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Finalizada la clase de jazz lírico, Jimin se sentó en el suelo, sudoroso, mareado, sus pulmones trabajando a mil y sus músculos en tensión. Cuando se alcanzaba ese nivel de intensidad física, a veces se hacía más duro el frenar de golpe que simplemente continuar con la actividad, hasta que las piernas se aflojasen y no tuvieras más alternativa que dejarte caer.


La sensación de ahogo era agobiante, pero sabía que, manteniendo la calma, respirando despacio, poco a poco recuperaría el aliento.


Aún arrastraba el shock del día anterior, cuando Jiwon le confesó su embarazo y posterior aborto, y supuso que sería un sentimiento que le acompañaría por un tiempo.

No era el acto de ella en sí, ni la consecuencia, la pérdida, lo que le dolía, a pesar del impacto emocional inicial, sino su propia persona. Lidiar con uno mismo era la batalla más dificil de todas, y precisamente en estos momentos era todo lo contrario a orgullo lo que sentía.

Sentía que podría haber hecho las cosas de otra manera. Sentía que podría haber pensado menos en sí mismo y tenido más en cuenta los sentimientos de los otros, porque para él no había sido una sorpresa. Bien sabía desde el principio que Jiwon le miraba de otra manera, que sus acercamientos eran inocentes, con la pura intención de estar a su lado y no de usarle u obtener algo. Y ¿qué había hecho él? Simplemente girar la mirada. Una mirada sólo y únicamente enfocada a su inigualable nuevo mundo, que apareció de la manera más inesperada y se le abrió a él, como aquellos personajes en las películas que, tras un largo y tortuoso camino, buscando encontrar algo mejor, encontrarse a ellos mismos, apartan las nudosas ramas y descubren el paraíso, un lugar pleno, lleno de agua, comida, paz y diversión infinita. Una mirada sólo y únicamente enfocada, también, en esa persona que había aparecido en su camino como la manzana a Eva: roja, brillante, sabrosa y tentadora. Totalmente enceguecido por nuevos y excitantes placeres. Pero no todo era positivo y diversión, también había sido colocado al borde de un precipicio en el que no esperaba estar, sometido a una elección para la que no estaba preparado. Tantas cosas que habían nublado su mente... Jiwon simplemente había desaparecido de toda esa ecuación.


Jimin estiró las rodillas, los gemelos, los empeines. Subió y bajó los pies varias veces, giró los tobillos, con la finalidad de estirar sus músculos, de forma que no doliesen como mil demonios al cabo de las horas, que no se contracturasen.

Suspiró, aún colocándose en el lugar de ella durante este tiempo atrás. Se imaginó solo, invisible a ojos de la persona que amabas, lidiando, además, con un producto de esa relación fallida, algo que ambos habíais creado y que simplemente no podía ser.


¿Por qué simplemente no se lo había dicho, sin más? Aún así, ¿él habría estado con ella? ¿Habría interrumpido sus planes con el grupo por acudir a ella? ¿La danza? Posiblemente no. El resultado habría sido el mismo. Quizás ella incluso se habría vengado de la misma forma. No era excusable, pero la conducta de Jimin tampoco. Así que, ¿qué mejor manera de acallar esas voces que le incriminaban que bailar hasta la extenuación? Como otras tantas veces.


Aseado deprisa y corriendo, lo justo para salir a la calle, tomar el aire, comer algo y volver después a otra clase, fue avisado por una de aquellas secretarias, que más parecían azafatas de vuelo, justo cuando iba a atravesar la puerta de salida.

Burn it || Yoonmin || (EN EMISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora