cap. 6 - mi desastre, mi culpa

726 58 21
                                    

Mi casillero es un completo desastre. En el momento en que lo abro, tanto cuadernos como hojas huérfanas y arrugadas, salen volando por todos lados, junto a múltiples lápices que ya había dado por perdidos. Todo esto provoca un estrepitoso escándalo que resuena por todo el pasillo. Vale, tarde o temprano iba a ocurrir. Para ser honesta, no suelo utilizar mucho mi taquilla, por lo general cargo en mi mochila el único cuaderno que utilizo junto a una cantidad más que suficiente de plumones y esferos de colores (aunque ¿a quién engaño? Ni siquiera tomo notas en clase, no sé cómo es que tengo buenas calificaciones). Sin embargo, aquí sólo suelo acumular exámenes calificados, muchas sudaderas que si nos las guardo aquí de seguro las perderé, y cualquier otra cosa que no sé dónde más meter. Así que técnicamente es mi culpa que el abismo al inframundo se encuentre en el casillero número 103 de mi instituto.

Un gran resoplido se escapa de mis labios ante la mirada burlona de los que transitan el área.

—Me lo merecía por no ser ordenada —comento con algo de humor, penoso intento para recuperar un poco de mi dignidad. 

Un pequeño muchacho pelirrojo de último año (es mayor a mí, sí, pero no exagero cuando lo llamo "pequeño", puesto que camina tan encorvado que parece medir un metro con no más de cuarenta centímetros) observa mis pertenencias en el suelo con una mueca de espanto, a duras penas asiente y puedo divisar como casi se eleva del suelo debido a la velocidad con la que huye. Qué caballerosidad la de hoy en día ¿no?

Bajo mi mirada para limpiar mi desastre, sin embargo, me tambaleo en el momento que lo veo. No es por ser dramática, realmente caigo de rodillas al divisar una hoja arrugada, manchada y con los bordes arrancados, cuyo centro reza:

"ANDREW HUARD + LILY OWEN = AMOR X 100PRE ♥".

De inmediato me abalanzo sobre la misma, llamando aún más la atención con la exagerada manera en la que me tiro sobre el piso. Entonces comienzo a percatarme que el resto de hojas que volaron fuera del casillero son similares, con ese mismo nombre plasmado en ellas, y muchos, muchos, muchos corazones rojos.

—¿Qué rayos es esto?

Mi sistema nervioso simpático se dispara cuando alguien toma una de esos papeles del piso y empieza a romperse de la risa.

Mi sistema nervioso simpático se dispara cuando alguien toma una de esos papeles del piso y empieza a romperse de la risa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tenía 13 años, casi 14, cuando lo vi por primera vez. Fue un flechazo instantáneo.

Iba en camino hacia la biblioteca del instituto después de salir pronto de un examen, había descubierto los fanfics —todavía no existía Miraculous, pero mi perdición era Justin Bieber— y ese era el único sitio donde había computadoras para uso académico. Claro que mis necesidades no cabían dentro de dicha definición, sin embargo, mi móvil se había apagado y hoy actualizaban la historia, así que esto era casi una emergencia. Un grupo de estudiantes de último año armaba escándalo a las afueras del lugar, estaban sentados desperdigados en las gradas del pasillo. Mi nariz se frunció en protesta al preguntarme cómo rayos debería dirigirme a ellos para que me permitieran pasar, sobre todo porque gritaban y se reían como chimpancés a la hora de comer, así que dudaba que escucharan mi débil voz. Entonces, me detuve frente a ellos y durante un par de segundos, los reté visualmente para que se levantaran, sin decidirme sobre qué decirles con exactitud. En realidad, el simple hecho de que estuvieran obstruyendo el paso, era lo suficiente descortés. Y esperaba que, por lógica, lo reconocieran y se movieran.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora