53. Our Escape

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A la mañana siguiente desperté al salir el primer rayo de sol, seguía abrazada a Valentina y mi brazo me ardía de dolor, lo tenía dormido debajo de ella. La miro, tan bella durmiendo y me entran unas ganas enormes de compensar todo lo que ha estado haciendo por nosotras estos días.

Salgo de la cama de la manera más sigilosa que puedo, me coloco mis braguitas y una camiseta oversize de manga corta y salgo por la puerta de la habitación, no sin antes volver a mirar a esa mujer que me tiene locamente enamorada, con los pequeños rayos de sol bañando su cuerpo y la pureza de las sabanas rozando su piel. Me encamino a la cocina para preparar un desayuno a Valentina que la deje sin aliento, y una vez listo subirlo para que podamos desayunar juntas en la cama antes de salir a recorrer esta preciosa ciudad.

Me dedico a mirar por todos los cajones a ver que encuentro. Realmente está todo lleno a rebosar. Preparado para pancakes, cereales, croissants, palmeras, leche, zumo, crema de cacao, crema de cacahuete, dulce de leche... imposible decidir qué hacer. Realmente no me cuadraba todo lo que pude encontrar en los armarios con el tipo de desayuno que Valentina solía tomar y la alimentación que llevaba. Me pongo a buscar lo que realmente me apetece hacer. Cojo unos huevos de la nevera, unas naranjas, un poco de cebollino, unos higos, un par de pitahayas y algunos frutos rojos. Saco un par de rebanadas de pan y las dejo encima de la mesa. Empiezo a batir los huevos mientras se calienta la sartén que acabo de dejar en el fuego, añado un poco de sal. Cojo las frutas y las corto a trocitos, colocándolas después en un bol después me pongo con el zumo de naranja, encuentro un exprimidor escondido entre los armarios, parto las naranjas por la mitad y exprimo el zumo. Cojo la bandeja y coloco dos vasos encima y los relleno con zumo mientras canturreo feliz. Por un lado me preparo para hacer el omelette y por el otro las tostadas y de la nada dos manos aparecen y me rodean la cintura.

- Buenos días. - dice como un ronroneo Valentina.

- Buenos días - digo decepcionada pero agarrando su manos y disfrutando de su contacto.

- Que rico huele... ¿Porque estas tan contenta? Estas cantarina - pregunta sin soltarme y haciéndome balancear entre sus brazos.

- Pues porque te estaba preparando una sorpresa... quería llevarte el desayuno a la cama pero me has pillado.

- Es que la cama estaba muy fría sin ti. - me besa el cuello y yo saco el primer omelette de la sartén. - Pero yo quiero que me prepares el desayuno, y que me lo lleves a la cama las veces que tu quieras. Mejor haberlo estropeado, así me aseguro de que puedas tener otra ocasión de hacerlo. - me gira y me besa. - Me has dejado sola en la cama, ¿eso te parece bien?

- Era por una buena causa. - digo.

- El otro día me dijiste que soñabas con besarme nada mas despertarte... pues yo ahora quiero hacerlo cada uno de los días, por eso quiero vivir contigo, no quiero perder ni un día de poder hacerlo. - dice tierna y encerrándome contra la encimera.

- Te pedí que me dejaras pensarlo.

- ¿No has tenido tiempo?

- No dejo de pensar en ti... no puedo ocupar tiempo en otras cosas. - digo y ella se muerde el labio.

- Si seguimos así no vamos a desayunar.

- Siempre podemos desayunar mas tarde ¿O no?

- Pero bueno... - dice ella con los ojos como platos - Luego soy yo... - se acerca a darme un beso y yo trato de alargarlo pero ella se aparta - Se te está quemando el pan.

- ¡Mierda! - digo girandome de golpe pero ya no tiene solución. - Que desastre.

- No pasa nada cariño, pon dos mas y estas pues... las dejaremos en el nido.

Cuando te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora