Capítulo 53

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Horus

Estoy en mi habitación, tumbado en la cama. Han pasado dos días desde mi conversación con Aisa y, aunque no he vuelto a ir a verla, no dejo de pensar en ella ni por un instante.

Deseo odiarla con todas mis fuerzas pero no puedo y es realmente frustrante.

De repente escucho el sonido de la puerta, pero no me levanto, ni siquiera me muevo.

- ¿Estás bien?-

- Sí, perfectamente.- respondo.

- Mientes fatal enano.- ríe acercándose.- Horus no tienes que hacerte el fuerte, no tiene sentido, te conozco demasiado bien hermano.-

Cuando noto que se sienta en la cama decido enfrentarle y mirarle a los ojos.

- Lo siento Seth.-

- ¿Por qué te disculpas?-

- Porque tenías razón, la tuviste desde el principio y yo no te hice caso.- contesto.- Dijiste que Aisa no iba a cambiar de idea, que solo iba a hacernos daño y yo no te escuché.-

Desvío la mirada al techo. No puedo evitar sentirme algo culpable. Si hubiera acabado con la pelirroja desde un principio como Seth me sugirió nada de esto habría pasado. Nadie hubiera muerto.

- No te culpo por lo que ha pasado Horus.- responde.- La amabas... nadie piensa lo peor de la persona a la que ama.- indica.- El amor nos ciega, por eso es una peligrosa debilidad.-

- Tú amabas a Neftis y, sin embargo, fuiste lo suficientemente valiente como para matarla.-

- No es valiente quitarle la vida a una persona hermano.-

Mis ojos se abren con sorpresa.

- La muerte siempre debe ser el último recurso, la última carta que se debe jugar cuando no te quede otra alternativa.- dice mirándome profundamente.- Recuérdalo siempre.-

- ¿La echas de menos?- pregunto.- A Neftis.-

- Cada segundo que pasa.-

- ¿Te arrepientes de haberla matado?-

- No, si así he logrado proteger a nuestra familia.-

Me incorporo y le doy un abrazo.

«Ojalá fuera la mitad de valiente que tú...»

De pronto, las alarmas empiezan a sonar por toda la casa al tiempo que mi hermano y yo nos separamos y salimos de la habitación corriendo.

En el pasillo nos encontramos a Rayan, el cual vendría a buscarnos.

- ¿Qué está pasando?- pregunta Seth sin detenerse.

- Los rusos están aquí señor.- indica el castaño.- Intentan entrar por la brecha que se formó en el muro a causa de la bomba.-

- ¿Has mandado a los hombres?-

- Todas las unidades están allí excepto la uno, a la cual he ordenado vigilar a los sirvientes.-

- Bien hecho.-

Bajamos las escaleras viendo como todos los hombres se mueven de un lado a otro, cogiendo armas y saliendo a defender la mansión.

Uno nos da nuestras armas a Seth y a mí. A él dos pistolas de repetición y a mí el arco y las flechas.

De pronto el sonido de una explosión hace eco por toda la casa, al tiempo que las paredes tiemblan.

Esclava de un diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora