cap. 63 - hipócrita

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Último día de clases.

Fue duro que las últimas semanas que he tenido disponibles antes de la batalla final del concurso coincida con exámenes de fin de curso y entrega de proyectos finales. Sin embargo, lo he sobrevivido y el resto de chicos de TQV también —excepto Ian, quien terminó el año escolar hace meses.

—Escuché que en dos semanas es la batalla de bandas —Linda, la chica que en alguna ocasión fue nuestra amiga antes de que los insultos cibernéticos nos separaran, se sienta junto a Mikaela y junto a mí en la cafetería. Sus mejillas están cubiertas de un polvo del color de la luna y le brindan un aspecto angelical cuando sonríe—, ¿estás nerviosa?

—Sí —musito con un hilo de voz. En realidad, mi respuesta ni siquiera es necesaria porque mis intestinos se adelantan a mí y otorgan un ejemplo claro de cómo realmente me siento.

Mikaela casi escupe su refresco por ello. Por otro lado, Linda, tan dulce y prudente, ahoga una sonrisa y muy amablemente, sugiere que tome un protector gástrico durante quince días para que el reflujo no me afecte negativamente en la presentación. Lo anoto en mi mente.

—Por cierto, me encantaría ir a verte y apoyarte. ¿Estaría bien?

—¡Claro que sí, Linda! Eres bienvenida.

La chica se vuelve entusiasta hacia la pelinegra.

—¿Tú irás, Mika?

—Obvio.

Esa respuesta era la que tanto ansiaba obtener, no obstante, me había dado mucha vergüenza preguntárselo. Para ser honesta, quizás debí haberla invitado antes de asumir que ella iría porque no tendría nada mejor que hacer en un viernes por la noche tarde. Procuro esconder mi emoción, a pesar de que el gesto que se dibuja en mi rostro es difícil de controlar.

—Esta vez será un evento televisado así que el ingreso es con pases. No están a la venta, pero yo tengo algunos así que se los haré llegar el día previo al concierto.

La muchacha no puede con el entusiasmo, los ojos tan azules como un cielo desnudo, casi se desacomodan de sus cuencas cuando vitorea.

—¡Genial! Mika, ¿podemos ir juntas? Escuché que el Coliseo queda a como una hora de la ciudad.

—Sí, sí. No hay problema.

La campana suena, y como animales amaestrados, nos levantamos al unísono. Mika suelta un bufido, yo no puedo evitar reírme al respecto.

—Qué estrés, ¿para qué debemos venir hoy? Ya no hay clases ni nada que entregar, sin embargo, si faltamos, hay sanciones.

—Es parte del espíritu nostálgico que acarrea el último día de clases —menciona Linda. Caminamos a paso lento por el pasillo, al igual que el resto de estudiantes—. Aunque como todavía nos falta un año para graduarnos, no es para tanto. ¿Se imaginan cómo se han de sentir los de último curso? No volverán al colegio jamás...

—A menos que se jalen una materia, eso es.

Dejo de escuchar la regañina de Linda a las "malas vibras" de Mika. Mis ojos chocan con una persona que no he visto en semanas, no sólo porque la despedí de mi vida casi por completo, también porque los chicos de último año terminaron el semestre antes y no se los ha visto en el instituto desde hace una semana. Excepto aquellos que se quedaron en supletorios... Marina. Ella está ahí, riéndose tímidamente —sí, tímidamente— con un grupo de estudiantes que solía catalogar como perdedores totales mientras ellos parlotean sobre alguna anécdota con el profesor que acaba de desaparecer por el otro extremo del pasillo. Y es sorprendente, pero ella se ve muy interesada en la historia. Estoy segura que para ellos, este es el mejor día de su vida al contar con la atención de una de las chicas más guapas del instituto.

Lánzame Un Último Beso (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora