Capítulo 2; Gryffindor.

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Ninguno se había disculpado, y nadie había vuelto a hablar sobre el rubio. Neville parecía no querer hablar mucho con ellos por el simple hecho de que la mayoría de las cosas que hacía en el dia eran con Draco.

Las semanas pasaron con normalidad. No se separaban por nada en el mundo. Comenzaron a ser llamados "el trío dorado" por los gemelos Weasley, al principio fue solo una broma, pero después fue haciéndose una costumbre.

–Malfoy... ¡Es un Malfoy!

Ron parecía bastante alterado desde la clase de astronomía, cada vez que le preguntaban respondía una y otra vez el apellido de Draco, el cual descubrieron después de la entrega de un trabajo.

–¿Eso que importa?

–Su familia es muy prejuiciosa...– dio una mirada rápida a la mesa de las águilas. –Pero ellos siempre han sido Slytherin's. Aunque...

–Aunque...

–Se supone que estaban en Francia, papá no mencionó el que volvieran.– Era cierto. El padre de Ron, Arthur Weasley, trabaja en el ministerio de magia, si los Malfoy hubieran vuelto, ya lo sabría. –¿Tu padre te mencionó algo?

Él negó. –No... El no es de dar ese tipo de información.

Siguieron comiendo entre diferentes pláticas, intentando no volver a tocar el tema del chico pálido de ravenclaw.

°°°

No sabía porque, pero le hacia ilusión poder hablar con Malfoy sin sus amigos cerca. Hermione solo intentaría ser mejor que él, y Ron, probablemente, causaría algún desastre con la tarea.

Aunque la ilusión de poder hablar con él se fue al momento en que Draco volteó a verle con un rostro de pocos amigos. –No quiero que arruines esto, así que intenta no ser tan gryffindor.– ¿Debería ofenderse?

–No es mi culpa que Sinistra nos pusiera juntos...– Él solo suspiró antes de centrarse únicamente en el pergamino frente a él. –Y... ¿qué debemos hacer?

–Una investigación...

–¿Sobre que?

–Si me dejarás terminar...

–Si, lo siento, continua.

Él lo observó durante un par de segundos antes de continuar. –Sobre una constelación o alguna estrella que la maestra debe darnos.

–Ajá...– llevo su mirada hasta el libro que el rubio tenía entre sus manos. –¡Mira! Es tu nombre...

–Si... lo sé. Es una constelación, Altais es el nombre de su cuarta estrella más brillante.

–Como tu hurón.

–Lo sé.– Era la primera vez que le veía sonreír de una manera tan genuina. No lo admitiría en voz alta, pero le gustaba esa sonrisa.

–¿Tus padres no tiene problemas con él, ya sabes, el hurón?– Vio como metía su mano al bolsillo, talvez estaba acariciando al animal. –Mis padres morirían con uno en casa.

–No lo sé.

Ya no dijo nada más. Tomo el pergamino y comenzó a explicarle las diferentes estrellas de lo que el llamaba "su constelación". ¿De eso se había molestado Hermione?

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