cap. 56 - la mañana siguiente

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Los rayos de sol se cuelan por mi ventana y parece que a alguien no le agrada ni un poquito. Lily gimotea una protesta, vuelve su cabeza hacia mí y al verme profundamente dormido —según planeo—, suelta un profundo suspiro. Entonces sus brazos batallan con la cobija que todavía la tiene retenida. Una vez que logra librarlos de nuevo —la volví a cubrir apenas se quedó dormida—, se cubre el rostro. Con un ojo cerrado y el otro semiabierto, espío cada uno de sus movimientos. Pero debo acabar con mi actuación en el momento que su cuerpo se estremece suavemente y la escucho sollozar.

—Oye, oye —murmuro en tono conciliador. La abrazo por la cintura y busco acurrucarla de nuevo contra mí, brindarle aunque sea una pizca de confort—. Todo está bien, todo está bien.

—No lo está —sus palabras se rompen, aun así, me devuelve el abrazo y esconde su rostro en mi pecho. Mis manos van desde su espalda a su cabeza con caricias y cariñitos que apenas tienen el efecto deseado—, ayer hice el ridículo. Y mi padre debe odiarme.

Una oleada de alarma barre mi organismo. ¿Recuerda todo lo que sucedió anoche?

—Ni siquiera recuerdo qué fue lo que le dije exactamente, pero sé que fue malo.

Su comentario me brinda una tranquilidad incompleta. Aprieto su pequeño cuerpo entre mis brazos.

—Y a Andrew tampoco —la mención del nombre del otro muchacho provoca que mi cuerpo entero se tense. No sé si ella lo nota, me parece que sí. Entre lágrimas, sube su mano desde la mitad de mi espalda hasta mi cabello, donde permite que sus dedos se sumerjan y me den una dulce caricia. Eso logra relajarme un poco. Bueno, un poco no lo define en absoluto... Se me escapa un suspiro tembloroso y la piel se me eriza—, yo no... No sé cómo fue que... llegué aquí.

Se separa de mí y se quita la cobija de encima, luchando un poco con ella porque yo la dejé enrollada cual burrito. Su rostro es una mueca de humillación. Cuando sus ojos dan con la única prenda que tiene encima, las mejillas se le encienden como luces LED rojas. Bueno, exagero. Aunque sí se avergüenza muchísimo.

Por ende, yo entro en pánico.

—Mikaela te vistió —aclaro con rapidez—. Con mi ropa porque no traías una mudada, pero luego tú... Dijiste que el pantalón estaba muy grande y te lo quitaste —intento no sonar sospechoso, sin embargo mis nervios me traicionan y termino tartamudeando—. Por ello te cubrí con esa mantita.

Su labio inferior está rojo de tanto que se lo muerde. Lo suelta, este queda brillante e hinchado. Con la mirada todavía cristalizada, me recorre de arriba abajo. Y se detiene en mi cuello.

—Y porque yo... te dejé ese hickey, ¿no?

¡¿Qué?! Abuso de mi juventud y la de mis rodillas cuando de un solo salto, me incorporo y corro hacia el baño. El espejo me devuelve una mirada atónita, porque en el cuello, precisamente bajo la mandíbula, tengo una pequeña y notoria marca roja. Mi boca se abre en asombro e incredulidad. ¿Ella de verdad hizo eso? Es decir, sentí que lo hizo, pero... ¿Dejar una marca?

Por el rabillo del ojo veo que intenta escapar de la situación, procura no hacer ningún sonido mientras se arrastra sobre la cama para salir de ella. Me apresuro a detenerla.

—Hey, Lily. Aguanta.

Estoy a punto de llegar a mi cama, sin embargo, ella se mueve más rápido. Ya no le importa ser silenciosa y disimulada. Casi se tropieza entre las sábanas de mi colchón, aun así, da un salto increíble y llega al piso. Me coloco frente a ella, ¿y quién imaginaría que la chica tendría tanta fuerza? La intercepto antes de que alcance la puerta de mi habitación, pero es su cuerpo el que termina derribándome. Entonces es ella quien queda encima de mí.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora