Capítulo 39

1K 80 15
                                    

- Te odio.-

- Yo te odio mucho más Horus.-

El pelinegro me agarra del cuello y me gira bruscamente estampándome contra el lavabo.

Intento agarrarme como puedo mientras él sube mi vestido y baja mis bragas. Noto su erección en mi trasero y no puedo evitar gemir.

- Eres una loca ninfómana.- dice mirándome a través del espejo.

- Y tú un cabrón con una polla enorme.-

Escucho como desabrocha sus pantalones con una mano, mientras que con la otra presiona mi espalda para que no pueda moverme.

Al instante, me embiste con fuerza y me tengo que sujetar al lavabo para no caerme.

- ¡Ahhh, sí!- gimo.

- ¡Eres una maldita bruja Aisa!- exclama mientras continúa embistiéndome.- ¿Qué me has hecho?- pregunta.- ¿Por qué carajos no puedo dejar de pensar en tí?-

- ¡Ahhh!-

- ¿Te gusta que te haga mía?-

- ¡Sí!-

Un ronco gemido se escapa de su boca y no puedo evitar ponerme mucho más cachonda de lo que ya estaba.

Él comienza a besar y morder mi cuello mientras yo agarró su cabello con una mano.

- ¡Más rápido Horus!-

El pelinegro aumenta el ritmo y no puedo dejar de gemir hasta que siento  un escalofrío recorrer todo mi cuerpo mientras me corro.

- ¡Joder, que rico!-

- ¡Ni se te ocurra moverte que no hemos terminado!- indica.

Me gira y me sube al lavabo metiéndose entre mis piernas y entrando en mí de nuevo.

- ¡Ahhh, Horus, sí!-

- ¡Mírame a los ojos!-

Noto como su miembro palpita dentro de mí y me doy cuenta de que está a punto de venirse, por lo que empiezo a contraer los músculos de mi vagina hasta que siento como llena mi interior de su semen.

Nuestros rostros quedan pegados y nos quedamos en silencio unos segundos mientras nos recuperamos.

- ¿Crees que se habrán enterado ahí fuera?-

- Me importa un carajo.- responde.- No podía aguantar un minuto más sin follarte.-

- Después soy yo la ninfómana...-

- No, tú eres mí ninfómana.-

Sonrío y le beso en los labios. Él me corresponde pero solo durante unos instantes, después se aparta y me ayuda a levantarme.

- Será mejor que volvamos a la fiesta o Zeus me matará.-

- Está bien.- digo arreglando mi vestido.

- Pero te advierto que esta noche continuaremos con esto.-

- ¿Es una amenaza dios del cielo?-

- ¿Te estás quejando?-

- Para nada.- sonrío.

Ambos salimos del baño y nos dirigimos a los jardines en busca de Zeus y Hera, ya que el rubio iba a dar un discurso a las doce en punto.

Había pasado un día desde que volvimos de Italia y Zeus había organizado una gran fiesta para celebrar la caída de los Dutti. Sin embargo, era una fiesta un tanto agridulce, pues solo habíamos regresado siete de todos los que fuimos.

Esclava de un diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora