Capítulo 38

1.1K 96 36
                                    

Aisa

Estamos terminando de subir las escaleras cuando, de pronto, empiezan a sonar las alarmas de la casa.

- ¡Mierda!- exclama Rachel.

- ¡Tenemos que darnos prisa!- indica Nadia.- ¡Es mejor que nos separemos o no nos dará tiempo!- Rachel y yo asentimos.- ¡Cada una id por un pasillo y buscad a las mujeres!-

Así lo hacemos y yo escojo el pasillo de la derecha. Avanzo por él con cautela y observando todo con mucho detalle. Sin embargo, parece que no hay nadie de seguridad por aquí. Llego a la primera habitación y abro la puerta. Parece un despacho, pero está vacío.

El sonido de los disparos en la planta baja me empieza a poner los pelos de punta.

«Espero que Horus esté bien...»

Cierro y continúo hasta la siguiente habitación. Abro la puerta y veo a una mujer sosteniendo a una niña pequeña, ambas con lágrimas en los ojos.

- Por... por favor... no no hagas daño...- solloza.

- No os voy a hacer daño.- respondo.- Rápido, tenéis que salir de la casa por la zona de los criados.-

- No... no entiendo...- balbucea.- ¿No queréis acabar con nosotros?-

- Solo con los hombres, vosotras no tenéis la culpa de esto.-

- Gracias.- contesta abrazando a su hija aún más fuerte.- Gracias por salvarnos.-

Asiento y ella se marcha corriendo con la niña en brazos.

«Bien, una menos, espero que no queden muchas...»

Cada vez se escuchan más disparos y ruidos en la parte baja y eso no me gusta. Sin embargo, continúo caminando por el pasillo y entrando en las habitaciones. Entro en la última, que está escondida en un pequeño pasillo que se encuentra al final del principal, en la zona derecha.

Cuando abro la puerta, veo que la habitación es bastante grande y que hay una mujer tumbada en la cama, mirando hacia la ventana.

«Es imposible que esté dormida con todo este escándalo...»

- Oye tranquila.- digo acercándome.- No vengo a hacerte daño, solo quiero sacarte de aquí.-

Pongo una rodilla en la cama para llegar hasta ella y girarla.

-¡Joder!- grito.

La chica tiene el cuerpo repletos de cortes profundos, está cubierta de sangre y sus ojos permanecen cerrados. Intento buscarle el pulso pero no lo encuentro, está muerta.

«¿Quién ha podido hacerle esto? Nosotros teníamos órdenes de no atacar a la mujeres...»

De pronto, escucho un ruido a mi espalda, pero cuando me giro es demasiado tarde, puesto que he recibido un fuerte golpe en la cabeza que me ha hecho caer al suelo.

Mi vista se nubla y apenas puedo moverme. Escucho unos pasos acercarse hasta mí.

- Un gusto volver a verte preciosa.-

«Esa voz... me resulta familiar...»

Hago un esfuerzo y abro los ojos descubriendo al hombre que me mira con una sonrisa maliciosa.

- Mercucio...- murmuro.

- Veo que te acuerdas de mí.- sonríe.- Sin embargo yo no me acuerdo mucho de aquella noche...-

Veo que en su mano sostiene un gran cuchillo ensangrentado y, automáticamente, miro el cuerpo de la mujer que está en la cama.

- Sí, yo la maté.- aclara.- Era mi esposa, una perra traidora que me quería echar de esta familia.-

Esclava de un diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora