cap. 45 - ¿por qué siento como que sobro aquí?

313 30 14
                                    

Cuando subí al auto de Andrew y la noche parecía desplegarse frente a mí con todo un menú de posibilidades, en ninguna de ellas se leía ir a la casa de mi mejor amiga porque una vez más, había tenido una decepción amorosa con el mismo desgarbado de siempre. Mucho menos estaba ir acompañada de mi novio.

Me bajo apenas el auto se detiene fuera de la gran casa de Marina y corro a la puerta principal, ante la absurda idea de que esta se encuentre sin seguro. No lo atino, así que no tengo más remedio que timbrar y esperar que ella salga, aunque dudo que lo haga pronto. No obstante, Andrew cambia mis planes:

—Aquí hay una llave —manifiesta al llegar a mi lado, mete su brazo por un espacio entre las macetas que rodean el porche y saca el objeto dorado.

—Wow, ¿cómo sabías eso?

Su rostro se contrae en una mueca de desagrado.

—Tuve que traer al señor Valek el otro día que estaba algo pasado de tragos, no cargaba su llavero encima.

La puerta cede ante el ingreso de la llave, permitiendo observar el amplio vestíbulo y las elegantes escaleras de la casa. Un silencio sepulcral sería lo primero en recibirnos, eso si no se levantara en medio de este, unos pasos sonoros y el portazo de un gabinete. A duras penas, se eleva el leve rumor de una canción de Taylor Swift. Andrew se detiene en la mitad de la sala y me lanza un vistazo confundido.

—En la cocina —aclaro.

Giramos por el pasillo de la derecha, y en efecto, el sonido indicativo de la presencia de una persona, se intensifica. Más puertazos se escuchan, y en la mitad de la cocina, encontramos una Marina con los ojos rojos y los labios hinchados, tiene la vista perdida en uno de los ventanales del cuarto.

—¿Rina? —exclama Andrew, sacándola de su trance.

La voz masculina la aturde en un principio, pero apenas gira el rostro en nuestra dirección, su expresión se aflige aún más. Siento que el corazón se me encoge al verla tan herida, así que cuando corre en nuestra dirección, abro los brazos para recibirla. Sin embargo... Me quedo con los brazos abiertos y cara de estúpida. Porque se lanza al consuelo de Andrew y de mí, ni siquiera se percata. Él, al parecer igual de confundido que yo, se echa ligeramente hacia atrás, pero ante los pequeños sollozos que ella emite, levanta una mano y le da un par de palmadas en la espalda.

—Lo odio tanto, tanto, tanto... —el mismo trágico discurso que he escuchado una y otra vez, se repite. Aunque esta vez, no soy yo el confort.

No caen lágrimas de sus ojos, a pesar de que sí noto que estos se encuentran cristalizados en el momento que los abre. Ahí es cuando finalmente dan conmigo, me da la sensación de que me analizan con un tinte de tedio. Casi como si le fastidiara saber que estoy ahí. Pero no hay razón para que se sienta así respecto a mí, ¿o sí? Descarto esos pensamientos al regalarle una pequeña sonrisa incómoda ante su expresión herida.

—Hola —saludo en voz baja.

Andrew la separa de él con delicadeza y estudia su rostro con severidad.

—¿Estuviste bebiendo? —pregunto por ambos.

—Sólo un poco.

El tono de voz arrastrado que usa, me indica que quizás fue un poco más de lo necesario. En un principio creí que se veía bastante consciente todavía, sin embargo, tiene una expresión somnolienta y su mayor soporte parece ser el hombro de Andrew, desde donde se sostiene con una mano. Así que ya no estoy tan segura. Además, las botellas vacías de alcohol que están hecho trizas en uno de las esquinas de la cocina son otro indicativo de que la situación está mal.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora