Capítulo 45; Una inútil declaración de amor.

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Ron y Hermione no le habían querido decir la verdadera razón de su pequeña pelea. Pero eso no le importaba mucho, pues al otro día ya se hablaban como si nada malo hubiera pasado, y Harry deseo poder ignorarlo todo como ellos hacían.

Draco no había ido esa mañana a desayunar y, se debía ser sincero, le daba terror acercarse a Parvati o a Neville para preguntarles sobre su paradero. E ir donde Luna no era una opción muy divertida, ya que la chica se la había pasado pegada a Ginny desde la noche anterior. Ambas lanzaban pastelillos sin nisiquiera darse cuenta.

Comenzó a juguetear con la tarta de melaza que tenia bajo su poder, mientras Ron y Hermione hablaban en voz baja junto a él. No le agradaba ignorar a sus amigos, pero sabia que si les dirigía la palabra, comenzaría a acusarlos de cosas de las que no eran realmente culpables.

De vez en cuando volvía a subir la mirada, esperando poder encontrarse con la cabellera rubia del Ravenclaw.

–¿Sabes donde está Remus?– preguntó Hermione, viendo tranquilamente entre Ron y Harry –Anoche no lo vi en la mesa de los maestro.

–Está en casa con Sirius. Se fue antes de ayer. Creí que lo sabían– murmuró, aún con la mirada fija en las puertas del Gran Comedor. Ron y Hermione negaron, sin querer perturbar aún más los pensamientos de su amigo –No quiso dejarlo solo.

–Te vi salir anoche con Malfoy... ¿No quieres hablar sobre eso?

Harry les lanzó una mirada indiferente, no tenía ganas de hablar sobre eso, aunque de alguna manera eso era lo que necesitaba. Pero se interrumpió a sí mismo en cuanto abrió la boca y miro hacia la entrada del Gran Comedor. Ron y Hermione le miraron confundidos, el pelirrojo tocando con su dedo indice su hombro de manera repetitiva, y Hermione viendo alrededor, sospechando de que el silencio de Harry se debía a la reciente llegada de Draco Malfoy.

El chico no miro ni por un segundo a la mesa de Gryffindor, ni siquiera se giro hacia Lavender o hacia Neville. Su cabello iba algo desordenado, y Altais iba escondido en su bolsillo, sus mejillas estaban algo coloradas y su ceño se encontraba fruncido. Caminaba directamente hacia la mesa de Ravenclaw, Padma le sonreía mientras comía un emparedado de jamón. Luna y Ginny también se habían girado hacia él bastante alegres, sin perder el contacto entre sus manos entrelazadas.

–Me gustaría creer que todo esta muy bien entre ustedes– murmuró Ron –Pero creo que estaría equivocado si llego a confirmarlo...

–¡Harry!– exclamó Hermione arrugando un poco su nariz, golpeando levemente su brazo –¡Lo prometiste!

Ron los miro confundido.

–¿Qué es lo que prometió?

–¡Dijo que lo invitaría a bailar!– le respondió la chica en un susurró. Ron cruzo sus brazos, y si Harry no lo conociera, podría decir perfectamente que estaba molesto.

–No puedo creerlo, Harry– murmuró, negando levemente con su cabeza –Tú no eres de romper tus promesas.

Harry titubeo, tal vez no estaría mal decirles lo que había sucedido la noche anterior a sus dos mejores amigos.

–Bien...– suspiró. Comenzó a contarlo absolutamente todo, incluso había agregado lo que había pensado en el momento en que había invitado a Parvati al baile. Analizó cada uno de los cambios expresivos de sus amigos, pareciendo ser Hermione la más enojada.

Ahora que lo decía en voz alta, incluso él mismo podría malinterpretar fácilmente cada una de las palabras que le había dicho al chico la noche anterior.

–Regulus va a matarte.

–¿A quien le importa Regulus ahora? ¡El profesor Snape será nuestro mayor problema desde ahora! ¡Es su padrino! ¿Lo olvidan?

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