Existen ocasiones en las que sabes cómo van a terminar las cosas, pero eso no significa que sean menos dolorosas.
Conoces los peligros que existen, el miedo te invade y las ganas de llorar son imparables.
Creo que con el simple pensamiento de no volver a ver a alguien nunca más se convierte en un sufrimiento interno de decir: ¿y qué hare con mi vida? ¿qué será de mí sin esa persona?, bueno tal vez pensarlo no sea tan doloroso como vivirlo.
El día de hoy se fue una gran persona que lucho por su vida hasta los últimos momentos.
No puedo pensar en el dolor que se siente al perder a tu madre, ni siquiera puedo pensar en el vacío que se sentirá.
Todos pasaremos por eso en algún momento de nuestras vidas, pero como lo dije antes, no significa que sea menos doloroso.
Claro que a veces nos volvemos un poco egoístas en estas situaciones y solo pensamos en nuestros propios sentimientos y en cómo nos sentimos culpables por no actuar antes, pensamos en nuestra tristeza y en el abandono que nos causa una perdida tan grande, pero nunca nos detenemos a pensar que en estas situaciones cuando la causa de la partida es una enfermedad, la persona que nos dejó ahora no está sufriendo como lo hacía cuando estaba acostada en una cama, con tantos medicamentos, con el miedo de quedarse dormida y no volver a despertar, con el dolor en su cuerpo y cabeza y el no poder comer y beber sin vomitar.
Algunas veces no se puede asimilar la perdida, pueden pasar días y te preguntarás por un momento cómo estará esa persona para que un segundo después te des cuenta que esa persona ya no está más.
El dolor de una perdida no tiene palabras o acciones que puedan reparar el sufrimiento interno.
Ahora solo quedarán los recuerdos de esa persona, en mi ocasión siempre recordaré sus risas en las reuniones familiares, porque la risa de mi tía María, la podría reconocer en cualquier parte y el pensar en que ya nunca la volveré a escuchar... bueno.
El caso es que mi papá también no puede asimilar la pérdida de su hermana mayor, él estuvo en sus últimos momentos y la vio irse, creo que no sabe cómo sentirse, no aún.
Mi mamá también estuvo ahí, ella la quería mucho, mi tía hizo recordar a mi mamá cuando mi abuela estaba enferma, así que la cuidaba, ella la veía como una madre y creo que eso la rompió un poco más.
Y yo, bueno yo nunca tuve la oportunidad de conocer a mi abuela paterna, pero mi tía María fue como la abuela que nunca conocí, siempre preocupándose por mis hermanas, mis papás, mis sobrinos y por mí.
Solo espero que ahora ella este volando muy alto y se convierta en el ángel que ella debe de ser.
Diciembre 19, 2020
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nobody thinks what you think, no one
Poezjasoy lo mejor que le pudo haber pasado a la tristeza