[Alicia]
-Cariño, tu padre - Hice una corta pausa y suspire volviendo la vista hacia ella - Esta en un viaje de negocios - Dije y la abracé - Pronto volverá - Me lo había preguntado tantas veces estos dos días que tuve decirle cualquier cosa que se me viniera a la mente. - Ahora, ve arreglarte, tienes que ir a clases-
[Raquel]
Habían pasado dos días desde que no había rastro de la maestra Sierra en la academia, han pasado tan lentos esos dos días, aún no tenía ni la más mínima idea de que había ocurrido, no tenía el coraje para preguntar tampoco. Simplemente extrañaba su presencia, sus miradas e incluso sus besos, no los podía sacar de mi mente tan fácilmente.
- Raquel, ¿Puedes acompañarme?- Pregunto Alberto metiéndose en la conversación que estaba teniendo con Mónica y Ángel, lo miré cortamente, parecía tranquilo, lo dudé un poco pero acepté, le di una última mirada a Mónica antes de irme, sabia perfectamente donde me llevaba, a la biblioteca, no tenía otro sitio, no porque no hubiera sino por su poca imaginación, me miró preocupado y suspiro rascando cortamente su ojo. -¿Cómo están tus muñecas? - Pregunto Alberto, miré esquiva y suspire. - Están bien, Alberto, ¿qué quieres?- Pregunte por último, aún recordaba lo que me había dicho Alicia y en mi mente estaba claro que tenía que obedecer aquello. - La maestra Sierra, nos interrumpió- Dijo Alberto acercándose, aquel miedo volvió a mi ser a prácticamente controlarme - Pero ella ahora no está - Añadió Alberto sonriendo, no dije ninguna palabra, no sabía que decir o hacer exactamente. - ¿Tu creías que te iba a dejar ir? - Pregunto Alberto moviendo pequeños mechones que tenía en mi rostro. - Pues no -
[Alicia]
Nuevamente en el hospital, ya se estaba haciendo rutina, había informado a la madre de Germán, esa mujer me odiaba en secreto y lo sabía perfectamente, no podía confiarle ni una caja de chocolates, ella estaría en el hospital, la vería después de casi dos años.
Entre al hospital y me dirigí a la sala de espera, los hospitales siempre tienen ese ambiente asqueroso, olores raros y luces amarillentas, niños llorando por la muestra de sangre que desafortunadamente estaba al lado de la sala de espera y podía escuchar aquellos a cada rato. - ¡Alicia, querida! - Se escucho una voz femenina que reconocí de inmediato, la miré con una sonrisa y recibí su abrazo. - Cuanto tiempo - Dije sentandome. - Cuanto tiempo, si, estás- Hizo una pausa mirándome de arriba abajo - Diferente- Añadió y se sentó a mi lado - Muy pálida, ¿te alimentas bien?, estas más delgada - Dijo aquella señora - Si tu estás así, me imagino a mi nieta - Soltó por último, la miré detenidamente, ¿De verdad había dicho eso?. - ¿Alicia Sierra? - Se escuchó desde el mostrador, había interrumpido aquel desagradable momento, me levanté y el doctor vino hacia mi. - German ha despertado, puede recibir visitas, pero sólo una- Dijo el doctor. - Ve tú, querida, que debes estar muy preocupada- Dijo la madre de Germán, asentí levemente. - Bien, entonces, acompañeme- Dijo el doctor y caminé a la par de él, no podía negar que los nervios me mataban, después de saber que le hicieron un lavado de estómago quede más preocupada de lo que ya estaba. - El paciente está estable pero si ve cualquier problema, puede comunicarlo - Dijo el doctor abriendo la puerta. - Muchas gracias - Dije y entre lentamente a la habitación, vi a Germán, estaba destruido, literalmente, tenía algunas heridas en su labio, no me habían informado de aquello, me acerqué lentamente y Germán me miró. - Se lo que estás pensando - Dijo Germán con una sonrisa. - ¿Que estoy pensando? - Pregunte siguiendo aquel juego. - Te preguntas porque estoy aquí- Respondió Germán, aún se podía notar los efectos de la anestesia. - Lo has adivinado - Respondí. - Por tu culpa - Dijo Germán riendo - Esto es tu culpa, Alicia - Añadió Germán aún con esa sonrisa, suspire cortamente. - No recuerdo haberte vendido dos gramos de cocaína - Dije sarcástica, aguantando esa rabia que abundaba en mi ser. - Es tu culpa, Alicia - Dijo Germán cambiando su rostro a uno molesto. - Eres una mierda, Alicia- Dijo bajo Germán y desviando su mirada hacía la ventana. - Una mierda - Murmure con la voz quebradiza. - Sal de la puta habitación, no quiero verte - Dijo por ultimo Germán.
[Raquel]
-¡Sueltame, imbecil! - Dije esquivando su boca que iba directo a la mía, lo miré por unos segundos y traté de alejarlo. - Raquel, no te hagas la dura - Dijo Alberto mirándome. - Mírame a la cara y dime que no quieres - Agregó Alberto lo miré fijamente y hice una mueca de dolor, sus uñas estaban clavando mi antebrazo. - No quiero, déjame ir - Dije y Alberto solto mi antebrazo. - Algún día, te vas arrepentir y vas a venir a rogarme- Dijo Alberto volviendo acercarse a mi y dar un corto beso en mis labios, comencé a caminar hacía la salida de la biblioteca. - ¡Serás mía, Raquel Murillo! - Se escuchó a lo lejos.
Fui al baño más cercano, me encerré en un cubículo, Dios, Alberto no se cansaría nunca, simplemente estaba asqueada de aquel beso que me dio, en el cuello y en la boca, ni siquiera quería mirar mi brazo, estaba segura que era una herida, estos días habían sido una mierda, no sabia si era por la desaparición de Alicia o tal vez...
No había otro motivo, mis días eran una basura sin Alicia.[Alicia]
- Mañana podríamos dar de alta a Germán - Dijo el doctor - Pero tiene que estar en reposo por lo menos dos semanas - Dijo por último, suspire cansada, no había dormido hace dos noches y en mi rostro se veía.
Salí de aquel hospital totalmente desanimada, prendí aquel cigarro que había preparado en la sala de espera y entré al auto, golpeé con toda la fuerza que me quedaba al volante y suspire mirando alrededor, solté el humo del cigarro, tenía la garganta apretada pero, ¿Por qué me iba a aguantar?, mordí mi labio y una traviesa lágrima paso por mi mejilla.
[Raquel]
¿Por qué tenía que ser tan injusto?, solté la presión que tenía en el pecho junto a un par de lágrimas, cada vez que lloraba venía acompañado con rabia y por ende tiritaba para contener esta.
Te mostraré cada rincón
Donde tus ojos siempre arden,
cómo un tatuaje sin olvido,
lo único que quiero es amarte.
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A Punta de Espada//Ralicia
Fiksi PenggemarSabía lo difícil que era el amor, aun me preguntaba si existía ya que nunca lo he vivido cómo tal, nunca había sentido el amor verdadero. ¿es eso algo malo?. pero en el momento en que la vi, pude sentir el cosquilleo en la garganta, lo único malo e...