Capitulo 30

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El sol se ocultaba, el día pasaba como una nube delgada soplada por el viento, las estrellas aún seguían ocultas en alguna parte del cielo y yo solo no podía levantarme del inodoro.
El golpe de nostalgia me golpeó el rostro como una ráfaga de viento en invierno, sentí que el hueco del abandono y de la traición volvía a abriste. Por mi mente jamás pasó un acontecimiento de esa gravedad, jamás creí que mi padre engañaría a toda a una familia. En algunas ocasiones si pensaba sobre la pequeña posibilidad de que Mario me engañara, aunque me dolía pensarlo es algo que muy desgraciadamente pasa en las relaciones, bueno tal vez solo en algunas.
Mi padre jamás se cruzó en mi mente haciendo eso, jamás pude visualizarlo engañando. Todo es tan oscuro.

-¿Cayetana?-Del otro lado de la puerta mi hermano se preocupa.

Sigo llorando sobre la tasa fría del inodoro, sintiéndome tan abandona, tan decepcionada.

-¿Puedo pasar?-Su voz es más tranquila.

-Dame un minuto-Reuní fuerzas para responderle.

Succionó los mocos, me levanto y sin mirarme al espejo me mojo el rostro con el agua helada, intentando borrar los caminos de las lagrimas. Suspiro varias veces y se que en cuanto salga mi hermano intentará abrazarme y darme su apoyo al verme tan mal, pero no quiero eso. Solo quiero estar sola.
Abro la puerta y el rostro de Mauricio es lo primero que me topo.

-¿Te sientes mal?-Su mano la coloca en mi brazo delicadamente.

-No, estoy bien-Miro hacia el suelo y me alejo de él.

Camino por la habitación hacia el closet, saco la ropa con la que vine y me dispongo a regresar al baño, siento los pares de ojos sobre mi.

-Cayetana...-Mi hermano intenta hablar pero el sonido de la puerta cerrándose evita que continúe.

Me quito la estupida bata y me comienzo a vestir. Me peino los rebeldes y enredados chinos para que no sepan que no me he bañado. Ya vestida dudó mucho si salir o quedarme para siempre aquí dentro, si hubiera una ventana no dudaría en salir por ahí para evitar volver a ver la cara de mis progenitores. Pero no me queda de otra que salir.

-Si hay algún problema con estas recomendaciones no olviden en llamarme, deben de estar muy al pendiente de ella por una semana-El doctor pelirrojo le da indicaciones a mi hermano, junto a él mi madre finge interés.

-Gracias doctor-Mauricio asiente.

El se despide de todos con una amable sonrisa y nos vuelve a dejar solos.

-Ya podemos irnos-Me mira a los ojos.

-Perfecto-Me dirijo a mi hermano y soy la primera en salir por la puerta.

Ambos regresamos sentados en la parte de atrás, sin decir alguna palabra, el camino fue silencioso y algo lento. Venia cerrando los ojos por el sueño que comenzaba a invadir mi cuerpo, la cama del hospital era muy incómoda y no pude dormir muy bien.

-¿Estás bien?-El susurro de mi hermano me hizo regresar en mi.

-Si-Le regresó el susurro.

-Sabes que puedes contar conmigo siempre ¿Verdad?-Me mira muy serio.

-Lo se-Asiento con la cabeza ligeramente.

Me regala una sonrisa de boca cerrada y después se pierde en su celular. Miro la ventanilla y pienso en el, en sus palabras más exactamente. Desde que era pequeña recuerdo haber recurrido a mi hermano, siempre me defendía de esos chicos inmaduros de la escuela, los golpeaba en la nariz y se llevaba el castigo, pero gracias a él los mocosos ya no me volvieron a molestar. El es uno de los pedestales que aún no se derrumba, y estoy muy agradecida por aún tenerlo de mi lado.

Take Me ||Vinnie Hacker|| EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora