cap. 17 - maldita chiquilla irresistible

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x IAN x

Acariciar las curvas de mi consentida favorita requiere de concentración. Ni siquiera enciendo la radio cuando lo hago, así de copioso debe ser desempolvar una Gibson Songwriter Mystic Orpheum. La cosa más mínima puede perturbar la paz que compartimos ella y yo, y la franela roja de terciopelo. Y el sonido de algo chocando contra el pavimento, evidentemente lo hace.

Confundido por el hecho de haber detectado ruido dentro de propiedad privada, la deposito cuidadosamente sobre su caja y con rapidez, aseguro la combinación secreta de apertura. Si se trata de la presencia de ladrones dentro de la academia, eso puede esperar. Antes que nada: mi Gibson debe estar segura. No obstante, una vez que confirmo que la preciosidad está a salvo, corro en puntillas hacia el cuarto que está al lado del estudio, donde hay una ventana que me permite ver hacia la parte trasera de la academia.

Mi sed de sangre se desvanece cuando reconozco esa melena de cabello largo y negro. Me invade otro sentimiento al admirar su tobillo enredado entre las tupidas ramas del bambú, ella batalla para sacarlo de allí con todas sus fuerzas, jalonea su propia pierna y la mueca de susto que pone cuando no lo logra, me hace reír. Decido abrir la ventana y asomarme:

-Hey, intrusa.

- ¡¿Qué, quién, dónde?!

Se sobresalta con mi voz, tanto que su pie se zafa de las ramas, junto con un par de ellas. Me siento culpable cuando su pequeña figura cae contra el asfalto, soltando una maldición en voz baja. Sólo porque no logro pasar mi cuerpo por la diminuta ventanilla, no me aviento por la misma. Llego en menos de treinta segundos al patio de la academia, donde Lily ya está incorporada. Observa con un puchero las rodillas de su conjunto deportivo blanco, lleno de polvo y suciedad.

-Es tu culpa -me reclama señalando las marcas oscuras de su ropa a la par que se sacude las manos de la tierra que se le pego.

-Espera, fuiste tú quien se infiltró de nuevo en propiedad privada. ¿Es este un tipo de mal hábito tuyo o algo así? Pudiste tocar el timbre, ¿sabes?

A pesar de mis palabras, se le escapa una sonrisa amarga.

-Pensé que no había nadie en la academia -refunfuña. Me doy cuenta de que tiene una de sus piernas ligeramente levantada, sin posarla en el suelo por completo.

- ¿Estás bien?

-Dejando de lado mi tobillo torcido y mi dignidad perdida, sí.

Cuando lo menciona, el panorama se me aclara. Con la preocupación y la culpabilidad devorándome vivo, me acerco a la chica, tomándola del brazo para servirle de apoyo. Me percato de que, en el borde de las zapatillas deportivas, el tobillo ha empezado a hincharse ligeramente con relación al otro, que se ve de un aspecto mucho más normal. Maldición.

- ¿Puedes caminar? -le pregunto con remordimiento. Ella asiente, intentando asentar ese pie sobre el asfalto, aunque no lo hace del todo y aprieta su agarre en mi brazo-. Tomaré eso como un no.

Paso el brazo del que se agarra por detrás de su espalda, y el otro lo coloco bajo sus rodillas para levantarla. Lily no es exactamente lo que se define como liviano, pero es un peso manejable. Ahoga un grito cuando la cargo y puedo darme cuenta de lo rojo que se le pone el rostro. De inmediato, el calor de su piel choca contra el mío, divirtiéndome.

-Apaga el semáforo, aguas aromáticas. Hemos estado más cerca que esto -le digo al oído cuando intenta volver su cara al lado opuesto de la mía.

- ¡Ian! -Exclama alterada, arrancándome una carcajada.

-¿Qué? Es cierto.

La llevo hasta el hall principal, donde unos costosos pero deliciosamente cómodos sillones carmesí, reciben su silueta. Entonces voy en busca de hielo. La culpabilidad me consume aun más cuando en mi trayecto, noto que su tobillo se ha hinchado más y más. Ese tamaño definitivamente no es normal. Soy un imbécil, no debí haberla asustado así.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora