58. Ojalá volver a esos días

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Las vacaciones de verano habían acabado y la universidad nos llevaba de nuevo a esa rutina que tan poco nos gustaba.

Cada mañana Val se despertaba antes que yo, me dejaba un beso en los labios, una nota al lado de la cama, cada día diferente, y un zumo preparado en la encimera de la cocina que ponía Juls.

Finalmente decidimos compartir piso, en el piso estábamos Valentina, María, una amiga de esta en quien confiaba muchísimo y yo. Por suerte ni Maria ni la otra chica con la que compartíamos piso se extrañaban de nuestra situación.
Decidimos confiar en Laura, así se llamaba, ya que necesitábamos sentirnos con libertad dentro de casa. La situación fuera era más tensa. Valentina y yo ocultábamos nuestra relación y prácticamente ni nos sentábamos juntas en la cafetería. Tratábamos de mantener la distancia por miedo a que en algún momento una mirada o un gesto pudiera llamar la atención de alguien y este alguien nos delatara. Al principio fue fácil...simplemente intentamos evitarnos y dedicar nuestra relación a vivir en casa pero con el tiempo a mi se me empezó a hacer difícil, más adelante os lo cuento.

Primero debo explicaros como fue el inicio y la vuelta a la universidad.

El primer día de curso fue la vuelta a la rutina, a ver a esos compañeros que no habíamos visto en tiempo y a contarnos nuestras vacaciones.

- Juliana - escuché que chillaban desde el pasillo.

- Ey, Gonzalo que tal, - Gonzalo se acercaba corriendo por el pasillo acompañado de dos compañeras más. - ¿Como estais chicas?

- Muy bien - responden los tres al unísono. - ¿Que tal el verano? - pregunta una de ellas, ahora mismo ya ni recuerdo los nombres.

- Bien, la verdad nada interesante. - digo como si nada.

- ¿De verdad? - se sorprenden. - Vimos que estuviste por Los Angeles - dicen y yo me quedo parada, sin saber que decir y veo a Valentina como cruza el pasillo del brazo de una chica y rodeada de un grupito de chicos y chicas. - Fuiste con Valentina Carvajal ¿cierto?

- Em... si. - digo sorprendida. - ¿Como...?

- Ah... vimos la prensa y salió una foto en un artículo. Valentina Carvajal se va de vacaciones con una amiga a Los Ángeles - dice Gonzalo mientras mueve las manos como marcando un título.

- Vaya - no tenía ni idea, osea sabía que evidentemente la prensa algo había dicho pero no sabía que salíamos ambas en una foto.

- No tenía ni idea de que te llevabas con Valentina - dice una de las chicas.

- Si bueno,nos hicimos amigas durante el curso pasado.

- Que bueno, pues a ver si un día nos la presentas, podemos salir todos juntos. - dice la otra y veo por donde va esta conversación. Mucha gente quiere acercarse a Valentina solo por quien es y eso es una situación que me disgusta bastante.

- Si, algún día. Disculpad pero tengo que ir a hacer una cosa antes de clase - digo para escapar de ahí - nos vemos luego.

- Claro, hasta luego hermosa - dice Gonzalo que no desiste en sus intentos.

Caminé dirección mi clase pero justamente volví a cruzarme con Valentina, que estaba riendo a carcajada y se lanzaba a los brazos de un chico que la agarraba algo más abajo de la cintura y la hacía rodar mientras ella se dejaba y disfrutaba. No me fijaba en esas cosas por casualidad, me di cuenta que sentía celos, pero no celos por pensar que Valentina pudiera engañarme si no porque no pudiera ser yo... traté de aguantarme y seguí mi camino, pero no podía dejar de pensar en esa situación así que decidí volver atrás y comprobar de nuevo que la situación seguía igual, y así era. Entonces Val se giró mientras aquel chico le decía alguna cosa que la hacía reír al oido y me vio mirándola, se irguió por un mínimo instante y note como dedicaba la mirada solamente en mi, esa mirada que tantas veces me ha dedicado en la intimidad de nuestro dormitorio, una mirada que me hace perderme en ella y que me ayuda a superar todos los momentos malos que tengo en la vida. Su amigo seguía hablándole y contándole lo que fuera que le estuviera contando pero ella seguía mirándome y fue así durante muchísimo rato, solo hasta que yo le dedique la sonrisa de boba que solía dedicarle y ella sonrió para mí, entonces me giré y volví a encaminarme a mi clase, comprobando un segundo después que ella seguía mirándome.

Cuando te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora