cap. 10 - el karma es una perra

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Mis ojos recorren con aburrimiento el vestido que me muestra Mikaela, la tela es negra y sencilla, tan delgada y suave como una licra. Abraza la silueta.

La he ignorado desde que le pedí el número de una compañía de taxis, que dijo no tener. Luego pregunté su clave de wifi para pedir un Uber, se excusó diciendo que no se la sabía. Me percaté de que yo tampoco cargaba dinero encima. Así que en el momento que estaba a punto de escabullirme de su casa y salir corriendo de la misma, me interceptó. Con mucho descaro denegó mi escape, defendiéndose con que, si me iba caminando y algo me ocurría, ella sería la última en haberme visto. Y no quería meterse en esos líos. Lidia la apoyó. Claro que estuve muy cerca de estrangular a ambas hermanas, pero entonces fui cordialmente informada por un William burlón, que iban a lanzar una fiesta y debía quedarme. Renuncié a armar un escándalo al respecto sólo para evitar quedar como que realmente estaba intentando huir de todo esto.

Es el último bufido de frustración que suelto, el que la hace perder la paciencia.

—¿Puedes quitar esa cara de mierda de una vez? —Escupe con fastidio, haciéndome levantar las cejas sin poder creérmelo.

—Así es mi cara.

—¡Intento ayudarte!

—¿Ayudarme? —Replico con sarcasmo—, creo que ya hiciste bastante al tenderme esta trampa.

Mikaela ladea la cabeza, fingiendo estar confundida. Sus pómulos, sin embargo, se enrojecen. Está mintiendo. 

—¿Trampa? —repite entre dientes—, ¿crees que yo te haría algo así?

No respondo, mi mirada asesina dice más de lo que mi boca podría. Mikaela no es más que una víbora vengativa. Ella suelta una carcajada sin pizca de humor al aventar dicho vestido a la cama, luego levanta sus brazos con dramatismo.

—¿Sabes? Puedes pensar lo que quieras, ya ni siquiera somos amigas —alega con un tono que derrocha resentimiento—, pero déjame decirte una cosa: vi cómo a Andrew se le cayó la baba en el momento que te vio, así que, como consejo, te recomendaría dejar de ser una cobarde llorona y aprovecharte de la situación. No siempre tienes la oportunidad de vengarte de quien te hizo quedar como estúpida.

A pesar de que sus palabras me dejan paralizada, mi mirada sigue acuchillándola cuando sale de la habitación, incluso cuando la escucho gritar a lo lejos:

—¡Si recuperas tus ovarios, mi clóset está a tus órdenes!

¡El descaro! Me muerdo el labio inferior. Puedo sopesar mis opciones antes de golpearme la cabeza contra la pared; o me pongo ese vestido y bajo a la fiesta de universitarios que ya está por empezar, o me encierro aquí para sumergirme en youtube —y gastar todos mis megas— hasta que mi madre pase por mí.

Con Andrew en la planta baja. Teniendo la oportunidad perfecta que tanto he esperado para darle un empujoncito al karma. U orinándome encima, en caso de que me agarre por mi lado más vulnerable. Aunque, debo admitir, que ya estoy más tranquila. Quizás sea cierto que eso de "enfrentar tus miedos", te ayuda a superarlos. Digo, en caso de que las cosas salgan tan mal como temes, ese miedo ya estaría tachado de tu lista de miedos ¿no?

Las voces y risas se intensifican abajo, empieza a sonar música que intenta seducirte hacia un baile. ¿Es normal que mi corazón se acelere un poco más de lo normal? Oh diablos. Ya he tomado mi decisión, pero aun así me quedo sentada en el pie de la cama, es que es tan cómodo... Mentira, soy un manojo de nervios y cobardía. Gallina. Y ese vestido negro no termina de convencerme.

De todas formas, no me veo tan mal cómo estoy vestida ahora, además temo que, si me coloco el vestido, parecerá que lo estoy intentando demasiado. Después de todo, me estoy colando en una fiesta a la que ni siquiera estoy invitada. Bueno, ese es el punto de colarse ¿no? Aunque técnicamente fui invitada. Pero de forma obligada...

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora