Capítulo 27

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Narra Hugo

El primer día del año lo pasamos juntos haciendo el perro. Teníamos resaca y no nos quedaban fuerzas para movernos después de todo lo de esa noche.

Decidimos hacer maratón de películas. Elegíamos una cada uno, y cada vez que se acababa, elegíamos otra. Eva tenía un gusto muy peculiar con las películas. Le gustaban las de cine en blanco y negro, y me obligó a ver algunas en versión original. Pero me daba igual por dos motivos. El primero, porque ella estaba a mi lado, acurrucada en mi pecho, y el segundo, porque de paso aprendía inglés.

Los días iban pasando. Recordé que todos nos habíamos ido de Madrid en transporte público, y se me ocurrió una maravillosa idea. Mi coche estaba abandonado en el garaje desde que me fui a la capital, así que quería llevármelo para poder darle uso en mi día a día.

Hugo: Cariño, ¿tienes que volver a Galicia para celebrar Reyes?

Eva: En mi casa celebramos más Nochebuena y Navidad que Reyes. Normalmente siempre estoy, pero si me propones algo mejor... no te diré que no.

Hugo: Había pensado llevarme el coche a Madrid. Aquí dentro del garaje muerto del asco no hace nada. ¿Te apetece que celebremos Reyes juntos en Madrid?

Eva: Siiiii - dijo ilusionada abrazándome y dando saltitos.

Hugo: Pues les diré a Sam y a Fla que el 5 por la mañana nos vamos en coche los cuatro juntos. Seguro que el trayecto será divertido, y así ahorramos.

Eva: Hugo el 5 es mañana, lo dices como si fuera dentro de una semana. - se rió divertida.

Hugo: Pues venga, a hacer las maletas. - la cogí como un saco de patatas y la llevé hasta mi habitación.


Empecé a hacerle cosquillas por la barriga y ella se retorcía gritándome que parase, pero sin dejar de reir. Su risa me daba años de vida, me encantaba verla tan feliz, y saber que, en parte, era yo quién provocaba esa sensación en ella.

Fuimos a la habitación de Sam, dónde se encontraban ella y Fla, y les explicamos el plan que teníamos para la siguiente mañana. Les pareció perfecto, así que cada pareja fuimos a preparar las maletas para salir temprano.

Esa noche cenamos los cuatro con mi madre. Yo estaba muy apegado a ella y la echaba muchísimo de menos, por eso estaba un poco triste sabiendo que volvía a irme. Y mi novia lo notó. Como siempre, me lo notaba todo.

Eva: Amor, ¿qué pasa con esa carita que me llevas? - dijo susurrando apenada.

Hugo: Nada... - dije dirigiendo la mirada a mi madre, cosa que Eva percató.

Eva: Yo también echo de menos a mi familia estando en Madrid. Pero... ¿sabes qué? Que cuando hablo con ellos o les veo de nuevo, mi felicidad se multiplica más que antes. Supongo que ahora nos damos cuenta de lo importantes que son para nosotros. - apreté su pierna por debajo de la mesa en señal de acuerdo.

Hugo: Si, las videollamadas son oro, la verdad. Y además, yo tengo también mi pequeña familia en Madrid. - la miré sonriendo, y ella hizo lo mismo.

Eva: Te quiero.

Hugo: Yo sí que te quiero pequeña.


Aunque iba a despedirme bien de mi madre al día siguiente, esa noche estuve mucho rato charlando con ella mientras Eva, Fla y Sam jugaban a cartas y nos dedicaban algunas miradas cómplices. Hubo un momento en el que mi madre nos pilló a mí y a Eva mirándonos embobados sonriendo y haciéndonos muecas cariñosas. La escuché reír. Y Eva se giró y siguió jugando.

Ana: Qué bonito lo que tenéis, Hugo. - soltó sincera acariciando mi cabeza.

Hugo: Jamás pensé que alguien podría revolverme por dentro de la manera que lo hace Eva. - ambos la mirábamos ella mientras jugaba ajena a nuestra conversación. - ¿Cómo supiste que papá era el definitivo?

Ana: Eso se sabe. De pronto llega una persona que te hace vibrar como nunca nadie antes lo ha conseguido. Y entonces te das cuenta de que da igual lo que pase a tu alrededor, mientras a ti te pille agarrado a esa persona.

Hugo: ¿Piensas en él a diario?

Ana: Cada día cariño, cada día. Y lamento que nuestra historia tuviese ese trágico final. Pero no todo el mundo tiene mi mala suerte. Así que deja de preguntarme estas cosas. No necesitas hacerme más preguntas para saber que es ella.


Me quedé mudo. Mi madre me conocía demasiado. Sabía que le estaba haciendo esas preguntas porque realmente estaba acojonado por todo lo que sentía hacia Eva. Pero esas palabras me tranquilizaron. Mi madre aceptaba a Eva. De hecho, la adoraba. Incluso disfrutaba viéndonos juntos. Y al final, las palabras de una madre que ha criado prácticamente sola a sus dos hijos, son las que más llegan al corazón y te hacen reflexionar la verdad qué se esconde entre ellas.

Pues sí, no solo quería a Eva. Estaba enamorado de ella. Perdidamente enamorado.

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Ana siendo capitana incluso en las novelas, la adoro!!!!

Dadle amorrrrrr que así os subo capitulitos más rápido!

Siempre nos quedará MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora