[16]

727 69 38
                                    

[Raquel]

La confusión era demasiada, después de aquella fiesta, mi mente estaba a mil por hora, intentaba disimular todo pero sólo recordar eso me ponía nerviosa y mis mejillas comenzaban a arder. El fin de semana mis padres llegaban de aquel viaje de negocios y quería esperarlos con una cena pero nunca llegaron, su vuelo se atrasó y terminé cenando sola.

Pero ya era lunes y mis nervios antes de llegar a la academia se hacían presentes una vez más, Mónica estaba a mi lado pero no sabe ni sabrá nada. -Entonces el miércoles hacemos el trabajo en tu casa- Dijo Mónica, asentí tomando de mi té, ya estábamos en el salón esperando a Ángel. -Hola chicas- Dijo Ángel tomándonos por sorpresa a las dos. -Joder Ángel, casi doy vuelta mi té- Dije mientras dejaba este en la mesa. -Perdón, señoras- Dijo con una risilla mientras se sentaba y antes de decir alguna otra palabra, la puerta se cerró, sabía perfectamente quien era, me resistí por ver su silueta pero no pude conseguirlo, cuando comenzó hablar. -Recuerden que el viernes se entregan los trabajos que pedí la semana pasada- Dijo y la miré de soslayo, sentía su mirada en mí y estaba tan confundida que no podía pensar en nada, intente concentrarme en aquella actividad que había dejado después de un debate exitoso pero nada funcionaba lo suficientemente bien en mi cabeza, suspire frustrada intentando continuar.

Después de aquella clase mi día siguió normal, para lo que podía demostrar porque por adentro mi mente estaba llena de arrepentimiento y culpa, sentía que algo estaba haciendo mal y era obvio el que, la necesidad de aceptar lo que realmente sentía se hacía cada vez más presente pero, ¿Que pasa si no siento nada?, ¿Y si para ella eso fue una estupidez?. - ¡Raquel! - Exclamó Mónica preocupada, ni siquiera sabía cuanto rato estuve así, simplemente fui consumida por mis pensamientos negativos.

Mis clases, estuvieron normales, si se pudiera decir así: tareas, trabajos, exámenes, investigaciones, estrés, confusión, ganas de llorar. Un día normal en mi vida pero al final de estas pude sentir la verdadera calma, cómo si el efecto del cigarro iba arreglar esta situación, claro que no pero me hacia sentirme en calma al menos un par de horas, en casa con Mónica, ella siempre estaba aquí, junto a mi.

[Alicia]

Mientras susurraba una canción cualquiera en el oído de Anais para que pudiera dormir, acariciaba lentamente su mejilla, hasta que después de un gran concierto se durmió en mis brazos.

Entre a mi habitación, vi mi cajón, tan tentador, con mi tabaco y papelillos disponibles para mi, estaba intentando dejar aquello pero hoy simplemente no me pude resistir, Me lo merecía, Decía mentalmente, mientras hacía aquellos cigarros pensaba en que había ocurrido el viernes pasado, todo había cambiado, todo lo que en algún momento se me paso por la cabeza se cumplió, mis pensamientos no estaban claros, aquella estudiante me llamaba la atención pero nunca pensé que de esa manera hasta que probé sus labios aquella noche, algo en mi cambio, la traición que había cometido me perseguía, llevaba dos noches sin dormir, estaba sobreviviendo a base de café, prendí el primer cigarro y me estire hacía atrás mirando el techo, sobre pensando la situación aunque quería mermar aquello se me hacía imposible.

A la mitad de la noche cómo ya era habitual, baje a la cocina a por algo de comer, tal vez me ayudaría, comencé a preparar lo más común, un sándwich de queso, Germán entro a la cocina algo apurado y rápidamente me di vuelta para ver que hacía, buscaba cucharas, saqué una lentamente de el lavavajillas y se la extendí, pude ver su rostro por unos segundos, la nariz roja y los ojos totalmente dilatados, tomó la cuchara y bajo la mirada. -Gracias- Dijo antes de irse de la cocina rápidamente, nada de esto pintaba bien, no sabía si estaba siendo paranoica o de verdad estaba pasando aquello, saque mi sándwich de la tostadora, había perdido completamente el apetito pero que más da.

[Raquel]

Al día siguiente, no tenía ganas de nada, mi cuerpo pesaba y mi cabeza dolía pero sólo por entregar aquellos trabajos. La primer clase me la daba Alicia, aveces era una buena forma de empezar el día, cómo hoy, con el hecho de mirarla ya me daba por pagada, siempre miraba sus manos moverse cada vez que explicaba, me parecía muy tierno eso o sus expresiones, cuando estaba seria podía sentir escalofríos en mi cuerpo pero cuando sonreía y mostraba sus perfectos dientes era simplemente maravilloso, podía estar todo el día así, su mirada se posó en mi, no tenía un rostro serio, simplemente me estaba observando, aquello era vertiginoso, Alicia sonrió levemente y bajo la mirada.

Al final de la clase fui a la biblioteca, los exámenes volvían y necesitaba estudiar aún más, entre a esta y comencé a buscar los libros que necesitaba, sentí una presencia a mi, si no me equivocaba era Alberto. -Raquel, no quiero apurarte- Dijo el y suspire cansada aún con la mirada en las estantería -Pero necesito una respuesta- Dijo por último. -Alberto, te pedí tiempo para organizarme- Dije pero su rostro cambió a uno molesto y me interrumpió. -Espero que esto no lo estés haciendo por hacerme quedar mal- Dijo desviando la mirada de mi y mirando alrededor -Tengo una reputación, Raquel, no la arruines y acepta- Dijo volviendo la mirada hacía mi -¿Estás seguro que quieres estar conmigo?- Pregunte desafiante - Porque esperarías lo que fuera necesario- Dije por ultimo. - Pero entiende que hay muchas mujeres que quieren conmigo y yo estoy detrás de ti - Dijo con tono molesto. -Pues vete con las otras mujeres- Dije casi cerrando el tema y Alberto me toma del brazo tirandome hacía el. -Una semana, te doy una semana para que aclares tu cabeza y aceptes- Dijo soltandome, un miedo se apoderó de mi, ¿Que iba hacer si no aceptaba?. bufé y me fui de aquel lugar sin ningún libro, ya era suficiente por hoy.

A Punta de Espada//Ralicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora