cap. 1 - el chico que nunca ruega

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—Niño, has estado tomando toda la sopa ¿no? —A pesar de que yo estoy a punto de alcanzarlo en altura, sus brazos se cierran alrededor mío y me levanta sin hacer esfuerzo alguno—. Bueno, has crecido pero estás algo flaco 一me suelta, el ceño fruncido en análisis一. Venga, trae ese puño.

Escondiendo una sonrisa que ya saborea el triunfo, coloco mi mano contra la suya, los dos apoyamos nuestros codos sobre el capó del auto y él inicia la cuenta regresiva.

—Tres, dos, uno, ¡ahora!

De inmediato, empiezo a ejercer presión intentando derribarlo, pero antes de poder darme cuenta, mi mano yace derrotada sobre la fría superficie de metal.

—Síp. Justo lo que me temía: debilucho —ruedo los ojos ante sus palabras.

Primer ítem en mi lista de cosas que hacer: retomar mis visitas al gimnasio y ganarle en fuerza al tío Harry. Ahora, no me malinterpretes, no considero tener un mal cuerpo. Es más, sé que no lo tengo. Pero este hombre sencillamente me supera cuando hablamos de músculos y fuerza. Es el equivalente a un vikingo moderno. Sin embargo, debo admitir que yo también tengo lo mío.

— ¡Tío Harry! —lo llamo, me lanza una mirada socarrona y altanera a la par que abre la cajuela del auto. Me levanto la camiseta que llevo puesta con una expresión satisfecha y dejo ver mi abdomen marcado. Han sido semanas ajetreadas que me han dejado poco tiempo para entrenar, pero haber sido atlético desde los catorce años tiene su recompensa. 

Aunque logro impresionarlo, lo disimula. 

—Bah, ¿y con eso cantas? Necesitas resonancia y eco, y eso te lo da una buena pancita cervecera —se ríe dándose una palmada en el estómago. Sacudo la cabeza ahogando una carcajada. Cómo extrañaba a este tipo. 

—No me hagas reír muchacho —el hombre lanza una miradita engreída a mi guitarra, luego me recorre de arriba abajo con un matiz burlón—

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—No me hagas reír muchacho —el hombre lanza una miradita engreída a mi guitarra, luego me recorre de arriba abajo con un matiz burlón—. Ya vete a casa, estás haciendo el ridículo.

Siento la tensión incrementar en mi mandíbula apretada, sin embargo, no le voy a dar el gusto de perder los cabales. Sé que se dará cuenta de su error. Eventualmente. 

—Volverá a mí cuando se arrepienta —le sonrío con descaro antes de murmurar—, sé que lo hará y créame esto: yo estaré esperando.

El hombre suelta un silbido antes de echarse a reír, me encojo de hombros y me coloco la capucha sobre la cabeza, dirigiéndome hacia mi moto. Intento ignorar el nudo que se me forma en la garganta.

Cuando enciendo el motor, reparo con pesadez que sólo queda un lugar que no he visitado aún, y eso es porque apuntar hacia allá es demasiado ambicioso. No obstante, con un suspiro apesadumbrado reconozco que no pierdo nada con intentarlo. Bueno, quizás mi dignidad...

No. Ian Baldwin no le ruega a nadie. 

Tan sólo iré a presentarme, cantarles un poco y si me dicen que no, no insistiré más.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora