cap. 28 - ¿algo más? (parte dos)

294 35 11
                                    

Después de que Ian agradeciera por la comida y se ofreciera a lavar los platos —cosa que obviamente todos le impedimos—, mi madre lo obligó a prometer que, si es que ya manejaba con cuidado su moto, ahora lo hiciera con el doble de precaución. Especialmente cuando estuviera conmigo. Caso contrario, lo amenazó, usaría su sangre como gasolina para nuestro carro. Ajá, turbio. Por otro lado, papá le dijo que viniera a casa cuando quisiera, una vez que se lo llevó a su estudio a mostrarle todos los cassettes vintage de música que escuchaba en sus años de juventud.

—Ustedes dos —nos llamó Logan antes de que pudiéramos escaparnos una vez que mis padres subieron a su habitación, hizo un gesto para que nos acercáramos y antes de hablar de nuevo, dio un vistazo hacia las escaleras para asegurarse de que estábamos solos—. Si mi hermana ni mi cuñado les darán la charla, entonces tendré que hacerlo yo.

Me costó entender a qué se refería, sin embargo, Ian empalideció.

—No... No es lo que tú crees —intentó justificar.

—Bah, no es necesario que se pongan así. Soy joven, de cierta forma, entiendo —interrumpió mi tío, fingiendo ser "cool"—. Se van a cuidar, ¿no? O quizás debería preguntar... ¿se están cuidando ya? Porque yo tengo condo-

OH, AHORA SÉ DE LO QUE HABLA.

—No, no entiendes —lo corté sintiéndome incendiada—, Ian y yo no... Nosotros no estamos... Ni siquiera somos...

—Lily, cálmate. Yo entiendo, de verdad. Ser joven y tener las hormonas por los cielos.

—No estamos juntos, lamento que hayas visto el beso del otro día... —se excusó Ian, terminando mi oración y rascándose la nuca en acto evidentemente incómodo.

—Ya te lo dije el otro día —me crucé de brazos—, fue un momento de curiosidad. Y ya. Pasó. Sólo somos amigos.

—¿Están seguros? —observándonos con desconfianza, Logan repitió—, Porque asimismo, la curiosidad los puede llevar más allá.

Ian rodó los ojos y asintió. Yo hice lo propio.

—Ya te lo dije —amenacé.

—Bueno, bueno —se resignó mi tío—. En ese caso, puedes llamarme Logan the T.

Le extendió su mano al otro chico, quien muy confundido, preguntó:

—¿The T?

—Sí, Logan the tío.

Y así, finalmente nos liberó.

—No salió tan mal —opino en voz baja al abrir la puerta para escapar de una vez.

—No, sólo estuvimos a punto a recibir una charla con condones gratis.

—¡Ian! —exclamo avergonzada, causándole una risotada.

Salimos a mi jardín delantero. En el porche, hay una pequeña mecedora horizontal, que permite que dos personas se sienten.

—¿Ya te vas? —le pregunto al sentarme sobre el acolchonado cojín floreado. Él se arrima a una de las columnas que soportan el peso del cobertor, me echa una mirada lenta que me obliga a desviar mis ojos de él y posteriormente, se dirige a mí con pasos paulatinos.

—¿Creíste que saldría mal? ¿Conmigo aquí?

El chico toma asiento frente a mí, deja colgando su brazo por el respaldar del columpio y apoya su cabeza sobre su codo flexionado. Los mechones de cabello oscuro que caen sobre su frente, se mecen ligeramente con la suave brisa de la noche. Es evidente que se encuentra mucho más accesible que antes, ya no anda perdido en sus pensamientos, y ese brillo preocupado de sus ojos parece haber disminuido. Aun así, no me parece que se ha extinto.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora