no pude evitar caer rendida a sus pies. Yo sabía cómo era, y lo aceptaba con todo. Yo tampoco era perfecta, y aun así él también me aceptaba. Creo que lo más sano de una relación es esa comprensión y respeto mutuos que Hugo y yo nos teníamos.

Ese mismo día que volvimos, Hugo me propuso volver a casa. No iba a quedarme en ese hotel para siempre, así que acepté la petición sin pensármelo dos veces. Nada me apetecía más que volver a nuestro nidito de amor.

Les comunicamos a nuestros amigos que volvíamos a vivir juntos y todos se alegraron mucho. Coincidían en que parecíamos dos adolescentes que acababan de conocerse y que no podían separarse, y que desprendíamos felicidad.

La verdad es que, tanto yo como Hugo, nos encontrábamos en uno de los mejores momentos de nuestra vida.

Las dos siguientes semanas pasaron sin altercados. Yo hacía tres días que había empezado el rodaje de la serie, y me sentía súper a gusto con todo el equipo.

Hugo, por su parte, acababa de confirmar una gira mundial. Iba a empezar en Madrid, seguido de otras ciudades de España y después ya se iría para Londres, Nueva York, Canadá, Argentina y Méjico.

Había pasado justo un mes desde que habíamos decidido volver a intentarlo con Hugo. Como venía diciendo, nuestras vidas estaban en su mejor momento, tanto laboral como personalmente. Pero el ajetreo de no parar quietos ni un segundo me estaba afectando un poco. Andaba un poquito estresada, aunque al llegar a casa después de trabajar, mi novio me esperaba con los brazos abiertos haciéndome dar cuenta de que la mejor decisión que pude tomar fue volver a Madrid.

Ese día, íbamos a cenar para celebrar nuestro cumplemes. Si, puede sonar muy friki, pero prestábamos mucha atención a los detalles y cuidábamos nuestra relación como si fuera el tesoro más preciado del planeta. Y lo era.

Al mediodía empecé a encontrarme mal. Hice una lista mental de todo lo que había comido, quizás había tomado algo con lactosa y por eso tenía nauseas. Pero no, definitivamente no había tomado nada que pudiera provocarme esa sensación.

Caí en la cuenta que debería haberme bajado la regla hacía cinco días, pero que con el ajetreo ni me acordé. No me alarmé, ya que a veces el estrés provoca retrasos en el periodo.

De todas formas, Hugo y yo no utilizábamos ningún método anticonceptivo, ya que al llegar a Nueva York dejé las pastillas, y por ese motivo fui a comprar un test para salir de dudas. No creía que fuera a estar embarazada, pero era mejor asegurarse.

Dos tiras rosas aparecieron en el test. Dos. Así que positivo, estaba embarazada. La verdad es que no me agobié. Aún era joven, pero no me parecía mal seguir adelante con el embarazo. Aunque faltaba la decisión del padre, que aún no lo sabía. De hecho, no se lo había confesado a nadie.

Llamé a Hugo y le dije que me encontraba mal, y que para celebrar nuestro cumplemes, mejor lo hacíamos tranquilos en casa y pedíamos comida a domicilio para no tener que cocinar ni limpiar. Él aceptó, lo importante era cenar juntos.

Siendo sincera, me apetecía tener el bebé, y estaba un poco nerviosa por saber el punto de vista de Hugo. Las horas hasta la cena me estaban pasando muy lentas, así que decidí dormir la siesta para pasar el tiempo.

Hugo: Mi vida, despierta, son las ocho de la tarde - me dijo acariciando mi cara mientras yo iba abriendo los ojos poco a poco.

Eva: Mmmhhhh, no puede ser, me he quedado dormida toda la tarde.

Hugo: ¿Te encuentras bien amor? Estás un poco blanca - soltó preocupado acariciándome la cara.

Eva: Ahora que has llegado, estoy mejor - me levanté del sofá dónde había dormido toda la tarde. - Voy a arreglarme, que aunque no salgamos fuera a cenar, quiero que sea especial.

Hugo: Uuuuuuh ¿vas a pedirme matrimonio? - me preguntó divertido.

Eva: Aún no bebé, pero ponte guapo porfi, de verdad quiero que esta noche sea especial.


Los dos nos cambiamos y pedimos la cena. Preparamos la mesa con velas, generando un ambiente íntimo y romántico. Tenía que darles la razón a nuestros amigos cuando nos decían que éramos unos ñoños, porque era verdad.

Hugo: Amor, ¿quieres vino? - me preguntó desde la cocina.

Eva: No, cariño, no me apetece.

Hugo: Qué raro... una celebración así y no quieres ni una copita... - dijo volviendo a la mesa.


Yo rodé los ojos y seguí con la conversación, quitándole importancia al hecho de no beber vino. Era porque estaba embarazada, y quedaban pocos minutos para comunicárselo, pero no me parecía apropiado decirle "no Hugo, no quiero vino porque tengo un bebé dentro de mí". Quería hacerlo al acabar de cenar.

Nos comimos el postre, me levanté y me senté en sus piernas. Saqué una cajita de mi bolsillo y se la entregué.

Eva: Sé que te dije que no íbamos a hacernos regalos, pero si aceptas éste, va a ser un regalo para los dos - Hugo levantó una ceja expectante y abrió la cajita.


Se quedó paralizado al ver que era un test de embarazo. Me miró sorprendido y no reaccionaba.

Hugo: E...eva, dos líneas rosas... significa... que estás... - no podía ni hablar, tartamudeaba.

Eva: Amor, dos líneas rosas significa que el test es positivo. Estoy embarazada y me gustaría seguir adelante. ¿Qué quieres hacer tú?


Hugo tardó en responder. Sus manos temblaban y no podía ni pronunciar una palabra sin tartamudear. Solo esperaba que esos nervios fueran porque estaba emocionado, porque si me decía que no quería seguir con el embarazo, iba a romperme como nunca.

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¡Bebé a bordo! ¿Cómo se lo tomará Hugo esta vez?

¿Creéis que seguirán adelante con el embarazo?

Siempre nos quedará MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora