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[Raquel]

- Gracias - Dije en un tono suave a aquella vendedora de la cafetería, compraba tanto té ahí que ni siquiera era necesario decir lo que quería o cuantas cucharadas de azúcar tenía que tener, tomé un pequeño sorbo y queme mi lengua, hice un mueca y escuché la risa de Ángel antes de sentarme. - No da risa, me voy a quedar sin lengua - Dije sin modular bien ya que aún dolía demasiado. - La tuya - Dijo Ángel, lo miré confundida. - Por si acaso - Agrego y soltó un pequeña risita, sonreí y golpeé cortamente su hombro. - Imbécil - Dije risueña, Ángel cambió su rostro a uno serio, veía hacia el frente. - ¿Que ocurre? - Pregunte revolviendo el té. - Es Alberto - Dijo Ángel y mi pecho se contrajo. - Raquel, Raquel - Dijo Alberto sentándose al lado mío, pronto sentí la presencia de más personas, miré alrededor y bufé sin gracia. - ¿Que quieres? - Pregunte seria sin poder siquiera mirarlo a los ojos. - Saber cómo estabas, cómo iba tu día - Dijo sarcástico, miré de soslayo a Ángel, al igual que yo tenía expresión de preocupación. - Quiero muchas cosas de ti, por donde empiezo - Dijo Alberto acercándose a mi oído. - Si no estás en la biblioteca al final del día, esta vez sí que lo lamentarás - Dijo Alberto con una sonrisa y pronto se levantó del asiento para irse. - ¿Que coño te dijo? - Pregunto Ángel preocupado. - Nada, lo de siempre - Dije levantándome a la par que Ángel. - Es un gilipollas, no sé cómo no le cabe - Dijo Ángel, asentí rápido. - Mónica debe estar en el salón - Dije cambiando de tema y apenas llegamos al salón vimos la presencia de Mónica y el maestro, pasamos rápido y nos sentamos. - ¿Listos para hoy? - Pregunto Mónica. - Claro que sí - Dije con una sonrisa, aunque aún me preguntaba qué excusa iba a poner para ir a la biblioteca.

[Alicia]

Salí de la academia a las seis, sin contar el tráfico, tendría que apresurarme para llegar a tiempo, a los dos minutos de salir de aquel establecimiento comencé a recibir llamadas de Germán. - Ya estoy llegando - Dije sin esperar una respuesta de la otra línea, al llegar me limité a decir alguna palabra a Germán, Anais estaba casi lista, sólo faltaba yo, un simple delineado, algún que otro retoque aún así se veía bien, una blusa azul que podía transparentar si la mirabas fijamente junto a una chaqueta de cuero negra, al igual que los pantalones, era un atuendo en el cual no le puse mucho empeño, baje las escaleras y pude ver a Anais sentada en el sofá. - ¿Y tu padre? - Pregunte mientras me acercaba a Anais. - Aquí estoy, ¿nos vamos? - Dijo Germán a mis espaldas abriendo la puerta. Anais contaba su día mientras yo manejaba hacía aquel recinto de fiestas. - Detesto a la profe de matemáticas - Dijo Anais. - ¿Sólo por qué te corrigió un ejercicio con el color que no querías? - Pregunto Germán. - ¡Si! - Exclamo Anais, sonreí y estacione el auto. - Quedo mal estacionado - Dijo Germán. - ¿Que? - Pregunte y baje del auto para corroborar, tenía que haber sido una broma sin ningún tipo de gracia. - ¿Estas de coña? - Pregunte seria y Germán negó con la cabeza. - Yo lo estaciono - Dijo y Anais bajo del auto. - Bien, iremos adentro - Dije tomando la mano de Anais y comenzando a caminar. - Mami - Dijo Anais mirando con admiración hacia los juegos del lugar donde algunos niños ya estaban jugando. - ¿Puedo ir a los juegos? - Pregunto Anais. - Claro, cariño, ten cuidado - Dije y apenas salieron las últimas palabras de mi boca Anais ya había soltado mi mano y comenzó a correr hacia estos, entre completamente sola pude reconocer a algunas personas pero ellas no a mi, lo noté cuando fui a saludar a una tipa con la cual siempre salía a fumar cuando la ceremonia estaba terminando. La primera decepción de la noche.

Me senté en la mesa asignada y esperé que Germán llegará, una chica se sentó en la mesa y me miró fijamente, a los pocos segundos llegó Germán, acomodó sutilmente su corbata y la chica sonrió desviando la mirada hacia el escenario, Germán me miró nervioso. Sentí un toque en mi hombro y me di la vuelta, inmediatamente sonreí y me levanté para abrazarlo. - ¡Suárez! - Apreté aún más el abrazo. - ¡Sierra! - Reímos juntos y me separé. - Mírate, estás asombroso - Dije y se escucho cómo Germán se atragantó levemente con su bebida. - ¿Que dices?, tu estás fantástica - Dijo Suárez con una sonrisa en su boca, mire de soslayo a Germán y suspire al darme cuenta que estaba totalmente rojo, tal vez de vergüenza o enojo, aún tenía que averiguarlo. - Me llaman pero que sepas que fue encantador verte - Dijo Suárez. - Para mi también - Dije antes que se fuera hacia su mesa, volví a sentarme y la mirada de la chica fue hacia mi, tomé del vaso de agua que estaba en la mesa. - Mesa 22, esta es su mesa - Dijo el mesero hacía unos señores que venían de la mano. - Perfecto, muchas gracias - Dijo el señor y ayudo a su mujer a sentarse. - Germán, chaval, no te veo en la planta hace unas semanas - Dijo el señor con una sonrisa. - Me transfirieron - Contesto rápido Germán con una risa nerviosa. - No había oído de eso - Dijo el señor y me miró. - ¿Ella es?... - Pregunto. - Mi esposa - dijo en un tono bajo tan bajo que tuvo que repetirlo otra vez, no le estaba prestando atención a esa penosa situación, estaba mirando aquella chica, algo estaba ocultando. - Alicia, amor - Me sacó de golpe de aquella burbuja, mire a Germán. - No me habías dicho que tenias una esposa tan atractiva - Dijo aquel señor sacando de su bolsillo una cajetilla de cigarros. - Pensé que no era necesario - Dijo Germán, lo miré fijamente y sólo me limité a sonreír para los demás, aún había quedado con la duda de quien era aquella chica y porque me miraba de esa manera, cuando trajeron el primer plato. Aquella comida no se veía tan apetitosa y yo no estaba muerta de hambre, dos bocados fueron suficientes para hacerme saber que no podría con todo el plato, levante y vi cómo Germán y aquella chica compartían un pequeño juego de miradas, baje la mirada hacía el plato y analicé paso a paso aquella situación, la risa chillona de la tipa llamó mi atención Germán carraspeó y la chica calló su ruidosa voz.

[Raquel]

- Estaba pensando en comer pasta - Dijo Ángel cerrando su mochila. - Suena bien - Dijo Mónica levantandose. - Yo estoy muerta de hambre - Dije, mi estómago rugía desde antes que la última clase empezará, salimos del salón, una mirada acecho mi tranquila caminata, era Alberto. Me detuve de golpe y comencé a pensar en cualquier excusa existente. - Se olvidó algo en el salón - Dije con la voz firme - ¿Me esperan aquí?, regreso en dos minutos - Dije tirando un tiempo al azar. Emprendí mi camino hacia la biblioteca, alguna voz en mi cerebro me decía que aquella decisión había sido una mierda pero la ignore, abrí la ruidosa puerta de la biblioteca y pude ver a lo lejos la única luz que estaba encendida en todo el lugar, me acerqué a paso lento. - ¿Alberto? - Pregunte en voz baja mientras caminaba, se escucharon unos pasos que no pude divisar de donde provenían, suspire aliviada cuando vi una silueta reflejarse contra la luz. - Raquel, que bueno que llegaste - Se escuchó - Te estábamos esperando -

[Alicia]

Me levanté de aquella mesa, mi espalda estaba tensa después de ver cómo Germán acariciaba la pierna de la chica. Saque la cajetilla de cigarros mientras caminaba hacia el banco que estaba en los juegos, dejé salir el humo del cigarro mientras veía el atardecer, la ceremonia aún estaba empezando y yo ya estaba completamente aburrida, además de aquellas actitudes que dejaron en mi una rabia existencial, conmigo misma, no lo había pensado nunca pero la probabilidad de que todo esto fuera mi culpa, tal cómo Germán lo decía, podía ser verdad. Negué con la cabeza intentando sacar aquellos pensamientos pero era casi imposible, me levanté y dejé caer el cigarro de mis manos, ni siquiera había llegado a la mitad de este pero ya había conseguido su cometido; relajarme.

Las horas pasaron y la tensión florecía en la mesa, las miradas de la chica seguían en mi y los nervios de Germán seguían ahí, mi mirada siempre estuvo en mis manos, me perdía en ellas para no perder la cordura, al final de aquella cena sólo pude despedirme de Suárez, había sido encantador verlo y prometí mantener el contacto con el. Anais había quedado tan cansada que al subirse al auto se durmió.

- Fue bonito, ¿no? - Dijo Germán aún con nervios, conocía tan bien a ese hombre que sabía perfectamente cómo se sentía, no respondí, seguía con la vista en la ruta. - ¿Que pasa? - Pregunto  - ¿Por qué tan callada? - Agrego a su pregunta. - ¿Que tendría que decir? - Dije arqueando una ceja. - No sé macho - Dije en tono vacilón, me quedé en silencio. - Alicia, habla joder - Dijo Germán perdiendo la calma. - Venga hablemos - Suspire - Hablemos por ejemplo de tu intoxicación por cocaína - Dije sarcástica.

[Raquel]

Cuando mi cuerpo tocó el suelo y una visión borrosa se hizo presente me di cuenta que esto no tendría fin si yo no le ponía uno. - Te traté cómo un caballero siempre - Dio el último empujón - Tu te lo buscaste - Dijo por último Alberto escupiendo el suelo donde mi cuerpo prácticamente agonizaba y se marchó cómo si nada hubiera pasado, a los pocos minutos escuché unos pasos en la biblioteca caminando apresurados hacía mi. - ¡Raquel! - Dijo Mónica, pero la voz no me salía, sólo un par de lágrimas que cayeron al suelo. - ¡Ángel!, la encontré - Dijo Mónica acariciando mi mejilla que ardía, sentía que en cualquier momento podría explotar.

- Esta vez no me quedaré cruzado de brazos - Dijo Ángel dando vueltas por mi habitación. - ¡Auch! - Dije en un tono bajo mientras Mónica mojaba con un papel de baño mis heridas. - Es que mira cómo te ha dejado, es un hijo de puta - Agrego con su preocupada voz. - Esta dolerá - Dijo Mónica poniendo alcohol en el papel y seguido limpiar alrededor de las heridas cómo había leído en una página hace unos momentos.

A Punta de Espada//Ralicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora