Capítulo 15

1.3K 78 25
                                    

"Muchos me consideran un dios, aunque, realmente, soy el mismísimo diablo"

***

Horus

Después de habernos cambiado en un hotel de lujo, hemos alquilado un vehículo de gama media, muy diferente a lo que estamos acostumbrados, y hemos aparcado justo en frente de uno de los rascacielos más imponentes de Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

Mi hermano y yo hemos llegado a las 10 al aeropuerto, en nuestro jet privado, y depués nos hemos dedicado a repasar todo el plan en el hotel. Ahora son las 12 de la mañana y tenemos que ponernos en marcha.

- Esto es una mala idea de cojones.- espeto.- No es sensato que entremos ahí sin ningún guardaespaldas, ¿qué pasa si nos reconocen?-

- No lo van a hacer.- responde Seth con demasiada tranquilidad.- Siempre nos cuidamos mucho de no mostrarle nuestro rostro a nadie que no sea de nuestro círculo más cercano.-

- Me sigue pareciendo un plan de mierda.- replico abriendo la puerta y saliendo del vehículo.

Veo como algunos de nuestros hombres transitan por la calle completamente camuflados, algunos leyendo el periódico, otros sacando a pasear perros que no sé de dónde cojones han salido...

Miro el imponente edificio con tranquilidad, analizándolo. Un enorme cartel con dibujos de niños y niñas decora la entrada. Tiene un eslogan que pone "Save their future".

- ¿Estás seguro de que este es el lugar?-

- Completamente.- asegura él.- Traficar bajo la tapadera de una ONG, un clásico...- tira su cigarrillo al suelo y saca el móvil.- Bien, el sujeto en cuestión ya está fuera de juego así que podemos seguir.-

Suspiro y, junto con mi hermano, entro al edificio. Por dentro es igual de moderno que por fuera, todo decorado con colores blancos y celestes, con numerosos sofás y mesas de información sobre la supuesta ONG. Tal y como habíamos averiguado, solo hay mujeres trabajando aquí, moviéndose de un lado a otro, junto con algunas personas que supongo que quieren ayudar o colaborar con la organización.

Nada más entrar puedo ver que muchas de las empleadas se nos quedan observando. Miro a mi hermano y el continúa atento al móvil.

- Está en la última planta.- susurra.- La única forma de llegar es que la secretaria introduzca el código en el ascensor.-

Miro hacia la zona del ascensor y veo una gran mesa de recepción, parecida a la de los hoteles. Detrás está sentada una... «¡¿Qué coño es eso?! ¿Una mujer o un troll?». En fin, detrás está ese ser que nos tiene que dejar pasar.

- ¿Y bien?- pregunto.- ¿Crees que se creerá el cuento y nos dejará pasar?-

- Claro que sí.- responde.- Venga, no pierdas el tiempo y lígate a la vieja.-

- ¿Espera, por qué tengo que ir yo?- protesto.

- Porque para estas mortales yo tengo que parecer un demonio y tú un angelito cursi, así que vas tú que eres menos sospechoso.-

Me da un empujón y, como ya hemos llamado un poco la atención, decido no pegarle a Seth el puñetazo que tantas ganas tengo de darle. Voy avanzando hacia la mesa y mi hermano me sigue, pero a una distancia prudencial.

Me doy cuenta de que cada vez hay más mujeres mirándonos y, bueno, la verdad es que no es muy habitual que dos chicos veinteañeros estén en una ONG, de hecho, la mayoría de las personas que hay aquí son ancianos o parejas de cuarentones.

Esclava de un diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora