Capítulo 6; Altais.

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Harry comenzaba a arrepentirse de haberle dicho a Nick casi Decapitado que iría a su fiesta.

Ya era halloween, y aún no entendía porque un fantasma festegaria el día de su muerto, pero eso no importaba, en esos momentos lo único que debía tomar en cuenta era cumplir la promesa que le había hecho al fantasma.

No sabia como, pero había logrado convencer a Ron y a Hermione de acompañarlo.

Tampoco sabía que comían los fantasmas, y esa era una las principales razones pro las que se arrepentía de decir que iría a esa fiesta. El Gran Comedor estaba lleno de exquisitos platillos, y la decoración era realmente hermosa.

–Lo prometido es deuda– le había dicho Hermioen. –, y tu prometiste ir a esa fiesta.

Y por primera vez, Ron había estado de acuerdo con ella inmediatamente.

Así que a las siete en punto, Harry, Ron y Hermione, atravesaron el Gran Comedor y se dirigieron hacia las mazmorras.

Estaba igual de decorada que el Gran salón, pero no irradiaba la misma alegría y la temperatura disminuía a cada paso que daban. Escucho un sonido como si de un montón de uñas arañaran una pizarra. 

–¿A eso le llaman música?– de quejó Ron mientras giraban una esquina, encontrando ahí a Nick casi decapitado en frente de una puerta con colgaduras negras.

–Queridos amigos– hablo con una enorme tristeza. –, bienvenidos... Agradezco que hayan venido.– hizo una reverencia señalando hacia el interior.

Lo que vieron les pareció maravilloso. En la mazmorra habían cientos de personas transparentes, bailando el vals al horrible y trémuloson ritmo de las treinta sierras de una orquesta instalada sobre un escenario, vestidos con ropa negra.

–¿Vamos a dar una vuelta?– propuso a sus dos amigos, con la intención de entrar en calor.

–Cuidado... no vayas a atravesar a alguien– Ron parecía bastante nervioso por eso.

Mientras caminaban, observaban a los fantasmas que habían alrededor. Se sorprendió al notar que intentaban ignorar al Barón Sanguinario, un fantasma de slytherin con mirada impertinente y que exhibía manchas de sangre plateada.

–Oh no.– si giró para ver a Hermione, quien se había parado de repente. –Volvamos, no quiero toparme con Myrtle la Llorona...

–¿Con quien?

Ella suspiró. –Ronda siempre los baños de chicas del segundo piso...

–¿Los baños?

–Si... casi siempre están vacíos, a nadie le gusta hacer sus necesidades escuchando a alguien llorar. Además... siempre está inundado gracias a su llanto.

–¡Por ahí hay comida, miren!– antes de que pudiera decir algo, Ron ya estaba corriendo hacia una mesa larga de mantel blanco.

Habían diversos tipos de platillos, pero el que más destacaba era un gran pastel gris con forma de lápida  decorado con unas letras que parecían de alquitrán y que decían:

Sir Nicholas de Mimsy-Porpington.

Fallecido el 31 de octubre de 1492.

Contemplo, asombrado, como un fantasma corpulento se acercaba, avanzando en cuclillas para ponerse a la altura de la comida. Atravesaba la mesa con la boca abierta para poder meter por ella un salmón hediondo.

No pudo aguantar preguntar. –¿Encuentra el sabor de esa manera?

–Ojalá fuera así...– la tristeza que sentía podía reflejarse en su voz.

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