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Quisiera que esto fuera
Un juego
Y verte de nuevo mañana

[Raquel]

Había pasado una semana desde lo ocurrido y en mi cabeza sólo quedaba el cargo de conciencia. ¿Lo estaré haciendo bien?. Me preguntaba cada vez que ella venía a mi mente, que no eran pocas veces, además de las dolorosas miradas que teníamos era casi imposible sentirme completamente bien. La segunda semana fue mucho peor no fue tan sólo pensarla todo el tiempo, comencé a soñarla y en mis sueños podía sentirme bien, algunos se parecían a lo más lucido que tenía en mi realidad, con caricias y su agradable aroma cerca mío pero despertaba, siempre tenía que despertar.

[Alicia]

Dos meses desde lo ocurrido. En mi cabeza sólo sonaba una tierna melodía, tan tierna que podía a llegar a verse melancólica, notas de un piano, siempre que venía a mi mente cerraba mis ojos, siempre venía acompañado de su imagen, me estaba costando más de lo debido.

El cuarto día de la semana había acabado con un aparente éxito, estaba sacando algunos libros del salón de maestros, ya ni siquiera habían colegas en el lugar pensaba hasta que la puerta se abrió dejándome ver a Marsella que al verme una sonrisa se formó en sus labios. – ¡Alicia! – Sonreí mirándolo. – ¿Que haces aún aquí? – Pregunto poniéndose su abrigo que descansaba en un asiento. – Ya me iba, sólo venía a buscar esto – Señalé los libros. – Tengo un mejor plan – Se acerco – ¿Te apetece ir a cenar a mi casa? – Propuso, mordí mi labio. – Venga – Dije aceptando – Que más da – Solté bajo para mis adentros, una mini celebración se vio en Marsella y así empezó la noche, su casa era bastante pequeña ya que vivía solo pero aún así tenía una agradable decoración. – ¿Te gusta el vino? – Pregunto sacando su sombrero, asentí. – Pero no creo que sea correcto beber – Dije cuando tomo la botella. – Será sólo una copa – Respondio sonando tan convincente que acepte y cómo era de esperarse no fue una copa, fueron dos botellas entre los dos, la cena me había sabido tan deliciosa al igual que la agradable conversación que estábamos teniendo. – No digas eso, tu bigote está bien – Dije entre risas, Marsella negó con la cabeza. – Pensaba en sacarla – Dijo tomando de su copa. – No lo hagas, perderás tu característica – Dije y el río. – Ya perdió su gracia – Dijo tocando su bigote. – Quizás ya no le das la gracia de antes – Dije y el arqueo la ceja – Deberías lucirla cómo antes – Solté, recordando la primera vez que Marsella se dejó el bigote. – No lo había pensado – Se acercó – Entonces señorita Sierra, dígame cómo lucir mi atractivo bigote – Dijo Marsella con risitas, reí. – Piensa algo tú – Respondí aún con pequeñas risas, se acercó un poco más dejando nuestras copas juntas, hicieron un pequeño sonido cuando chocaron, su mirada partió el bonito momento dejando un silencio nada agradable. Me levanté, sentí un pequeño mareo que nubló mi vista unos segundos. – Tengo que irme – Dije tomando mi bolso, Marsella se levantó rápido y volvió a acercarse. – Deberías quedarte – Dijo mirándome, negué con la cabeza. – Tengo a una niña hambrienta en casa – Dije con una sonrisa, Marsella tomó mi brazo, dejándome perpleja. – Afuera hace frío – Se acercó soltando lentamente mi brazo, desvíe la mirada. – Estoy acostumbrada – Respondí saliendo de su agarre con rapidez, camine hasta la puerta cuando escuche su voz. – Alicia – Se escuchó desde más cerca, precisamente en mi espalda, tragué saliva y me di vuelta quedando frente a frente, sintiendo su energizante respiración, cerré mis ojos procesando la situación y sentí su mano en mi cintura dejándome más sorprendida que lo anterior y no sabría decir cómo fue, no lo vi, mis ojos permanecían cerrados cuando el se lanzó a mis labios, sentí un vacío cuando aquello pasó y sin pensarlo dos veces me alejé quedando en una situación incómoda, lo suficiente para que no me quedaran ganas de quedarme. Abrí la puerta y salí rápidamente bajando las escaleras, obviamente fue una mala idea bajar por las escaleras porque al llegar a la recepción no sentía mis piernas y mi respiración estaba agitada.

[Raquel]

Pase toda la noche recibiendo mensajes de Tokio, mandaba largos textos pidiendo disculpas por lo que había pasado pero aquello ya estaba olvidado para mi, simplemente no lo quería recordar pero después de que insistiera tanto acepté hablar en persona con ella. Al día siguiente, con el mínimo animo posible asistí a la academia, con té en mano esperaba a Tokio en la entrada, tal como lo habíamos acordado también habíamos dicho una hora pero Tokio aun no llegaba y el frió comenzaba a consumirme por las heladas brisas chocar contra mi cuerpo, una tras otra, los escalofríos se incrementaban y cuando estaba a punto de entrar e ir a por otro té, Tokio apareció. – Perdón por llegar tarde, el bus no pasaba nunca – Dijo con una sonrisa, asentí con una seria expresión que pronto cambiara a una un poco mas agradable. – Bueno ya estas aquí, así que habla – Dije intentando mantener la compostura. – Raquel, partiendo porque no se como partir – Dijo con una risita nerviosa, sonreí. – Por el comienzo – Dije acompañado de una risa. – Bien, Raquel, solo quiero que sepas que todo lo que te diré es real, no digo que me des tu confianza – Tokio comenzó a hablar, mi corazón palpitaba cada vez mas rápido. – Me gustaría partir por el hecho que hace poco me di cuenta que me gustas – Soltó con la mirada baja, en medio de una sorpresa y confusión, pensaba que aquello de la otra vez fue algo sin ningún tipo de significado pero al parecer no era así. – Por eso quiero que lo sepas – Dijo, asentí. – No se si estas enterada que Alberto sabe lo de tu y... – Guardo silencio, alimentando mi angustia, sabia perfectamente quien era esa persona, volví asentir con un pequeño escalofrío pasando por mi espalda, lo peor era que ya no tenia frío. – Y la verdad es que el se obsesiono contigo – Dijo con una mueca – Cuando me contó todo no estaba tan convencida pero el me ofreció algo a cambio y tuve que aceptar, lo tuve que hacer – Dijo, me acerque a ella. – ¿Hacer que? – Pregunte en una verdadera confusión. – Acercarme a ti, alejarte de... – Dijo sin poder decir su nombre – Pero su plan salio mal porque yo no quería hacerte esto – Dijo mirando hacia todos lados. – Al principio había gente que lo apoyaba pero poco a poco se fue quedando solo con su obsesión – Desvié mi mirada hacia el auto que entraba al estacionamiento, Alicia, su presencia siempre despejaba mis pensamientos pero ahora quería mas que eso, quería ir corriendo a abrazarla y nunca más soltarla pero cómo no podía ese sentimiento pesaba. – El no ha parado, el quiere destruirte – Dijo Tokio obteniendo mi atención nuevamente. – Tokio... – Solté en voz baja, ella asintió. – Gracias por esto, de verdad, no sé que decir al respecto – Dije sincera. – No digas nada, solo ten cuidado con ya sabes – Dijo mientras jugaba con sus manos, asentí cuando mi mirada se fue inconscientemente hacia ella, cruzando con su cruel mirada, el tiempo se paralizo para mi dejándome sólo con ella pero tan pronto cómo volvió ella se había esfumado. 

El día paso lleno de pensamientos que embocaban a la misma persona pero al llegar a casa todo se agudizó, tenia su número en mente, prendí un cigarro para pensarlo mejor pero mi decisión estaba tomada, no estaba dispuesta a perder a la persona que me hacia olvidar absolutamente todo lo malo. Tome mi móvil y marque... 

A Punta de Espada//Ralicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora