Horus conduce su impresionante ferrari negro mientras yo me concentro en no dormirme. Hemos pasado el día entero yendo de un lado a otro de la ciudad, preparando los últimos detalles para nuestra boda, después hemos ido a cenar a un restaurante de lujo y de paso no hemos tomado algunas copas.
- Se te ve cansada.- comenta.
- Lo estoy.- respondo.
Finalmente, llegamos a la puerta de mi edificio y aparca justo en medio. Miro por el retrovisor y veo como dos 4x4 hacen lo mismo un poco más atrás. «Los gorilas nos persiguen a todos lados».
- Muchas gracias por traerme.- digo quitándome el cinturón.
- Un placer preciosa.-
Le doy un beso en la mejilla y me dispongo a salir cuando me agarra de la mano y me tira hacia él.
- ¿Qué pasa?-
- No me has enseñado el departamento donde vives.-
- No será hoy cuando lo haga.-
- ¿Por qué no?- pregunta.- Ya estoy aquí.-
- Son las tres de la mañana Horus.- señalo el reloj del coche.- Mis amigas estarán dormidas.- levanta una ceja.- Los mortales duermen, ¿sabes?-
Él sonríe y se acerca a mí pasando su dedo índide por mis labios.
- Que suerte que yo no sea mortal.-
Me besa apasionadamente y le correspondo hasta que siento como coloca una mano en mi pierna y comienza a subir.
- Eso ha sido todo su alteza.- advierto separándole.- Buenas noches.-
Intento abrir la puerta pero el seguro está puesto y no puedo salir. Miro con enojo a Horus el cual está aguantándose la risa.
- Déjame salir.- ordeno.
- Claro, si me das un beso.-
Suspiro y me acerco a él dispuesta a besarle pero, antes de poder darme cuenta, echa mi asiento para atrás haciéndome caer y quedar tumbada. Rápidamente se coloca encima de mí y rompe mi blusa.
- ¡¿Pero qué haces?!- grito intentando empujarlo.
- Lo siento Isabella pero no aguanto más.- empieza a dejar besos por mis pechos y mi barriga, haciendo que la piel se me erice.
- Horus...- susurro lo más calmada que puedo.- Me prometiste que esperarías hasta la boda.-
- Lo sé, pero me voy a volver loco si no te hago mía ahora.-
Intento apartarlo, «sin mucho esfuerzo, para que mentir, me encanta ponerlo así de caliente». Él coge mis manos y las pone encima de mi cabeza. Las sujeta con una de las suyas mientras que la otra la mete por debajo de mi falda hasta llegar a mis bragas.
- Detente... Horus... no quiero...-
«No me lo creo ni yo»
- ¿Entonces por qué tiemblas?- dice con esa sexy sonrisa.
- Porque... porque me da miedo que te comportes así.- miento.
- Ya, entonces...- en un segundo arranca mis bragas y desliza sus dedos por mi zona arrancándome un gemido y haciendo que me humedezca más de lo que ya estoy.- ¿Por qué gimes? No, mejor... ¿Por qué estás chorreando?-
Le miro a los ojos incapaz de decir nada. Nuestras miradas chocan y puedo ver el deseo que reflejan sus pupilas dilatadas.
- Estás deseando esto tanto como yo.- dice metiendo un dedo en mi vagina.
ESTÁS LEYENDO
Esclava de un dios
AksiAisa Miller va a Egipto dispuesta a vengarse de los hermanos que dirigen la mafia conocida como Los Inmortales, por todo el daño que le hicieron a su familia. Sin embargo, el plan que ella había diseñado durante tanto tiempo fracasa, y termina conv...