cap. 26 - no hay otra forma de querer

352 30 12
                                    

Sin saber qué pretende con todo esto, me bajo del auto, refunfuñando y con los nervios en punta. Hace el ademán de tomarme la mano, lo que me hace rodar los ojos antes de resignarme y caminar a su lado, agarrándome a él.

Siempre me pareció que el colegio tenía más una apariencia de pequeña hacienda, todos los edificios eran como casas de campo, los techos y columnas de madera y las paredes de ladrillo blanco. Además, había muchos ventanales. Tenía solamente dos canchas grandes que estaban cubiertas de césped y al estar rodeadas con árboles pequeños de bambú, se veía como un jardín. Y tenía una gran ladera en la parte posterior a las clases, donde los más traviesos se solían escapar para darle una calada a un inocente cigarrillo o comerse a besos.

Ahora, sólo puedo observar la entrada a esa ladera, cercada por un alto alambre que bien podría estar electrizado, pero...

—¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! —Exclamo horrorizada, ganándome un Andrew que me observa entre atónito y divertido.

Lleva una navaja en la mano izquierda, con la que había desgarrado el alambre, abriendo una pequeña entrada que nos facilitaría la travesura. ¡¿Realmente este chico estudia leyes?!

—¿Cortando la cerca aparentemente electrificada pero que en realidad no lo está? —Pregunta burlonamente, mirándome con ternura. En otras circunstancias, esa mirada me habría causado un infarto, pero ahora, la adrenalina me tiene con otras preocupaciones en la cabeza.

—Eres muy irresponsable —me cruzo de brazos molesta, recriminándole casi histérica—, ¡pudo haberlo estado y ahí quedabas, Andrew Huard! Y lo que estamos haciendo es ilegal, chico "estudio leyes".

—¿Te preocupaste por mí? —Se acerca incapaz de esconder una sonrisita, pero me encojo, desviando la mirada del puchero que dibuja, lo que causa una carcajada—. No te enojes conmigo ¿sí? Tuve cuidado, de verdad que no me hubiera pasado nada. Y ya no es propiedad privada, revisé los papeles antes de planear esto. Ahora sólo es un triste lugar abandonado.

Continúo mirándolo acusatoriamente, aunque mi ceño fruncido va debilitándose.

—No vuelvas a hacer algo así —musito todavía cruzada de brazos antes de entrar por el espacio corto, con cuidado de no raspar mis piernas con los filos. Si hubiese sabido que venía de aventuras, no me hubiese puesto shorts.

Andrew hace lo mismo detrás de mí, y puedo jurar que siento su sonrisa. Aun así, me niego a dedicarle una mirada. Entonces pasa sus brazos alrededor de mi cintura y me atrae a su calor corporal en un movimiento ligeramente brusco, posando su suave boca en mi cuello en un pequeño roce mortal, sí, de esos que te detienen el corazón por un momento. Ahogo un grito, quejido, o gemido, llámalo como quieras, realmente no sé qué era.

El castaño susurra sobre mi oído:

—Lo siento, casi me caigo.

Pues yo lo veo bien plantado sobre sus dos piernas y, aun así, no me suelta.

—No pasa nada —murmuro algo turbada.

Con descaro, deposita un beso en mi mejilla, antes de continuar caminando.

Me recupero de mi lapsus brutus en el segundo que dejo de sentir sus manos en mi cintura y recupero mi capacidad de caminar, así que lo sigo en silencio. Subimos la ladera, no es difícil hacerlo puesto que, en la mitad del mismo, unas escaleras de cemento, aún son lo suficientemente estables como para permitirnos pisarlas sin trizarse aún más. Llegamos a una de las canchas, el césped amarillento está tieso, y elevado. Me causa cosquillas cuando las puntas del mismo rozan mis piernas desnudas. En algún momento, incluso me ataca la idea de la posible presencia de garrapatas en la pastura. Los jardines siempre solían estar rodeados de majestuosos bambús que solían tener un brillante color verde, ahora su aspecto es moribundo y opaco. Asimismo, se difunde un silencio sepulcral por todo el terreno. Mi corazón se oprime de una forma dolorosa y siento ganas de llorar ante la impresión de ver un lugar que solía estar tan lleno de vida y bullicio, así. Además, un incómodo deja vú me embriaga. Si bien ya no lastima, me pone algo ansiosa.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora