52. "luna de miel"

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- ¿Como reaccionó ella cuando te vio así?

- A ver es que tampoco fue tan grave... las sensaciones eran pues como cuando corres una maratón que te quedas agotada después, exactamente eso. Yo estaba agotada pero claro no por haber corrido una maratón sino por haber tenido el mejor sexo de mi vida.

- Mejor sexo... - dice Flor dudando de la afirmación.

- Podría decirse así, ambas llegamos al climax en el mismo momento y sin necesidad de que ella me tocara... no lo repetiría pero no porque no me gustara, sino porque prefiero participar y formar parte de ese momento. De todas maneras ella se preocupó.

- Amor ¿estas bien? - dijo cuando vio que apoyaba mi cabeza en la suya.

- Agotada - respondo. - Imagino que por la tension.

- Pensé que no resistirías la tentación, de hecho en ningún momento creí que aguantarías hasta el final. Lo siento.

- No ha sido nada fácil - medio sonrío - pero cumplía ordenes.

- Lo has hecho muy bien, además en ningún momento he sentido que lo estuviera haciendo sola. Sentía tu mirada, no podía dejar de pensar en ti y que estabas aquí conmigo, que era por ti por quien hacía eso y lo mucho que deseaba que me tocaras. - dice mientras se acomoda encima de mi pecho - Si hubiera sabido que te ibas a sentir así después, nunca lo habría hecho.

- No pasa nada Val, de verdad estoy bien, solo necesito recuperarme. ¿Lo habías hecho antes?

- Nunca, con Lucho no me apetecía jugar además el era de el tipo me entran ganas y sin pedir permiso, aquí y ahora.

- ¿Fue el primero?

- Tengo que confesar que no, pero tampoco fue nada para explicar. - dice sin mas.

- ¿Y lo nuestro si?

- Cariño, contigo sería para escribir una historia... - se ríe - pero para mayores de edad.

- Que exagerada. - reímos ambas.

- No, - apoya sus manos en mi pecho y deja caer su barbilla en ellas - ahora hablando en serio, nunca me había sentido tan completa después de hacer el amor como cuando lo hago contigo... - dice y se crea el silencio entre ambas por un rato.

- Oye - digo rompiendo el silencio y acariciando la melena de Valentina que ya había vuelto a colocar la cabeza en mi pecho - cuéntame algo de tu mamá, si no te molesta.

- ¿Que quieres saber?

- Lo que quieras explicarme, me crea curiosidad.

- Pues mi mamá era pura magia, era luz, un foco que brilla en mitad del desierto. Recuerdo que cuando era pequeña ella llevaba siempre un collar con una bolita de plata colgando y yo me la quedaba mirando y pensaba que todo aquel brillo que siempre veía a su alrededor tenía que provenir de ese pequeño colgante. Cuando empecé a tener miedo a la oscuridad ella entraba en mi habitación y siempre decía la misma frase "Cariño, no le puedes tener miedo a una cosa que no existe, siempre hay luz a nuestro alrededor que lo ilumina todo y hace que la oscuridad desaparezca"
>> Yo creo que mi mamá era mi aro de luz, el foco que lo iluminaba todo. Por eso cuando ella enfermó yo empecé a ver la oscuridad de nuevo.
>> Siempre sabía que decir y cuando decirlo. Era mi confidente, la persona a la que le contaba todo. A mi mamá no le importaba nada el dinero ni las apariencias, de hecho siempre le decía a mi papá que no era necesario más, que dejara de enfocarse tanto en ganar dinero y se enfocara más en como disfrutar lo que tenía, pero... nunca lo hizo y nunca lo hará. Eran tan diferentes... pero admito que se complementaban. - yo sigo acariciando su melena, mientras escucho como Valentina relata todos sus años al lado de su mamá, con pena pero con gratitud y melancolía. - Pues esa era mi mamá. - dice para dar por finalizada su explicación.

Cuando te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora