Aisa
Estoy tumbada en la enorme cama de matrimonio, mirando al techo, con Horus a mi lado abrazándome y dándome suaves besos en el cuello. Después de lo que pasó ayer, hemos pasado todo el día juntos y ha sido absolutamente fantástico.
- Horus... si sigues así terminaremos haciéndolo de nuevo.-
- Es una oferta muy tentadora.- sonríe.
- Tienes que irte.- replico incorporándome y quedando sentada en la cama.
- ¿Quieres que me vaya?-
- Sabes que no.- respondo.- Pero tu hermano te pidió que te encargaras de averiguar más sobre el ataque y no quiero que tengas problemas.-
Él ladea los ojos y se levanta.
- Está bien, me marcho.- dice colocándose bien la camisa.- Iré con Rayan y con algunos hombres al aeropuerto, allí tienen que saber algo.- indica.- Volveré por la noche.-
- Te estaré esperando.-
- Más te vale.- contesta mientras se arrodilla enfrente mía.- Porque aún tengo que demostrarte lo mucho que te amo.-
- Creo que ya me lo has demostrado.- río.
- No lo suficiente.- acaricia mi vientre y deja un tierno beso sobre la tela de mi vestido.- A tí también te quiero bebé.-
«Se me cae la baba en tres... dos... uno...»
- Cuídate y no hagas movimientos bruscos.- pide mientras se levanta.
- Tranquilo, te prometo no hacer esfuerzos.-
Me lanza un beso y se marcha hacia la puerta.
- Te amo pelirroja.-
- Y yo a tí dios del cielo.-
El me dedica una última sonrisa antes de salir y cerrar la puerta.
No puedo evitar sentir un soplo de felicidad ante esta situación. Le echaba tanto de menos, echaba tanto de menos esto...
Me acomodo en la cama y cojo una de las revistas de costura que Rachel me trajo. No es que me haya aficionado a coser, pero estoy decidida a hacerle un jerséy a mi pequeño bebé. Aunque no me decido por el color... ¿Será niño o niña?
Realmente no me importa y estoy segura de que a Horus tampoco. Tengo tantas ganas de tener a mi pequeño entre mis brazos...
***
Después de pasar algunas horas leyendo, me doy cuenta de que comienza a atardecer. Me voy al baño a hacer mis necesidades y a refrescarme un poco la cara. Me echo algunas cremas y un poco de colonia.
«Creo que voy a ir a cenar algo, me muero de hambre...»
Abro la puerta del baño y veo que la habitación está a oscuras.
«Qué raro... Juraría que había dejado la luz encendida...»
Voy hacia la mesilla a encender la luz cuando, de pronto, siento que alguien me agarra por la espalda y me coloca un pañuelo que huele horrible en la boca. Al instante, todo se vuelve negro.
***
Me despierto al percibir un fuerte y desagradable olor. Me comienzo a poner nerviosa al descubrir que estoy en una habitación que no conozco. Las paredes son de piedra y no hay nada, simplemente algunos candelabros colgados en la pared y una puerta de madera. Parece una mazmorra del siglo XVI.
ESTÁS LEYENDO
Esclava de un dios
ActieAisa Miller va a Egipto dispuesta a vengarse de los hermanos que dirigen la mafia conocida como Los Inmortales, por todo el daño que le hicieron a su familia. Sin embargo, el plan que ella había diseñado durante tanto tiempo fracasa, y termina conv...