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[Raquel]

La vuelta fue agotadora, de sólo pensar en volver a mis responsabilidades, los trabajos y tal vez las explicaciones que tendría que darle a mis padres por no volver cuando aseguré que si lo haría, me preguntaba si habrán estado en casa o aquel: "Nos vemos en la noche". Fue solamente una falacia barata. Un toque en mi mejilla me sacó de mis pensamientos, Alicia corrió los mechones de cabello que tapaban su vista a mi rostro, la miré. - Vas a mil por segundo, ¿No cierto? - Dijo Alicia y volvió su mirada hacia al frente cuando la luz cambió a verde. - ¿Se nota mucho? - Pregunte y mi mirada de dirigió a su perfil. - Y mucho - Respondió con una risita burlona, negué con la cabeza mientras una leve sonrisa se dibujaba en mi boca. Al poco tiempo Alicia ya había llegado a mi casa, suspire cortamente y miré a Alicia con una sonrisa. - Gracia..- Fui interrumpida - Raquel, ¿Que hablamos? - Preguntó Alicia bajando las manos del volante, solté una risita. - Cierto, cierto - Dije en tono nervioso y me acerqué para dar un corto beso en su mejilla. - No te abrumes por los estudios, ¿sí? - Dijo, asentí y desvíe la mirada. - No lo haré - Sentencié para mi y Alicia, la miré detenidamente y sonreí, siempre lograba calmarme. - Nos vemos el lunes - Dije saliendo de su auto. - Cuídate - Escuche de Alicia antes que se fuera.

[Alicia]

Entré a la casa, me pareció escuchar el televisor encendido pero antes de revisar el porque, pasé directamente a la cocina a tomar un vaso de agua, mi garganta estaba seca y sinceramente necesitaba aquello. Escuche unos pasos y unas risillas, caminé hasta el salón, el televisor estaba en un canal para niños y la que estaba riéndose era Anais mientras jugaba con sus juguetes, me senté y recibí un abrazo de su parte. - Te extrañé mucho ayer - Dijo Anais apretando el abrazo. - ¿Donde fuiste? - Pregunto. - Fui a un hermoso lugar - Dije recordando aquello. - ¿Con quién? - Se escuchó la voz de Germán, que me hizo dar un salto por lo inesperado, lo miré seria. - Con alguien - Respondí y desvíe la vista hacia el televisor, su mirada se hizo permanente en mi, cruzado de brazos en esa postura tan arrogante. - Anais, cariño, ¿Y si vas a tu cuarto?, tu madre y yo tenemos que hablar - Dijo Germán y Anais obedeció, le hice una seña afirmando que subiría apenas terminará aquella discusión que se aproximaba.

- ¿Con quién fuiste a un lugar hermoso? - Pregunto Germán en sarcasmo, bufé sin gracia y apagué el televisor. - Responde, Alicia - Dijo subiendo su tono de voz, un pequeño recuerdo de lo que pasó la vez pasada recorrió todo mi cuerpo dándome un escalofrío, lo miré seria. - ¿Te importa? - Pregunte levantándome del sofá. - Obvio que me importa, ¿no te acuerdas de algo? - Dijo Germán elevando un poco más la voz, eso detuvo mi huida, me acerqué lento y claramente con un poco de desconfianza en mis acciones. - Refresca mi memoria - Dije apesar de cualquier estupida respuesta que seguramente el me daría, se acercó un paso más a mi y puso su mano en mi mejilla, se acercó a mi oído. - Recuerda que aún eres mi esposa - Se alejó con una sonrisa maliciosa, mostrando su anillo y subió las escaleras, desapareciendo una vez más del lugar, toque mi mejilla recordando todo ese trágico momento, di un suspiro quebradizo, levante la mirada y pude ver esa pequeña silueta. - Anais, ¿Que haces escondida ahí? - Pregunte acercándome a ella, su rostro no estaba para nada contento, tenía un puchero en sus labios y sus ojos no eran capaces de mirarme. - Mami - Se escuchó su voz en un tono bajo, la miré atenta. - ¿Papá es malo? - Preguntó desde su inocencia, no sabía ciertamente que responder, si buena persona era abofetear a su esposa, drogarse y incluso engañar, era una maravillosa persona. Aclaré mi garganta sacando mis penosas bromas que habitaban en mi mente. - No, tu padre no es malo - Dije intentando sonar lo más convincente posible. - ¿Que te hace pensar eso, cariño? - Pregunte y Anais levanto su mirada y se negó a responder, acepté aquella negación y prometí cenar su comida preferida.

[Raquel]

El día pasó tan rápido, me concentré tanto en estudiar para los exámenes de mañana que cómo usualmente ocurría el tiempo pasó y ya era lunes.
Me encontraba esperando en la fila para comprar mi té de todas las mañanas, todo iba bien hasta que escuche a la señora del mostrador decir: "Se nos ha acabado el té, lo siento". Hacía la chica que estaba delante de mi, un resoplo salió de la chica y miró hacía atrás. - ¿Puedes creerlo? - Pregunto la chica de cabellos color castaño con una sonrisa, la miré atenta. - ¿El que? - Pregunte. - No hay té, ¿Que haremos? - Dijo saliendo de la fila a la par mía, solté una risilla. - ¿Cómo sabes que tomo té? - Pregunté con una sonrisa. - Venga, no importa en qué momento del día te miré, siempre tienes una taza de té - Respondió, lo más probable es que fuera cierto pero aún así se me hizo extraño. - Soy Silene pero todos me dicen Tokio - Se presentó con una leve sonrisa. - Soy Raquel, todos me dicen Raquel - Soltamos una risita al mismo tiempo. - Un gusto conocerte, Raquel - Dijo Tokio antes de irse por la puerta de la cafetería, seguí su caminar con mi mirada. Un toque en mi hombro me hizo sobre saltar. - Raquelilla - Dijo Ángel, reí por el apodo. - Eres toda una veinteañera - Dijo en tono burlón, asentí. - Así cómo ves - Dije y comenzamos a caminar hacía el salón. - ¿Y esa chica? - Pregunto Ángel. - ¿Que chica? - Solté. - La chica que estaba contigo en la cafetería - Dijo aclarando la situación. - Cierto, se llama Tokio y le gusta el té - Dije soltando una risilla. - Alá, cómo tú - Dijo Ángel y asentí.

A Punta de Espada//Ralicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora