Capítulo 11

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Me paso toda la mañana de un lado para otro. No paro de limpiar, ordenar y otras mil cosas que me sacan de quicio. Sin embargo, necesito aguantar, necesito mantenerme dócil y serena hasta que conozca en profundidad como funcionan las cosas aquí. Solo entonces, podré idear un nuevo plan, cuando todos crean que me he dado por vencida.

Afortunadamente, tampoco se me está haciendo tan pesado todo esto gracias a Alice. Estar cerca de mi mejor amiga hace las cosas mucho más fáciles. Por su parte, Vanessa sigue sin dirigirme la palabra... Supongo que tiene razones para estar molesta conmigo, pero confío en que se le pasará pronto.

Ahora mismo son las siete de la tarde y nos dirigimos a la cocina para empezar a hacer los preparativos de la cena. Aunque en esta casa solo viven Seth, Neftis y Horus, hay que hacer siempre un auténtico banquete para ellos y, lo que sobre, se reparte entre los trabajadores de la casa.

«Hemos retrocedido milenios en el tiempo...»

- Aisa.- me llama Kendra.- Por favor, coge esa jarra de limonada y llévala a la sala de entrenamientos.-

- ¿Sala de entrenamientos?-

- Sí, es la que está bajando las escaleras que hay en la entrada del jardín, en el primer pasillo a la derecha.-

«Esta casa es un putito laberinto»

- ¿Solo tengo que llevarla y dejarla allí?-

- Sí, a no ser que el joven Horus te pida algo más.-

- ¿Horus?-

- Sí, suele entrenar en esa sala desde las seis hasta las siete y media.- me informa.- Siempre pide que le llevemos una jarra de limonada fría a las siete, así que date prisa.-

Asiento de mala gana y me dirijo a la maldita sala. La idea de ver a Horus no me hace gracia. Él disfruta molestándome y yo no tengo demasiado humor para aguantarle. Bajo las escaleras de la entrada al jardín, cojo el pasillo de la derecha y voy hasta la única puerta que hay, una puerta de cristal que deja ver una gran sala que parece un gimnasio.

Cuando entro, bajo unas pequeñas escaleras y veo que en la parte de la izquierda hay numérosas máquinas para hacer todo tipo de ejercicios. En  la parte central hay una pista de lo que parece ser tiro con arco y, cuando miro a la zona de la derecha...

«Por todos los dioses...»

Horus está con un pantalón de chándal, sin camiseta, con gotas de sudor recorriendo su perfecto y muscoloso cuerpo al tiempo que da puñetazos a un saco de boxeo.  Está en medio de una especie de ring.

«¿Por qué se tiene que ver tan jodidamente sexy?»

Me quedo ahí embobada mirándolo hasta que él nota mi presencia y se detiene, sujetando el saco.

- ¿Disfrutando de la vista?-

Rápidamente, vuelvo a la realidad y dejo la bandeja con la limonada en una mesa.

- Solo he venido a traerte esto.- digo aclarándome la garganta.- ¿Necesitas algo más?-

- Repite la pregunta dirigiéndote a mí como corresponde.- ordena bajándose del ring.

Le miro con odio, pues sé perfectamente a lo que se refiere... «Vamos Aisa... tú puedes... todo sea por lograr tus objetivos...»

- ¿Necesita algo más... AMO?-

Pongo énfasis en la última palabra demostrando mi disgusto, aunque solo recibo una pequeña risa de su parte.

- Pues... ahora que lo mencionas sí.- contesta llegando hasta mí, y no puedo evitar mirar sus perfectos abdominales.- Mis ojos están más arriba Aisa...-

Esclava de un diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora