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[Raquel]

La yema de sus dedos pasando por mi mejilla despertó cada uno de mis sentidos de inmediato, abrí los ojos y la primer imagen que vi fue a ella, sin ningún tipo de maquillaje y con el cabello en una coleta rápida, sonrió. – Eres una dormilona – Se escuchó su voz alejarse lentamente, me acomode sentandome. – ¿Que hora es? – Pregunte tallando mis ojos. – Es temprano aún – Respondio mientras sacaba prendas de su armario, precisamente una blusa azulada – Recibí un llamado urgente de la dirección, tendré que irme antes – Dijo poniéndose sus pendientes. – Esta el desayuno servido – Dijo. – ¿Tú desayunaste? – Pregunte, su mirada se hizo instantánea junto con una dulce sonrisa, se sentó en la cama. – Comeré algo en la cafetería – Dijo tomando sutilmente mi mano. – No deberías irte sin desayunar – Dije bajo mirando nuestras manos entrelazadas. – Siento no poder desayunar contigo, cariño – Aquellas palabras resonaron en mi cerebro dando un subidón de energía, asentí con una gran sonrisa. – ¿Que será tan importante? – Pensé en voz alta. – No lo sé, esperemos que sea algo bueno – Dijo Alicia mirándome, me acerqué para darle un corto beso en su mejilla y alejarme para quedar lo suficientemente cerca de ella, me besó cómo si de su desayuno se tratase.

– Corazón... – Dijo Alicia separándose – Tengo que irme – Alejo su mano de mi cintura y se levantó de la cama, saco su abrigo del armario y comenzó a ponérselo. – Recuerda lo del desayuno, aunque con el tiempo que ha pasado deberás calentarlo – Dijo tomando su bolso, todo su atuendo combinaba estruendosamente. – Esta bien, iré enseguida – Dije levantándome de la cama, Alicia se acercó y dejo un corto beso en mi frente. – Ten un buen día, debo irme – Dijo saliendo del lugar con rapidez, la puerta se escuchó cerrarse, dejé caer un suspiro y comencé a vestirme, ni siquiera sabía que hora era pero si tenía claro que mi estómago estaba hambriento, tomé mi celular y lo guardé en mi bolsillo, bajé las escaleras y fui a la cocina, Alicia había mencionado que estaba sola. El desayuno estaba en la mesa, me senté dejando el celular encima de esta, probé traviesamente el plato y pude sentir una sensación de maravilla en mi boca, cómo Alicia cocinaba no tenía comparación, la comida no estaba fría, todo lo contrario pudo conversar el calor a pesar del tiempo que estuvo aquí.

El celular vibró una vez, lo ignore por completo, no quería arruinar el hermoso momento de disfrutar la comida pero comenzó a vibrar aún más fuerte, haciendo un molestoso sonido contra la madera de la mesa, tomé el celular, lo que pude ver en la barra de notificaciones me dejó con la garganta cerrada, totalmente anonadada.

raquel

perdón

yo no quería

el me obligó a decirle

lo juro

perdóname

raqueeel

me amenazó

Y eso fue suficiente para saber que nada estaba bien, entre al chat con nerviosismo.

le dije a alberto sobre tú y alicia

Podía sentir cómo hasta respirar se me dificultaba, dejando claro que todo estaba mal, muy mal, el llamado de Mónica me sacó de un posible agujero. – ¿Raquel? – No respondí. – Raquel, yo no quería hacer esto – Dijo Mónica con voz agitada. – Mónica, dime que está pasando... Por favor – Dije con voz frágil, mis manos estaban temblorosas al igual que mis piernas. – Alberto el sabe y... – Un asqueroso silencio mató mi angustia, mala señal. – ¡Mierda! – Corté y dejé el móvil en la mesa, me levanté apresurada y con lágrimas en mis ojos, apuntó de salir cuando el celular vibró una vez más pero su nombre me hizo sobresaltar.

A Punta de Espada//Ralicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora